Un tercer espacio a la izquierda que recupere la esperanza

  • "Nadie cree ya, tras la convocatoria de elecciones para el 10N y la tragicomedia en varios actos de estos últimos meses, que el PSOE vaya a gobernar"
  • "Con hombres de Estado habría gobierno de coalición, con adolescentes políticos no"
  • "Hay que conformar un tercer espacio progresista que, abierto, horizontal e integrador, consiga recuperar la ilusión de los desilusionados"

4

Tasio Oliver, periodista y militante de Izquierda Abierta

El multipartidismo se ha instalado en España fruto de las ansias participativas y democráticas de una sociedad que tras la crisis económica y las medidas puestas en marcha para paliarla, se sentía vapuleada por una parte, sufriendo una terrible necesidad social y desesperación humana, y engañada por otra, por una clase política que no cumplía con los requisitos mínimos de limpieza, solvencia institucional y búsqueda del bien común; en forma de movimiento social cuajó en el 15M de 2011.

Nuevos partidos y la renovación, a veces traumática, de los partidos existentes; nuevas fórmulas de participación y actividad políticas; y cambios de gobierno, sobre todo en el plano local, donde la confluencia  organizada de lo político y lo social, al albur de ese relato de cambio, consiguió gobernar un buen puñado de grandes ciudades y multitud de ayuntamientos más pequeños pero no menos importantes en 2015, fueron sus resultados más evidentes.

Pero no se gobernó el Estado ni se han podido modificar las relaciones de poder políticas y económicas heredadas de la transición, tampoco, por lo tanto, mejorar las condiciones sociales y de vida, también heredadas, del austericidio y descapitalización social del Estado con que se quiso combatir la crisis (estafa).

Por otro lado, en términos históricos, Pedro Sánchez resultaba interesante, y admirable, porque su oferta y propia biografía políticas las había pergeñado en torno a la parábola épica de luchar contra los resortes más conservadores del stablishment español, tan presentes entre la élite de su partido, doblegándolos no una, sino hasta en 3 ocasiones: no es no, primarias y moción de censura.

Quería devolver el PSOE, la mayor maquinaria política y de poder del Estado, a sus orígenes, a sus bases, a su compromiso con los de abajo y con la democracia. Era, ni más ni menos, el socialdemócrata respuesta a las demandas del 15M y expresaba que quería dialogar y colaborar con la izquierda, rompiendo la tendencia felipeanguitista, también histórica, de enfrentamiento visceral entre el centro izquierda y esa sinistra auténtica que habla casi siempre desde el púlpito.

Pues bien, ni la izquierda ha gobernado este país desde 2015 (tras 4 elecciones tampoco ha conseguido sorpasar al socialiberalismo), ni nadie cree ya, tras la convocatoria de elecciones para el 10N y la tragicomedia en varios actos de estos últimos meses, que el PSOE vaya a gobernar (si es que lo ha querido alguna vez) desde la izquierda, y digo desde, no con.

Esas corrientes, esas tendencias, por su ejecución, por los liderazgos que las han comandado, por las formas, empezaron a envejecer prematuramente, y han fracasado, y si la derecha no comete el error de concentrar a sus detractores con otra foto de Colón, la izquierda y el centro izquierda se desangrarán (aún más en el caso de Podemos) a medio plazo.

El convulso contexto internacional y la recesión que asoma harán del gobierno, y más a un gobierno que quiera imprimir un sesgo social, un trago difícil, casi imposible, y lo convertirá en un muñeco en manos de la derecha mediática y política, un hueco, un sparring. La portada de ABC, con Feijoó calentando en el banquillo, es sepulcral: Con hombres de Estado habría gobierno de coalición, con adolescentes políticos no. Si la derecha acierta en la renovación de sus líderes, a medio plazo, ofreciendo solvencia y centralidad, va a arrasar… La sangría puede ser aún mayor.

Así que el sanchismo, aunque gane por algo más, empezará a morir, como de hecho ha empezado a morir desde la convocatoria. Para tener a otro Felipe o Susana nos sobra Sánchez; y hablo de su tendencia, su corriente política, no de él o de su aparato de poder, que como el de Iglesias.

¿Y la sociedad? ¿Y la gente? La luz que nos alumbró tras la moción de censura se ha extinguido en este año mortecino. El balance es nefasto. Todos los líderes que han fracasado en este proceso negociador y último tramo electoral, repetirán como candidatos. El fracaso se premia. La gente está indignada. Y la militancia está despoblada de pluralidad, de intensidad, de debate. Está cansada de votar, de no tener solución de continuidad. El camino ha sido errático: demasiadas contradicciones, lucha por el relato, reproches vacíos… Una nómina muy pobre. La indignación puede dar paso a la abstención.

Si votamos malo, si no votamos peor; y sabemos que hagamos lo que hagamos será así hasta que los dueños del relato, o un giro de Ciudadanos presionado por las mismas élites que han domesticado al sanchismo, cambien la orientación. Eso, además de robarnos la política como herramienta útil para dar solución a problemas concretos de la gente, usurparnos el debate de las ideas y propuestas a cambio del voto que mueva unas decenas aquí, unas milésimas allá, y un voto que piden que sea por fe, al no haber excusas a su fracaso, a proyectos o desconocidos, en el mejor de los casos, o vacíos, en el peor…

¿Qué hacer?

Todo y todos aquellos/as que nos sentimos concernidos con la necesidad de responder a la irresponsabilidad de los dos grandes actores de la izquierda durante este último tramo, después de haber tomado nota, deberíamos también tomar medidas.

Ha sido la forma de poner en marcha y las características de los liderazgos que han encabezado esos espacios, los que han ido debilitando las nuevas opciones de izquierdas, y desde hace años ya, donde todos los que avisamos, contrapusimos o abundamos en alternativas, fuimos convenientemente purgados, tras previo escarnio y crucifixión pública, sólo han ido perdiendo presencia, espacio público y credibilidad política y social.

Soy consciente del poco espacio de tiempo disponible y de la dificultad de poner en común a una mirada inmensa de colectivos, partidos y personas de la izquierda social y política, a lo largo y ancho de todo Estado, para conformar un tercer espacio progresista que, abierto, horizontal e integrador, consiga recuperar la ilusión de los desilusionados, la fe de los incrédulos y el apoyo del abstencionista, bajo un programa de mínimos de cambio social, verde, institucional y político, pero no intentarlo sería al menos igual de irresponsable y desilusionante que la actuación de nuestros predecesores.

Un espacio abierto donde toda la izquierda huérfana hoy pueda reconocerse a sí misma, colaborar y aunar esfuerzos, para que el desencanto se calle, el cinismo se aparque y la esperanza se recupere.

4 Comments
  1. Mig says

    Como no dan asco ya bastante el socialiberalismo y el neocarrillismo/neoperonismo ni de izquierdas ni de derechas traigan la papelera (o el container) para vomitar, que Llamazares y Errejóny sus mesnadas de trepillas están a ver si pillan.

  2. Miguel says

    Entre todos estos y luego los enloquecidosrojipardos pasteleando confusaro y sus amigos fascistas nos quedaun panorama precioso.

  3. neike says

    Me parece más bien el sueño humedo de la derecha. Defender a estas alturas que los problemas de la izquierda se arreglan dividiendo más el voto es simplemente absurdo.

    1. Mig says

      Como que te crees que es incompatible una cosa con la otra…

Leave A Reply