La división es consecuencia de la derrota y no su causa

  • Comentarios marginales ante la creación de Esquerra Unida de Catalunya
  • "La recién nacida EUC está llena de brechas y contradicciones"

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Joan Tafalla

Aparentemente, el acto del pasado 3 de julio protagonizado por Alberto Garzón y por sus actuales seguidores en Sant Adrià significa la consumación pública de la escisión de EUiA. Aparentemente, consagra también la aparición de un nueva organización que ya cuenta con un nombre, con un anagrama, con unos dirigentes públicos y con cuenta de Twitter propia. Garzón llamó a la escisión Esquerra Unida Catalunya. Sus redes sociales también la llaman así. Asistieron menos de trescientas personas, que no son pocas; un cronista hincha la cifra hasta el medio millar; abusa de las matemáticas. Un asistente exagera hasta las ochocientas. Las fotografías hablan por si solas. Cuenten señores, cuenten. Tenemos pues nombre, anagrama, dirigentes y público. Consumatum est?

Quizás no. Porque la diversidad y las contradicciones internas de lo que hoy es poca cosa más que un frente de rechazo no le auguran a esta enésima escisión una vida nada fácil. Entre los asistentes las diferencias de proyecto y los agravios mutuos siguen presentes y, según fuentes consultadas, estaban bien activos en la propia asamblea. Esa es la razón por la que un acto que se convocó como asamblea fue poca cosa más que un mitin. Hablaron los dirigentes. Los dirigidos no tuvieron el derecho a la palabra. Habrá que esperar a que se cocinen los consensos en los despachos. O a que las asambleas hablen. Quizás.

Alguien podría deducir ese carácter “definitivo” de la operación, de la activa presencia del dirigente máximo de IU impartiendo la bendición al grupo escindido. No se saca el Santo Cristo grande si no es en las procesiones a las que se quiere dar la mayor relevancia. Ese ha sido el ritual seguido en cada una de las periódicas intervenciones “fraternales” de la izquierda española en la izquierda catalana en los últimos setenta años. A beneficio de inventario recuerdo algunas fechas “grandes”: 1949, 1981-82, 1989, 1998. En el menudeo se podía reseñar una cronología mucho más detallada y abundante. Una vieja tradición política está detrás de esos acontecimientos y de los rituales que los suelen acompañar. Se trata de una vieja tradición que se ha estrellado siempre ante una realidad de clase y nacional, la de Catalunya, que se les escapa.

El calendario electoral determinando la agenda

Por si todo ello fuera poco, el calendario político previsible incluye, tras la sentencia del juicio del procés, la posible convocatoria de elecciones autonómicas. O unas hipotéticas elecciones generales, no descartables cuando escribo estas líneas. Esas convocatorias electorales obligarán a los implicados en la escisión a legalizar su situación lo más rápidamente posible, con el fin de poder negociar su cuota-parte en las listas de los Comunes. Asunto vital para la pequeña élite que pretende comandar el asunto. El calendario electoral prima de nuevo sobre la necesidad de un debate en profundidad sobre las causas y soluciones del evidente declive de la izquierda. Nada nuevo bajo el sol. Tacticismo activo y operante en la dirección del asunto.

No hay escisión digna de tal nombre que no venga acompañada de la descalificación y de los consabidos ataques ad hominem. Se trata de una parte imprescindible del ritual. Ésta escisión no iba a ser menos. Un solo ejemplo por falta de espacio: “No nacimos para estar al servicio de la socialdemocracia catalana”. Por lo visto, la socialdemocracia catalana es ERC y no los Comunes, organización con la que quien afirma tal cosa mantiene un pacto al que debe su plaza en el congreso, obtenido al margen de su organización. Un débil pacto que se desvanecerá en el aire tan pronto como quien pronuncia la frase deje de ser instrumento útil. Twitter nos ofrece algunos ejemplos más pero no hay espacio para comentarlos.

Las descalificaciones se centran (no podía ser de otro modo) en el secretario de Comunistes de Catalunya, a quien algunos han transformado en los últimos tiempos en una especie de malvado Fu Man Chú, culpable de todos los males de la izquierda. Siempre es bueno tener alguien a quien colgar el sambenito. Pero el actual declive de la izquierda y el ocaso de nuestra tradición política en Catalunya es asunto mucho más serio que la buena, regular o mala gestión de un coordinador general. Es asunto de larga data y no se resolverá a base de sambenitos.

Añadamos a todo ello que a fecha de hoy (5 de julio) no se han publicado aún los documentos que expliquen las diferencias estratégicas que justificarían tal escisión. Sólo podemos valorar o conjeturar esas supuestas diferencias estratégicas a partir de declaraciones a la prensa o de frases sueltas publicadas en el twitter de EUC. Y este modesto comentarista no sabe ver en esas frase sueltas más que una querella entre grupos por los puestos. Lucha de plazas en lugar de lucha de clases.

Les jeux sont faits, rien ne va plus ?

Así pues, como diría el croupier: les jeux sont faits, rien ne va plus ? Aparentemente. Pero nada es definitivo y aún menos en asunto tan líquido y cambiante como éste. Porque la vida te da sorpresas. Y hay derivadas no contempladas en las intervenciones. Derivadas que no se quieren o no se pueden mostrar al público. Por ejemplo, la más que probable convergencia entre el errejonismo y una ICV en concurso de acreedores cuyos miembros tratan recolocarse en los pliegues de los Comunes. O la evidente conexión entre los proyectos y los modos de hacer política de Colau y de Carmena. ¿Qué pactó Garzón con Colau en la entrevista anterior?

¿Seguir con la purga de la gente de Comunistes de Catalunya y encontrar algún espacio para la cooptación de los hoy escindidos de EUiA? ¿Qué pasará con la gente del PSUC? ¿Tendrán espacio en esa mesa tan restringida? Algunos de ellos reclamaban en la asamblea más mano dura. Como la asamblea quedó en mitin no se les pudo oír. Pero estaban y hablaban.

En resumen, para este modesto comentarista la recién nacida EUC está llena de brechas y contradicciones. Todo está aún abierto.

En todo caso, conviene no dejarse aturdir por el ruido. Conviene tratar de lanzar una mirada de conjunto. Una mirada de medio y largo plazo que enmarque esta mini escisión en su contexto general. Contexto del que no puede extraerse si se quiere comprender su sentido. Conviene tratar de huir de la casuística organizativa e interiorista y observar el proceso desde una cierta distancia. Quizás este comentarista (que no se encuentra au dessus de la mêlée) no lo haya conseguido en lo que lleva escrito. Aunque la voluntad no le falta.

La división es producto de la derrota y no al contrario

El contexto general en que se produce esta escisión es el fin del ciclo de movilización popular y de inestabilidad institucional abierto por la crisis de 2008 y por los movimientos del 15M y el 1-0. Es decir, estamos ante la derrota de los  movimientos sociales que intentaron poner en cuestión el régimen social y político español. Esa derrota y retirada general del movimiento social tiene su plasmación en el pequeño mundo de las élites políticas que han tratado de representar en el movimiento. El espacio electoral se reduce. La división entre élites concurrentes se agudiza. Las escisiones se hacen inevitables. En resumen, la división es consecuencia de la derrota y no su causa.

Si analizamos el asunto desde este punto de vista, nos encontramos ante acontecimientos pequeños, casi moleculares, aunque a sus protagonistas se les antojen homéricos. Estamos ante un epifenómeno de un proceso mucho más amplio y muchísimo más grave: el cierre por arriba de una crisis de régimen. Una crisis de régimen que nunca fue orgánica, aunque esa fuera la hipótesis de los que nos propusieron de una blitz krieg para asaltar los cielos. Esta guerra relámpago se ha estrellado contra la férrea red de trincheras y de casamatas de un bloque histórico que estaba bien preparado para resistir el ataque. Hay que enmarcar todo ello en el fracaso de la hipótesis y de la razón populista y en el cierre de la supuesta “ventana de oportunidad”, si es que esa cosa existió alguna vez. En Catalunya estamos también en el final de la escapada del procesismo.

Ese es el marco real, el contexto en el que deberíamos debatir en lugar de escindir. Pero este debate no cabe en este breve e impresionista comentario. Quizás, en breve haya otra ocasión para entrar en él.

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