Empecemos por los principios

Dice el periódico que el tráfico de animales financia a terroristas y guerrilleros. La noticia coincide con el hallazgo de carne de caballo en las albóndigas de IKEA y los canelones de La Cocinera. Se trata de dos informaciones que, pese a ser sendas animaladas, no tienen relación: la primera analiza el trapicheo con fauna salvaje, mientras que la segunda es simple delincuencia doméstica. Es decir, que pese a lo que cuesta montar un sofá cama de IKEA y al sabor a fritanga que dejan los congelados de La Cocinera, los dueños de estos negocios no son ni terroristas ni guerrilleros. Son empresarios de éxito.

Con esta noticia, IKEA y La Cocinera ven manchadas con bosta de equino sus resplandecientes marcas comerciales. Un drama, porque la marca de una empresa es cosa seria: su seña de identidad, su bandera. Ahí tiene usted Bankia, entidad financiera que para blanquear su deteriorada imagen acaba de estrenar una campaña publicitaria construida alrededor de un eslogan irresistible: “Empecemos por los principios”. ¿Lo pilla? Los principios…No los puntos iniciales o primeras etapas de algo extenso, no, sino las máximas, ideas o normas personales que rigen el pensamiento o la conducta.

Nada más conocerse la ingeniosa frase, que encabezará los anuncios de la campaña publicitaria de televisión, radio, medios impresos e Internet, clientes, inversores y público en general han reaccionado como cabría esperar: las acciones del primer banco español por negocio doméstico, dirigido por José Ignacio Goirigolzarri, han sufrido una espectacular caída, concretamente del 7%, descendiendo hasta los 0,29 euros y marcando un nuevo mínimo histórico. Desde su salida a bolsa, nunca habían cerrado a un precio tan bajo.

¿Empecemos por los principios? Me temo que Goirigolzarri quiere resetear Bankia. Hacer ese borrón y cuenta nueva con el que cada vez sueña más gente de bien en nuestro país. ¡Ay, si no hubiéramos dejado esto en manos de Rato! ¡Ay, si no hubiésemos querido ahorrar 0,2 céntimos en cada docena de albóndigas! ¡Ay, si no hubiésemos confiado las perras del partido a ese hombre de cuyo nombre no podemos acordarnos!

Empecemos por los principios, señora Cospedal. Es decir, por utilizar un lenguaje llano, popular, comprensible. Porque decir que “La indemnización que se pactó, en forma de simulación de lo que antes era retribución, tenía que tener retención a la Seguridad Social”, no es digno de un miembro del Gobierno del PP. Ni Groucho pasado de anfetas hubiese construido un trabalenguas tan embarullado, tan espeso, tan poco de fiar. Lamentablemente, Cospedal no tiene el talento del humorista neoyorquino, y su discurso cada vez es más confuso. ¿Contrato simulado e indemnización en diferido? Empecemos por los principios…