Julián Sauquillo
La propia vida puede ser narrada de varias maneras sin contar necesariamente batallitas. Supe del puritanismo de los viejos socialistas republicanos en mi infancia. Un ya anciano trabajador de “artes gráficas” me contó el escrúpulo con que inventariaban lo requisado en la defensa de Madrid y cómo evitaban “extravíos”. Escapó por los pelos de la pena de muerte tras la guerra (sus ocho hijos presenciaron su juicio en primera fila en el Tribunal Supremo, advirtiendo así que podían dejarles huérfanos), primero sufrió la cárcel de Porlier, más tarde cinco años de reclusión en Alcalá de Henares y, finalmente, un año de destierro en Valencia. Se movilizó en la clandestinidad hasta que comenzaron las primeras detenciones franquistas y priorizó sostener a su familia numerosa en vez de volver a la cárcel. Murió antes que el dictador. Era mi abuelo. Uno de sus descendientes quiso ser aviador, pero vio truncados sus deseos al ser hijo de los derrotados. Era mi tío. Acabó también en “artes gráficas”, oficio tan socialista como el de panadero. Se cuenta que dos primos suyos iban a la sección pobre de la escuela de los jesuitas. Hasta que un “hermano” les preguntó qué era su padre y contestaron “socialista” en vez de “marmolista”. Fueron expulsados y esta historia queda como un chiste negro de Gila. Tantos hijos del patriarca, más uno después adoptado, no pudieron más que aprender algún oficio. Atrás quedaron las clases de esperanto, de música y las entradas de Ortega, Besteiro, Cajal al Círculo Socialista del Sur en la calle de Lavapiés de Madrid. Todos eran perdedores sin esperanza.
Una de las hijas de aquel viejo socialista, en una Feria del Libro, recriminó al “niño republicano”, Eduardo Haro Tecglen, por haberse puesto la camisa azul para salvar a su padre del fusilamiento. Ella no lo hizo ni para esto. Y el gran periodista aprovechó para encajar y aludirla en una de sus columnas como heroína plus cuan republicana. Hizo campaña en las municipales con un zapatero, más o menos acomodado y su cuatro por cuatro, en favor de Enrique Tierno Galván. Las visitas a empresas como la SEAT fueron frecuentes. Ganaron las municipales, contra todo pronóstico, pero no tuvo cargos. Fue mujer de mítines, pegadas, alguna visita al parlamento europeo con camaradas y, sobre todo, sábados de proselitismo. Todos los sábados por la mañana, en la Plaza de Prosperidad de Madrid, coincidían comunistas, socialistas, hedillistas y un variado pelaje de animales políticos en la mejor convivencia vecinal. No recuerdo premio alguno por hacer acopio de propaganda y defender a pie de calle lo que pensaban. Se trata de mi madre, que perdió la memoria biológica justo al derrumbarse este mundo de ayer. Nadie elige a sus padres o a sus abuelos –cuestión distinta es que tantos y tantos progenitores influyentes hayan favorecido profesionalmente mucho con su capital social y político a sus alevines-, así que nadie puede ufanarse de antepasados políticos tan correctos. Sin embargo, los ancestros dan un recuerdo comparativo de los cambios habidos en la política.
Entre aquellas matinales socialistas de los sábados con la mesa del partido y la alfombra roja, reciente, con música de estrellas para recibir a los ministros en el Congreso que tocaba, como si Hollywood fuera, median capítulos importantes de esta historia. Luís Gómez Llorente como gran desaparecido, Ernest Lluch en la fila del teatro sacándose sus entradas, Gregorio Peces-Barba presidiendo con señorío el Congreso, Luís Roldán huyendo de la justicia por Portugal, Felipe González y Alfonso Guerra escenificando su ruptura y muchos otros fogonazos quedan por el camino. La rápida formación de cuadros, para la dirección política del Gobierno y la Administración tras el 82, abrió siempre una lucha en las agrupaciones socialistas por el desempeño de puestos públicos relevantes.
La expresión del pluralismo político y la participación política, el funcionamiento libre dentro de la Constitución y el debido funcionamiento democrático de los partidos quedan, hoy, como un “desideratum” legal (art. 6 del Título Preliminar de la Constitución española), muy menoscabado por la lucha política de los muñidores de estrategias de ascenso en su seno. Roberto Michels podría haber corroborado la ley de hierro de las oligarquías –la consolidación en la cumbre política de los más ocupados y constantes en las tareas partidistas en el PSOE, independientemente de su capacidad de gestión pública. Indudablemente, nuestros tiempos son de “políticos que viven de la política” –por la especialización necesaria y remunerada en las tareas públicas- y no de “políticos que viven para la política” –normalmente, aquellos oligarcas que eran parlamentarios por el poder patrimonial que guardaban. Pero la selección de los “mejores” en la lucha oscura de las agrupaciones deja mucho contenido y formación que desear. Además de experiencia política, se requieren conocimientos técnicos y una orientación ideológica que el combate porque la propia lista sea ganadora en la agrupación no da. Más bien, la lucha interna por el voto del aliado político genera clientelas y brega en oscuras mañas. Y, además, aparta de cualquier estudio.
A pesar del desánimo que reflejan las encuestas de Demoscopia por la inoperancia y falta de escrúpulos de los partidos, las asociaciones partidistas y las elecciones democráticas son imprescindibles. Las renuncias de los ex miembros del gobierno a cantidades de ochenta mil euros, por elección de sus sueldos de diputado en vez de las indemnizaciones por cesantía, es un camino de austeridad de la “clase política” (real decreto-ley 20/2012, de 13 de julio). Tal gesto prescrito les acerca al electorado que les eligió y hoy padece el desempleo y el hambre. Pero hay que seguir con los esfuerzos, abundar en los ajustes para nuestros representantes, no vaya a ser que la “clase política” se empecine en algunos intereses de la propia clase. Y, entonces, la brecha entre el electorado y los electores será más aguda, mayúscula.
Muy bueno.
Mis padres fueron falangistas de toda la vida y tuve que salir de la atmósfera turbia de mi infancia con algo de estética y buen humor. Quedé tocada
Todavía hoy se notan las dificultades que tuvimos muchos para salir adelante en una España franquista y tardofranquista. Lástima que ahora no tengamos la ilusión con que comenzamos la Transición. Estamos desmoralizados dentro de la izquierda
¡Valiente pena! A nuestra madre le hubiera gustado leer tu artículo, pero ahora… aunque aún no ha oscurecido duerme y mañana, cuando se despierte, no se acordará de casi nada. Eso sí, cuando aún no había perdido –como tú dices- la memoria biológica se sintió, además de socialista como el que más, muy orgullosa de su hijo. Ahora –aunque está dormida- se lo he contado al oído: Bonito artículo ha escrito tu hijo, mañana te lo leo mamá, te va a gustar.
Ao Brasil estamos intentando que los corruptos sean condenados (tenemos un juicio de dimensiones históricas sobre el PT por presuntas desviaciones económicas y amaños). La gente tiene que ver que las leyes penales se aplican a los políticos corruptos o habra desengaño político enorme