Pandemia y desigualdad en la formación médica

  • "Se diría que el neoliberalismo utiliza las crisis como coartada para dirigir sus ataques contra el sistema público"
  • "Se ha impuesto un modelo de contratación de médicos y enfermeras que es fundamentalmente precario, con los profesionales encadenando un contrato tras otro"
  • "No se trata de que falten médicos y enfermeras. Lo que faltan son candidatos para aceptar unas condiciones de trabajo que no son las adecuadas"

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Se diría que el neoliberalismo utiliza las crisis como coartada para dirigir sus ataques contra el sistema público.

Es un hecho que la desigualdad se ha acrecentado desde el colapso financiero de 2008. Aún hoy sentimos las secuelas de dicha crisis, en la que las políticas neoliberales de austeridad produjeron distintos efectos sobre el sistema público que nos llevan a proclamar varias afirmaciones al respecto. Que los recortes dejaron sin recursos a la sanidad pública para afrontar la pandemia con garantías. Que esas mismas políticas dejaron a los trabajadores y s los empleados del Estado sufriendo las políticas de austeridad. Y que durante estos últimos años se ha puesto a la enseñanza concertada por encima de la pública.

He aquí una de las grandes paradojas de nuestro tiempo: la educación se ha convertido en un importantísimo mecanismo igualador, productor de igualdad, que tienen los Gobiernos progresistas, pero también en un gran factor de desigualdad y reproductor de las desigualdades que se heredan, del que disponen, aunque no solo, los gobiernos de las derechas. Una simple radiografía nos muestra que, sin ir más lejos, los colegios concertados (educación privada y barata para la población acomodada) están situados en las zonas ricas de las ciudades de las que extraen su alumnado, dejando a los alumnos más desfavorecidos para la enseñanza pública.

Solo con una educación pública robusta y universal se puede garantizar el correcto funcionamiento del ascensor social y una verdadera igualdad de oportunidades, de modo que cada generación disponga de las mismas posibilidades en la línea de salida. Pero es evidente que los tiempos no son propicios, el ascensor se desploma y la desigualdad se acentúa. Lo cierto es que ha llegado el nuevo coronavirus y ha desvelado y corre el riego de profundizar una gran desigualdad, tanto en el mundo escolar, como en los barrios y en las zonas más pobres del país, que son las más afectadas, con gran diferencia, por la covid, negando el discurso de que la pandemia no entiende de clases.

Actualmente, además, la deriva telemática de la sociedad (Zoom y Teams se han hecho tan conocidas como las estrellas de fútbol) con gran énfasis en la sanidad y la educación nos conduce inevitablemente a un refuerzo de las respectivas opciones privadas. Un ejemplo de todo esto es la respuesta a la pandemia de la comunidad de Madrid, con un gran historial de privatizaciones y presidida por una persona a la que el cargo y la covid le han quedado grandes, pero que su problema en el fondo es que forma parte de la derecha negacionista que sigue obcecada en la fracasada estrategia de inmunidad de rebaño. Un rebaño en que no todas las ovejas son iguales ni son tratadas por igual. En definitiva, ni se han contratado más médicos, ni se ha reforzado la asistencia primaria, ni se han reclutado a tiempo los rastreadores necesarios. Se ha confinado y estigmatizado, eso sí, a los vecinos más pobres en sus barrios. Los datos del incremento de los seguros sanitarios privados y de la demanda de la educación concertada hablan por sí solos. Las clases más acomodadas buscan cada día más ese recurso para recibir la atención sanitaria que no están recibiendo en la sanidad pública, así como también buscan para sus hijos de entre las diferentes opciones que hay de colegios y universidades privadas, la que consideran mejor para su educación.

En cuanto a nuestro sistema de salud, hay una particularidad que le concierne en exclusiva. El nuevo coronavirus se lo ha encontrado, además de extenuado, carente de un sistema de salud pública sólido, y con un grave problema estructural: la falta de personal médico y de enfermería, con un personal sanitario mal pagado y/o contratado en precario, con un porcentaje muy elevado sin tener su plaza en propiedad y firmando contratos de menos de tres meses, y con muchos menos médicos de asistencia primaria y enfermeras que en la Unión Europea.

Este es un aspecto que está generando gran controversia durante la pandemia; esto es, la formación médica y la supuesta escasez de profesionales. Para situarnos, la formación de los médicos es responsabilidad del Ministerio de Educación en las facultades de medicina, mientras que la formación de los médicos especialistas es responsabilidad del Ministerio de Sanidad en los hospitales y centros de salud. De modo que su formación empieza en la universidad y continúa en el sistema sanitario.

Durante los últimos años se ha impuesto un modelo de creación de universidades privadas. Las facultades de medicina han pasado de 28 a 42 en una década, y el incremento se ha dado fundamentalmente en las facultades privadas. Para empezar, este modelo es muy injusto en su sistema de acceso, ya que las notas que se necesitan son muy diferentes según se trate de una o de otras, lo que favorece a los estudiantes de las familias con más medios económicos.

Paralelamente, en la administración se ha impuesto un modelo de contratación de médicos y enfermeras que es fundamentalmente precario, con los profesionales encadenando un contrato tras otro (de días y de semanas) durante años. Esto ha dado lugar a que cada año más profesionales soliciten la convalidación de su titulación para ejercer en el extranjero y ha supuesto la fuga de miles de profesionales en los últimos años. En suma, los jóvenes se van porque falta una apuesta firme por la estabilización de las plantillas y por la profesionalización.

De modo que no se trata exactamente de que, hoy por hoy, falten médicos y enfermeras. Lo que faltan son candidatos para aceptar unas condiciones de trabajo que no son las adecuadas.

Más preocupante aún es que en los próximos diez años, según la organización médica colegial se jubilarán más de 50.000 médicos. Por ello es esencial recuperar el concepto de planificación para organizar bien, resolver el atasco importante que hay para el incremento necesario de plazas de acreditación en las unidades docentes de las especialidades, y no derrochar recursos

Recientemente, Esther Samper publicó un artículo que hacía referencia a la bolsa de 20.000 médicos en paro de los ochenta. Por aquellos años, nosotros mismos habíamos pertenecido a ella. Los problemas que tenemos actualmente son cosecha de aquellas siembras. Alguno de los que relatamos aquí, fruto de una gestión incompetente, viene de esa célebre bolsa y del continuado desequilibrio entre los miles de licenciados por año y el reducido número de plazas MIR ofertadas en los ochenta y noventa.

A la falta de planificación se habían sumado una sobreabundancia de mano de obra barata y una gestión de personal que continúa siendo bochornosa, en la que abunda la contratación en precario. Como se ve, el deterioro de la situación es innegable y su gestación viene de lejos.

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1 Comment
  1. minimal says

    Eres un chiste Gaspar, un meme en el S.XXI…
    Deja de hacerte daño, y sobre todo, deja de hacer daño a las nuevas generaciones. Es fácil, sé humilde, sé honesto, házte deaparecer.

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