Sobra personal

Juan Rosell, presidente de la CEOE, tiene una cara enorme. Físicamente hablando, digo. Tanto es así que, cuando fue entrevistado en “Los desayunos” (TVE), los cambios de plano resultaban de una violencia insoportable: pasaban del rostro dulce y equilibrado de Ana Pastor, al careto tenso y avinagrado del empresario de todos los empresarios. Tiene este hombre una fachada tan ancha y profunda como un cajón flamenco, con cejas como setos de madreselva, nariz del calibre del pico de un minero, dientes entrecruzados de escualo, orejas del porte de chuletones, diminutos labios de monja de clausura y la mirada ladina y torva del chupasangres. En la cumbre de esa imponente calavera, una tupida maraña de cabellos tordos formando algo parecido a olas sobre sus orejas. ¿Recuerdan al abuelo de los Monsters? Pues de ahí podría venir semejante desbarajuste genético.

Afortunadamente, el interior de ese puzle contiene un cerebro muy bien amueblado. Rosell no solo es un fino estratega. También parece un contertulio de nivel, un analista tan gruñón como directo y sincero. “Un joven puede estar un año trabajando a prueba, y después ser despedido sin ningún derecho. Eso es trabajo temporal ¿no?”, pregunta Ana Pastor. La adrenalina del empresario se dispara: “No está hecho con esa intención… Pero hagámoslo todo sumamente fácil, sumamente flexible”, sentencia. ¿Que parezca un accidente?

Pastor: “¿Podemos llegar a los seis millones de parados?”

Rosell: “Todo es posible, ojalá no”.

Pastor: “Usted dijo que, milagrosamente, un mes antes de dejar de cobrar la prestación los parados encuentran trabajo…”.

Rosell: “Es lo que dice la estadística, es lo que hay, no hay otra cosa”.

Pastor: “¿Va a haber una reducción de empleados públicos?

Rosell: “Pues posiblemente sí. Sobra personal”.

¿Sobra personal? Poco más que añadir. “Bueno, no se me enfade que a mí me pagan por preguntar”, dice Pastor, quizá amedrentada por la proximidad de tan descomunal jeta. Rosell, insisto, es hombre de enorme cara. Su discurso, sin embargo, resulta diminuto, por atropellado, esquivo e hipócrita: “¿Cómo mejorar los datos sobre el paro? Hacer desaparecer la EPA (Encuesta de Población Activa) y fabricar los datos de otra manera”, asegura el líder de la CEOE. Mucha ira contenida, cierta tendencia a levantar la voz y una roca donde debería haber una cara.