¿Qué hacemos con la política económica?

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La editorial Akal y un colectivo de periodistas han puesto en marcha una iniciativa editorial que, bajo el interrogante, Qué hacemos, trata de dar respuesta a una gran cantidad de preguntas que están surgiendo en un amplio abanico de temas sociales, políticos y económicos. Estas preguntas, sin resolver por los conductos ortodoxos tradicionales, están tratando de ser contestadas por un colectivo muy amplio de expertos, cuyo denominador común es no comulgar con el poder establecido, y que presentan perfiles heterodoxos y críticos con el sistema.

Esta iniciativa, cuyo único objetivo es intelectual, se enmarca dentro de una gran corriente de pensamiento que ha llegado a la conclusión que no se puede seguir engañando a la sociedad con el argumento que todos los acontecimientos que están acaeciendo son irreversibles y que no hay alternativa a las políticas oficiales. Una de estas disciplinas es la economía, probablemente donde el fracaso de sus consignas, recetas y explicación de la crisis económica es más palmaria, por lo que esta iniciativa de reflexión tiene más sentido, si cabe.

La mal llamada ciencia económica lleva muchas décadas enseñando premisas falsas en las facultades. Modelos de comportamiento de los agentes económicos, racionales y movidos por preferencias cardinales, que tratan de maximizar funciones de utilidad o del consumidor y productor que chocan contra toda la lógica real de cómo consumidores o productores actúan. Estos mismos modelos nos pintan los mercados como ejemplos imbatibles de entes eficientes, en los que empresas y consumidores cohabitan e interaccionan permanentemente en equilibrio, sin que existan ninguna fricción, excepto en situaciones transitorias que siempre convergen al equilibrio estable. Modelizar de forma matemática todas las acciones de empresarios y consumidores alcanza la categoría de dogma y mantra al diseñar la política económica sobre la base de las soluciones informáticas de dichos modelos, sentando cátedra sobre las soluciones para el desempleo, crisis de deuda, o recesión con inflación.

Esta pléyade de supuestos científicos que acaban asesorando a los Gobiernos, siempre de corte conservador, que en España se concentran en FAES o FEDEA, no tienen empacho en seguir incurriendo en los mismos errores que en el pasado, manteniendo los principios neoclásicos y la fe en el Consenso de Washignton, y que tanto daño hicieron en el pasado a todo un subcontinente como el de  América Latina. El conformar de estos economistas lobbystas siguen imponiendo la creencia de la exogeneidad de la demanda de dinero, la validez de políticas de oferta para cualquier episodio cíclico, independiente de su origen, la austeridad como panacea para paliar las crisis de sobreendeudamiento, y perpetuar la inequidad como fórmula para incentivar a la sociedad a que ascienda o descienda en el escalafón social.

Reducir salarios, eliminar derechos sociales y laborales y convertir en estructural la negociación individualizada en materia laboral, son otras de las falacias que han corroído a buena parte de dirigentes políticos europeos, incluyendo a la familia socialdemócrata, que ha terminado por sucumbir ante el brillo de ciertas prebendas que el gran capital ha permitido repartir.

Cubierta de 'Qué hacemos con la política económica'.

La consolidación de la desfiscalización de buena parte de la actividad económica, especialmente de los contribuyentes de mayores rentas y patrimonio y de las sociedades mercantiles más opulentas, bajo la premisa de que si se les grava demasiado deslocalizarán sus patrimonios, sin duda refleja la ruptura del Contrato Social que Rousseau diseñó, que fue la base del progreso tras la II Guerra Mundial y que ha permitido alumbrar sociedades cohesionadas, algo que en España nunca se pudo disfrutar.

Estos mismos economistas, en su mayoría con puertas giratorias con los grandes lobbys financieros, también han sido los responsables de la desregulación financiera que ha sido una de las patas necesarias para provocar, sin duda, la mayor crisis financiera y económica de las últimas décadas. La defensa de operaciones opacas, derivados financieros comercializados entre una población con un grado de analfabetismo financiero elevado, ha generado pingües beneficios para entidades financieras, que luego pasean a sus economistas jefes por platós de televisión a defender las bondades de las participaciones preferentes o de los CDS.

Esta corte de supuestos salvadores también ha consagrado las políticas de endeudamiento de los hogares, defendiendo la especulación en la compra de inmuebles,  con un concepto del urbanismo que ha destrozado el litoral español. Aquí de nuevo se solapan la ideología y la ignorancia sobre el funcionamiento real de los mercados de vivienda y suelo, que han sido condiciones necesarias para la burbuja inmobiliaria, generadora de un drama en forma de desahucios para una gran parte de la clase media y baja en España. Las grandes soflamas sobre las bondades de la liberalización absoluta de la venta de suelo y la posibilidad de construir en cualquier lugar del litoral, sin tener solventados los servicios necesarios de agua o sin respetar el medio ambiente, son otros ejemplos de cómo ha actuado la corte de economistas al servicio del poder establecido.

Frente a esta corte de economistas neoclásicos, y en muchos casos vendidos a los distintos lobbys, esta iniciativa editorial trata de alumbrar un nuevo paradigma económico que presente soluciones distintas a los que quieren consagrar una sociedad cada vez más empobrecida, injusta, en la que la inequidad sea cada vez más elevada y en la que los servicios públicos dejen de ser universales y únicamente atiendan los casos de estricta beneficencia. En este relato que hemos lanzado algunos economistas que no nos resignamos, se pone de manifiesto que un mundo en el que las transacciones financieras suponen el 250% del PIB mundial es insostenible. Cuando se abandona la política industrial, y únicamente se mantienen los servicios con bajo valor añadido, se consagra un mercado de trabajo dual entre trabajadores estables y una gran mayoría de trabajadores sin derechos laborales y con salarios cercanos a los de subsistencia. Para luchar contra ello, se proponen cambios drásticos en la regulación financiera y el establecimiento de tasas que disuadan los movimientos de capital especulativos.

En la misma línea, se plantean cambios muy profundos en la fiscalidad de grandes patrimonios y sociedades mercantiles, que permitan hacer sostenibles los ingresos fiscales necesarios para poder prever servicios universales de educación, sanidad, servicios sociales y de dependencia, así como cultura y vivienda, que permitan consagrar sociedades cohesionadas, equitativas y prósperas.

Nada de esto será posible si no se da una solución a un grave problema de sobreendeudamiento privado y por ende público, algo que es incompatible con la austeridad expansiva, eufemismo que han logrado colar entre el subconsciente social y político. El establecimiento de mecanismos de quitas ordenadas de deuda privada, y también de deuda pública es un reto para modificar el mantra que toda la deuda actual se podrá pagar, lo que está detrás de la obcecación de salvar con dinero público todo el sistema bancario, aunque una gran parte esté quebrado. Y hay otras soluciones para el mercado de la vivienda, y el mercado laboral que primen la dignidad y la equidad de la población, junto a salarios dignos, derecho a la negociación colectiva y búsqueda de una tipología de trabajador formado y motivado, cuyo incremento de la productividad se reparta entre la fuerza del trabajo y del capital.

En resumen, mientras no se deje filtrar entre el pensamiento colectivo las fórmulas alternativas de gestionar la economía y se extienda a los programas de formación de futuros economistas, seguiremos en las manos de la fuerza doctrinal que ha fracasado rotundamente en el devenir económico contemporáneo. El reto es poder contestar a todas las preguntas que esta colección editorial se ha formulado desde la heterodoxia.

 (*) Alejandro Inurrieta es economista y coautor de 'Qué hacemos con la política económica'.
Las 10 primeras páginas de Qué hacemos con la política económica.
1 Comment
  1. sabijondo says

    ¿Y qué hacemos con estos tíos?

    http://prostivaricacion.blogspot.com.es/

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