El 8M: refugio de todas las mujeres

  • "Como mujer activa en del movimiento feminista, jamás pensé encontrarme con esta marea feminista tan potente, tan vital, llena de vida y de ilusión"
  • "El movimiento feminista está dando una lección a la sociedad en cuanto a organización, objetivos, conciencia y logros"
  • "Lo que les molesta no son ni las concentraciones ni nuestros murales, lo que les molesta es que las mujeres unidas reclamemos nuestro espacio y señalemos nuestras discriminaciones"

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María Pérez Segovia, Presidenta de la Asociación Feminista Las Quijotas

Ahora que ha pasado un 8M atípico, lleno de contradicciones, de inconvenientes, de prohibiciones donde ha prevalecido el patriarcado y la incuestionable presión de las derechas, y porque no decirlo, el miedo, donde el relato interesado de las posiciones retrogradas y de sus medios afines culpabilizado de la extensión de la pandemia al 8M del año pasado, es conveniente echar la vista atrás y evaluar qué hemos conseguido. Reconozco que, como feminista y como mujer, sigo sintiéndome abrumada, feliz, y orgullosa por lo que hemos vivido estos últimos 8 de marzo históricos.

Como mujer activa en del movimiento feminista, jamás pensé encontrarme con esta marea feminista tan potente, tan vital, llena de vida y de ilusión. Jamás pensé que fuera posible el sueño de unirnos tantas y tantas mujeres de diferentes generaciones, de diversos lugares y de experiencias tan heterogéneas con el único fin de seguir reivindicando todos aquellos espacios que nos faltan por conquistar y materializar. No porque no creyera en la fuerza de mis compañeras feministas, que creo sin ambages, sino porque el activismo aun siendo para muchas el motor de su vida, es un proceso agotador y muchas veces incompatible con unos tiempos y (auto)cuidados feministas. La respuesta la podemos encontrar en la propia fuerza del movimiento, donde las mujeres nos organizamos, trabajamos y colaboramos de una forma diferente a la que se ha hecho de manera tradicional desde los espacios masculinizados, demostrado que, efectivamente, España era ya feminista desde antes incluso de que lo mostrásemos en las calles y, sin duda, el feminismo anidaba dentro de todas nosotras.

Desde el año 2016 las calles de Castilla-La Mancha –y del resto del Estado- se han ido llenando cada vez más de reivindicaciones feministas todos los 8 de marzo y 25 de noviembre, entre otros días, para alzar la voz, reivindicarnos, señalar que no íbamos a dar un paso atrás en nuestros derechos y que la Democracia tenía que contar con nosotras desde todos los cambios políticos y sociales. Durante estos últimos años, el feminismo en la sociedad española se ha ensanchado aún más si cabe gracias, en buena medida, al 8M que no solo nos deja imágenes de calles de todo el Estado a rebosar, sino que nos deja algo mucho más importante: la inmensa red de colectivos, plataformas y asociaciones que se han creado para auto organizarse y generar tejido feminista a lo largo y ancho de todo el territorio. El legado que nos está dejando el 8M y las sinergias que ha creado formarán parte de la historia feminista de nuestro país de la que todas hemos sido y somos partícipes siendo ejemplo para muchas compañeras a nivel internacional. No debemos en ningún caso perder esta perspectiva a pesar de los ataques producidos este año, amparados en la defensa de la salud pública, porque hemos estado y estaremos, el 8M vino para quedarse para siempre.

No obstante, el tejido feminista surgido de forma abrumadora para el 8M no se entiende sin el proceso de concienciación colectiva sobre las violencias machistas y sexuales que se ejercen contra nosotras, las mujeres, y que implosionó debido, en buena medida aunque no solamente, al caso de La Manada en julio de 2016 cuando una joven denunciaba haber sido violada por cinco hombres en un contexto de ocio donde todas las mujeres deberíamos sentirnos seguras. Las reacciones que se desataron por parte de ciertos sectores cuestionando a la víctima así como las irregularidades que se llevaron a cabo en las primeras declaraciones de los detenidos desató una ola de apoyo entre mujeres sin precedentes en nuestro país que cuestionaba la criminalización de las víctimas de violencias sexuales en nuestra sociedad, el poco valor que se le da a nuestra palabra, la justicia patriarcal y las dificultades a las que nos enfrentamos cuando decidimos denunciar a los perpetradores de violencias machistas.

Un sinfín de mujeres nos identificamos con las vivencias de la víctima en esos momentos. Esta ola de apoyo produjo un abrazo colectivo inmenso lleno de pasión entre la mayoría de mujeres a lo largo del estado y que, además, nos ayudó a identificar cientos de situaciones de violencia sexual que habíamos vivido y vivimos en nuestro día a día y que no solo habíamos normalizado sino escondido por vergüenza. Entendimos que los espacios donde exponer nuestros miedos, preocupaciones y experiencias eran necesarios porque todas, en un momento u otro de nuestra vida, habíamos experimentado procesos muy parecidos y desde esa concienciación y solo a través de ese empoderamiento colectivo podíamos inaugurar un nuevo camino para todas las mujeres. Quizás no debemos olvidar que el éxito de estos años se ha basado en unos objetivos que todas las feministas compartimos y unos consensos que estaban ya superados para no dejar de construir y sumar juntas. Ante lo conseguido no podemos permitirnos dar ni un paso atrás.

Y fue así, hablando, debatiendo, creando espacios seguros, comunicándonos, cuando nos dimos cuenta de lo importante que era estar unidas. Actualmente no existe provincia en Castilla-La Mancha que no tenga presencia feminista de algún tipo y que no se haya sumado a las reivindicaciones que ha desatado el 8M, destacando especialmente la red del mundo rural que ha seguido el ritmo a las grandes ciudades y capitales de y que es la clave de que el 8M haya supuesto un éxito de los movimientos sociales recientes. No debemos olvidarnos, en ningún caso, de la importancia del mundo rural en gran parte del territorio nacional y la complejidad que surge cuando se denuncia un caso de violencia dentro de nuestras pequeñas poblaciones.

El movimiento feminista está dando una lección a la sociedad en cuanto a organización, objetivos, conciencia y logros, llevando a cabo este 8M concentraciones con las medidas de seguridad más estrictas que se han visto desde que nos empezó a asolar esta pandemia. Las feministas jamás nos limitamos a pensar en nosotras, pensamos en todas aquellas que han sostenido a este país desde hace un año sobre sus hombros.

Mientras tanto, ahí afuera, sin el menor recato ni vergüenza, hay partidos políticos y asociaciones ancladas en la nostalgia de su pasado, medios de comunicación conservadores y una elite oligarca reunida en torno al capital esperando nuestra desaparición. Todo ello porque el 8M ha sacudido y cuestionado el statu quo del patriarcado a nivel político, judicial, social y económico. No nos engañemos: lo que les molesta no son ni las concentraciones ni nuestros murales, lo que les molesta es que las mujeres unidas reclamemos nuestro espacio y señalemos nuestras discriminaciones. Y lo que pretenden es que tengamos miedo, que nos asustemos y estemos atemorizadas como una víctima ante su agresor. Por eso el 8M es más necesario que nunca; porque qué es el feminismo sino el techo que nos cubre en un hogar que construimos con ayuda y apoyo mutuo; qué es el feminismo sino el refugio donde caben todas las mujeres y sus luchas; qué es el feminismo sino el calor entre todas las mujeres que se son atravesadas por la apisonadora de discriminaciones del patriarcado. El año que viene, volveremos a gritarlo con más contundencia si cabe: la revolución feminista será, y será la de todas las mujeres.

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