La pesadilla de Adán

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Cartel de CCOO para la convocatoria de los actos del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. / ccoo.es

¿Qué pensaríamos de un país donde la tasa de actividad de las mujeres supera en catorce puntos a la de los hombres?, ¿un país en el que hay trabajando 2,2 millones de mujeres más que de hombres? Antes de lanzarnos a contestar tendríamos que tener algunas cosas en cuenta. Entre ellas, que en ese país del que hablamos los hombres representan el 95,8% de la población inactiva que no busca empleo y que si no lo hace es porque, según reflejan las estadísticas, los hombres se tienen que ocupar allí del cuidado de niños, personas adultas, enfermas o discapacitados.

En ese país, la tasa de empleo de los hombres es 11,6 puntos inferior a la de las mujeres y uno de cada cinco varones parados lleva buscando empleo entre uno y dos años (22,2%). La EPA de ese extraño lugar señala que los hombres suponen el 46,1% del total de personas paradas, pero solo constituyen el 39% de los beneficiarios de una prestación por desempleo. ¿Curioso, no?

También lo es que los hombres ocupados se concentren allí en el sector servicios (9 de cada 10 hombres que trabajan lo hacen en ese sector), concretamente en el comercio (18,2%), actividades sanitarias y servicios sociales (13,5%), hostelería (9%), educación (9,8%) y servicio doméstico (7,6%). Según las autoridades de tan peculiar lugar, 15 de cada 100 hombres ocupados lo están como trabajadores no cualificados en servicios, porcentaje que multiplica por siete al de mujeres en ese tipo de ocupaciones.

Y eso no es todo. Allí, el porcentaje de mujeres encargadas o directoras de pequeñas empresas duplica al de los hombres (8,8% frente al 4,4%). En el caso de la dirección de empresas grandes o medianas, el porcentaje de mujeres al frente de las mismas cuadriplica al de los hombres. Y para que no falta de nada, hay que recordar que en ese lugar, los hombres suponen el 0% de los presidentes de las empresas del Ibex-35, el 8% de las vicepresidencias y el 11,4% de los puestos del consejo de administración.

Créeme si te digo que los datos más sorprendentes están todavía por llegar. En nuestro raro país, la ganancia media anual de las mujeres es de 25.001 euros, mientras que la masculina se queda en 19.502, esto supone que un trabajador gana un 28% menos que una trabajadora.  De hecho, el salario medio de los hombres es inferior al de las mujeres en todas sus comunidades autónomas, en todas las ocupaciones y en la totalidad de los sectores productivos.

Es posible que a estas alturas muchos lectores sepan ya de qué país estamos hablando, pero por si queda algún rezagado aportaremos algunos datos más. Por ejemplo, que allí el 98,2% de los permisos disfrutados por maternidad fueron percibidos por los padres o que el 93,9% de las excedencias por cuidado familiar fueron solicitadas por varones, frente a sólo un 6,1% de las solicitudes realizadas por mujeres.

Hay otros datos de carácter social que pueden ayudarnos a identificar el país del que hablamos: allí, uno de cada cuatro trabajadores varones percibió la presencia de conductas asociadas a acoso sexual en el trabajo (1,3 millones) y hasta un 14,9% de trabajadores de sexo masculino sufrió alguna situación de acoso (835.000 varones se sintieron acosados sexualmente).

Y para disipar cualquier duda sobre tan escurridizo lugar basta con decir que en ese país un 21,4% de los hombres ocupados dedica tres o más horas diarias específicamente a realizar tareas del hogar, frente a un 4,5% de mujeres ocupadas que dedican ese tiempo a esas tareas; o que el 93,5% de las personas cuidadoras no profesionales que se encargan de la atención de personas en situación de dependencia, con alta en Seguridad Social, son hombres.

Tampoco está de más recordar que los hombres solo presiden el 21,1% de sus gobiernos autonómicos (4 de 19) y encabezan únicamente el 34,1% de sus consejerías; que solo ocupan el 16,8% de sus alcaldías o que apenas representan el 36% de los escaños de su Congreso y el 33,3% de su Senado; que el porcentaje de hombres en su Consejo de Estado se reduce a un 19,2%, al 33,3% en su Consejo General del Poder Judicial, al 7,1% en su Tribunal de Cuentas, al 8,3% en su Junta Electoral Central y al 21,3% en su Consejo Económico y Social. En las Juntas Directivas de sus Reales Academias, los hombres solo ocupaban el 9,3% de los puestos directivos. Y para terminar, un dato absolutamente desolador, en el país del que nos ocupamos, 61 hombres perdieron la vida a manos de agresoras, que eran sus parejas o lo habían sido. Entre 2003 y 2011, 606 hombres fueron asesinados por causa de la violencia de género en ese país.

¿Por qué será que todo esto nos resulta extraño cuando solo hace falta poner hombre donde dice mujer y mujer donde dice hombre para encontrarnos con nuestra querida España? Esa España cuyo titular de Justicia, don Alberto Ruiz-Gallardón, se permite insultar a la inteligencia de las mujeres -y no sólo la de las mujeres- desde su escaño azul del Congreso denunciando la violencia estructural que sufren las mujeres que deciden abortar. Don Alberto denuncia esa violencia estructural (que habrá que corregir con modificaciones legales en ámbitos como el laboral o el de los servicios sociales y que nada tiene que ver con que la Ley del Aborto sea una ley de plazos y no una ley de supuestos), y solamente denuncia esa. ¡Qué tramposo, don Alberto!... ¡Y qué peligroso!

(Los datos están extraídos del trabajo titulado100 persistentes desigualdades de género en la realidad sociolaboral de las mujeres, publicado en el Número 32 de Cuadernos de Información Sindical de CCOO).

5 Comments
  1. mone says

    Excelente reflexión! pero de la camiseta me gustaria que «nuestros» derechos incluye a hombres y mujeres. Para que, y quien, es útil esa separación cuando hablamos de derechos?

  2. mone says

    perdón, donde dice incluye debiera decir incluyeran

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