Agridulces dieciséis

  • "El voto a los 16 años es una medida que mejoraría la democracia, pero que choca contra el muro del bipartidismo"
  • "La desatención de los poderes públicos influye en la desafección política de la juventud, en un momento de auge del populismo y de la extrema derecha"

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Una de las imágenes más comentadas del inicio de esta legislatura fue la presencia de Marta Rosique (ERC) como Secretaria de la Mesa de Edad. Más allá de otras consideraciones, parece una buena noticia (en comparación con el pasado) que las personas jóvenes contemos con representantes jóvenes: con 23 años, Marta Rosique es la diputada más joven del hemiciclo. Pero, en esta legislatura, ¿podemos esperar que se hagan políticas que mejoren la vida de la juventud?

Como analizó Pau Mari-Klose, respecto al joven PSOE de los 80, la edad de sus señorías no es garantía de que se dé prioridad a los problemas de la juventud, a lo que este sociólogo sumaba otros factores negativos: el peso demográfico (y electoral) de la juventud es más reducido que el de otras franjas de edad, participan y votan menos (lo que reduce aún más su peso relativo) y no hay actores fuertes de la sociedad civil que defiendan sus demandas (con un movimiento estudiantil débil y un Consejo de la Juventud de España asfixiado económicamente por el Gobierno).

Si nadie se moviliza, ¿son los problemas de la juventud un problema público? Pues, de hecho, la falta de atención a los problemas de la juventud es ya un problema público. Porque nosotros y nosotras, la juventud, somos imprescindibles para este país que nos maltrata. Somos el rango de edad con mayor riesgo de pobreza, apenas 1 de cada 5 nos hemos emancipado de casa y aspiramos a empleos precarios (cuando no a becas o a ser falsos autónomos).

Esta situación de la juventud es fundamental para explicar la crisis de las pensiones (cotizamos poco y tarde)o la crisis demográfica (la precariedad y falta de vivienda nos obliga a retrasar la decisión de tener hijos), entre otros problemas. Y, lo que es más grave para la democracia, esta desatención de los poderes públicos influye en la desafección política de la juventud, en un momento de auge del populismo y de la extrema derecha. El último CIS muestra una clara señal de alarma: “los políticos” se cuelan como segundo problema para la gente; con un 38,1%, es un récord histórico. Caldo de cultivo para cirujanos de hierro y bandas de mariachis.

Ante esta situación, desde hace años, se viene proponiendo desde los Consejos de la Juventud de toda Europa una hipótesis para mejorar la situación: el voto a los 16 años. Esto permite reequilibrar mínimamente la balanza electoral y, recuperando la “educación para la participación” en las aulas, educar en edades tempranas en los derechos y deberes cívicos que tenemos como ciudadanía (ya que se ha demostrado que actuar antes es más eficaz que esperar a que a los 18 nos venga la “inspiración divina” y nos pase a interesar la política). ¿Parece difícil? En realidad, según el CIS, la gente de entre 18-24 años parece tener las ideas más claras y creer más en la participación, pues es el rango de edad en el que menor porcentaje se declara “apolítico”. Tal vez, hay una juventud menor de 18 años con más educación en participación de lo que pensamos.

Por otro lado, resulta bastante coherente que una persona que puede trabajar, pagar impuestos, ir a la cárcel o casarse pueda también votar: ¿por qué excluir de un derecho tan fundamental a jóvenes de 16 años, cuando pueden hacer todo lo anterior? La razón de esta exclusión tiene que ver menos con una valoración ideológica que con algo que ocurre con toda política pública: hay gente que gana y gente que pierde con esta medida.

Hay partidos que sacan mejores resultados entre las personas mayores y partidos que recaban más apoyo juvenil. Según el último barómetro del CIS, si tomamos a la población de entre 18 y 24 años, vemos que esta sería la variación en intención directa de voto, respecto a la población total: PP (-5,6), Vox (-0,7), PSOE (-0,5), Cs (+3,5), Unidas Podemos (+7,6).

La paradoja del voto a los 16 años es que, aunque la medida mejoraría la democracia actual, sigue habiendo en la misma un bloque bipartidista (PP y PSOE) capaz de tumbarla porque les perjudica electoralmente. En mi opinión, es una lástima, porque si pienso en lo que mencionábamos al inicio (una joven independentista elegida representante pública), pienso que lo que amenaza a nuestro Estado de Derecho no es que haya jóvenes independentistas que participen de la democracia, sino que haya jóvenes que le den la espalda a la democracia, porque la democracia les ha dado la espalda primero, al no darles la oportunidad, ni siquiera, de escuchar su voz.

1 Comment
  1. florentino del Amo Antolin says

    Víctor, es cuestión de Estado. El bipartidismo creó compartimentos estancos y estos están sellados ahora por el mutismo, el cálculo, intereses varios. Cuando empezó la transición, en la zona norte cantábrica, los capos de la droga campaban con una libertad inusual; ¿ Por qué se obra así ?. Una juventud contestataria en Galicia, Asturias, Euskadi- Nafarroa… No podía ser, al unirse el sentimiento de pertenencia a la raíz de sus idiomas y la lucha en defensa del trabajo como Pueblos diferenciados.
    ¿ Donde estaban los capos ubicados ?. ¿ Donde aparecieron las asociaciones de madres contra las drogas ?. Por algo muy sencillo, la dependencias matan, arruinan al ser humano, los hipotecan y crean un circulo vicioso de: Delinquir, cárcel, necesidades y enfermedades. Los confidentes, del gramo y del ramo !. El «plan ZEN» (zona especial norte) estuvo vigente demasiados años… ¡ Ser jóven, llevar deportivas, barba, o ser pintor por las casas !… la droga la manejaban de cebo y tenían dos dependencias, la droga y ser chivato, la de personas que han muerto de sobredosis.
    La gente jóven que no entró, e hizo carrera, siendo los primeros de la familia en entrar en la Universidad; pues andan por el mundo buscando el horizonte donde poder vivir. Ni siquiera pueden votar, aquel voto rogado enlaza con el mismo planteamiento de los votos y la juventud. Este País debe de romper amarras de una vez con un pasado que engulle el futuro, los brotes verdes y pisotea la dignidad de todos nosotros (los que peinamos canas también), pero con verdadero ahínco los jóvenes de aquel: ¡ Divino tesoro !. Convertido en un gran problema, pues los jóvenes no nos van a votar a nosotros… Así, que no voten a nadie !. La falta de democracia, hace al resto dependientes del «atado y bien atado»… ¿ Por qué será Victor ?.

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