La ciencia abandera con Orgullo su diversidad

  • PRISMA LGTBIQA+ es una iniciativa recién estrenada que aspira a visibilizar la diversidad sexual, contribuir a la inclusión laboral y combatir la pseudociencia
  • El estudio más reciente indica que un 28% de disidentes sexuales se planteó dejar su puesto de trabajo

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Hace 36 años la primera mujer de Estados Unidos (y la tercera en la historia) iba al espacio. Sally Ride marcaba un hito tras las soviéticas Valentina Tereshkova y Svetlana Savitskaja. Cuando iba a una tercera misión espacial un accidente impidió su realización. Ride siguió como docente en Física y en seguridad y control de armamentos e impulsó una fundación para que más chicas metieran cabeza en aeronáutica. Esa fue toda su biografía durante sus 61 años de vida. Lo que no se supo hasta su muerte fue que, tras un matrimonio fallido con otro astronauta, estuvo emparejada 27 años con otra mujer.

Su historia pone rostro a una realidad que pese a los avances continúa con asignaturas pendientes. El estudio más reciente indica que un 28% de disidentes sexuales se planteó dejar su puesto, según tres importantes instituciones científicas británicas.

De hecho al matemático Alan Turing, que con sus investigaciones descifró el código alemán y aceleró el final de la Segunda Guerra Mundial, le despidieron después del conflicto y en 1952 le condenaron por conducta homosexual. Se sometió a ‘terapia’ y dos años después, con 41 años, se suicidó.

Han pasado 65 años y ahora el 38% de países de la ONU prohíbe la discriminación por orientación sexual en el trabajo y más de 25 países han legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo. Asia, por primera vez, también reconoce estos enlaces conyugales siendo Taiwan la pionera. En contraposición 70 naciones de la ONU penalizan a quienes no sean heterosexuales. El 37% solo lo criminaliza si son varones. Y seis naciones castigan la homosexualidad con la pena de muerte, según la Asociación Internacional LGTB.

Aunque la ley para la igualdad recoge que no se discriminará ni por género ni por orientación sexual, en 2016 la Sociedad Americana de Física constató que el 40% de los encuestados LGTBIQ+ de este ámbito científico afirmó que en su trabajo “se espera que los empleados no actúen muy gays”. Es más, un 40% fue testigo de marginación por motivos de género, siendo el triple el número de afectadas que de afectados y especialmente vulnerables las personas no binarias y trans.

Incluyendo la perspectiva LGTBIQA+

Conscientes de todo lo contado nace MariCorners, que en abril organizó su primer congreso interdisciplinario en España. Hubo 220 asistentes, 90 propuestas y siete conferencias. Y nos adelantan que publicarán los frutos de este encuentro en la editorial Egales. Su nombre juega con el parecido con ‘maricón’, insulto del que se reapropian mezclándolo con ‘corner’, que significa ‘rincón’ por la falta de espacios propios en los congresos.

A Javier Armentia, director del Planetario de Pamplona y divulgador científico, la toma de consciencia le llegó a través del sociólogo Javier Sáez. Sáez sustituyó las paradas del metro de Madrid por referentes con orientación sexual no normativa. Armentia vio que apenas había referentes científicos. De ahí nació la idea de crear un blog con ese fin en 2017.

También quiso resolver una inquietud: “Pregunté a 72 sociedades científicas españolas si habían organizado actividades LGTBIQA+. Me respondió la mitad. Y todas dijeron que no.” Por eso Armentia colaboró cuando le propusieron gestar PRISMA LGTBIQA+, una iniciativa recién estrenada que aspira a aumentar la visibilización, incorporar la diversidad sexual y de género, contribuir a la inclusión laboral y combatir la pseudociencia.

En 2018 se dio la tormenta perfecta. Tomó fuerza el movimiento #LGBTSTEMDay y surgió Orgullo de Museo, en el Museo de Ciencias Naturales”, explica Roi Villar, el presidente de PRISMA. Villar, investigador de biotecnología, nombra además al autobús de ‘Hazte Oír’: “Negaba la existencia de las personas intersexuales, que son más abundantes (sin caer en la falta de respeto) que los pelirrojos”.

Reafirmó su voluntad la denuncia de Alfredo Corell. Corell, profesor de Medicina en la Universidad de Valladolid, hizo público en 2018 que le insultaron como “maricón socialista”. “Alfredo fue muy valiente porque se jugó su reputación”, apunta Roi, que carga también contra el término de pseudoterapias de conversión: “Son intervenciones psicológicas sin fundamento científico”.

La vicepresidenta de PRISMA, la médica Cristina Cruz, y la también miembro de la junta directiva Aurora Ranchal, una joven trans que estudia matemáticas, resaltan el auge de la ultraderecha. “Intentan normalizar un discurso homófobo que parecía superado. Yo prefiero no permitir que me silencien”, sentencia Cruz.

Politizarse para el afiliado de PRISMA Ricardo de Pascual, doctor en Psicología Clínica y de la Salud, no es negativo sino lo contrario: “No podemos vivir en nuestra torre de marfil cuando los resultados que obtenemos se utilizan con fines políticos que determinan la financiación de determinadas investigaciones”.

Visibilizar para romper con el miedo

Fuera de España un referente a mirar es la matemática Marina Logares, que co-dirige el comité de inclusión de diversidad sexual de la Universidad de Plymouth, en Reino Unido.

Logares confiesa lo siguiente: “Hay varios países a los que no me animo a ir de congreso porque la homosexualidad está penalizada”. Y profundiza: “Y hay otros países en los que ni me planteo trabajar porque no podría ser yo misma”. En 2009, tras una pelea con un hombre que la atacó por lesbofobia, Logares llegó con la cara magullada y dijo el motivo a sus compañeros. “En el fondo nunca estuve en el armario pero cuando no dices lo contrario se asume que eres heterosexual”, detalla.

Este salir del armario no una sino varias veces es otra de las grandes cuestiones pendientes. Un estudio de julio de 2018, comisionado por Vodafone, cifró que el 41% de personas LGBT+ ya fuera del armario lo ocultó en el mundo laboral. Y si se refería a alguna vez, el porcentaje se disparaba hasta alcanzar el 75%.

Ejemplos como el de Mario Peláez, que está doctorando en la Universidad de Investigación en Nanociencia de Aragón, cambian el patrón antes expuesto. En The SassyScience Project muestra sin complejos a su yo drag queen divulgando ciencia.

Mario, que es bisexual, comenta: “Sufro además que la gente me saque del armario”. Y recuerda: “Una vez llegué al laboratorio con mi pluma de aquí a Cuenca. Asumieron que era gay y cuando dije que tenía novia les explotó la cabeza”. La matemática Marta Macho, que desde 2014 contribuye a ‘Mujeres con Ciencia’, señala: “El mundo laboral pretende “uniformizar” al colectivo. Si quieres integrarte debes adaptarte aunque no encajas”.

La redactora jefa de la Agencia Sinc, Pampa García, apunta: “El cliché del hombre blanco heterosexual con pelo revuelto y cara de genio chiflado simplifica a la comunidad científica”. Y matiza: “Rara vez las ideas surgen de un solo señor muy listo, sino de una comunidad, por lo que dar visibilidad al conjunto es hacer bien el trabajo de periodista y de divulgador”.

Acabamos con una anécdota trascendente: “Ben Barres, científico trans en Stanford, comentó que en un seminario le dijeron que su trabajo era mejor que el de su hermana”, explica Logares. Hasta aquí todo correcto pero... “El caso es que esa hermana era ella antes de transicionar”, recalca la matemática. Armentia apunta a su vez que quizás los mamógrafos duelen tanto porque una mujer no participó en desarrollarlo.

Históricamente el feminismo y lo queer van de la mano. Y se viene demostrando con la reciente convocatoria de concienciación en ciencia cuyo cartel mostraba a la Pantoja como diva del espacio. En este contexto quizás Ride no habría vivido 27 años a escondidas del mundo.

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