Semana de pasión

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Toro_Ratón
El toro 'Ratón', en una imagen de archivo. / Efe

Escribo el post de hoy desde la más absoluta desolación, destruido por la pérdida, dispuesto a vivir una semana de dolor y tristeza. Ha muerto el toro Ratón. El propietario ha anunciado, entre llantos, que el animal será embalsamado. No porque el astado sea considerado bolivariano, sino por haberse convertido en todo un símbolo de esta España que nos ha tocado vivir. Ratón era una leyenda. Había matado a dos personas, qué pena, y herido de gravedad a decenas, qué lástima, pero se contaban por miles los ciudadanos que se divirtieron como energúmenos viéndole correr por las plazas de sus pueblos con los pitones ensangrentados. Fueron cientos las fiestas populares que engrandeció con su estremecedora presencia, con sus cornadas terroríficas. El astado fenecido era único sembrando de pánico, dolor y excrementos las calles de las afortunadas localidades que podían permitirse el lujo de contratar sus exclusivos y criminales servicios. Ratón garantizaba el miedo, la sangre y la muerte. La ciudadanía lo adoraba.

Ratón era uno de los nuestros. Y se nos ha ido en plena Semana Santa, cuando más necesitamos que entretenimientos de calidad, como los encierros, nos alejen de la España negra y nos acerquen a la Europa de la ilustración y el conocimiento.

¿Qué nos queda, ahora que ya no tenemos a Ratón? Solo la fe. Y algunos pequeños caprichos carnales que sustituyan el placer físico que producía correr delante de los cuernos de un toro asesino, purita adrenalina. Un ejemplo: que el nuevo Papa te lave los pies.

Francisco limpiará los 24 pinreles de una docena de afortunados. Con sus propias manos, y durante la misa de la Cena del Señor. El papa efectuará el tradicional lavado de pies imitando lo realizado por Jesús con los apóstoles. Los elegidos son doce menores, vaya por Dios, recluidos en el reformatorio de Casal del Marmo, en las afueras de Roma.

¿Ve usted como no se puede perder la esperanza? Cuando parecía que no había salida, y que a las losas del paro, la corrupción, la crisis económica y la mediocridad política teníamos que añadir la muerte de Ratón, aparece el nuevo Papa y nos da una lección de humildad. Y es que Dios aprieta, pero no ahoga.

3 Comments
  1. qq says

    Qué cinismo el del PapaPaco y cía. En vez de tirar de Lagarto, seguro que al reformatorio (o a cualquier otra institución social) le vendrían mucho mejor los cuartos que se sacarían de subastar un par de candelabros o de relicarios de esos de plata maciza que se encuentran a pares en cualquier museo diocesano. Pero ya se sabe, en lo que viene siendo eso de la coherencia, la Iglesia no está para dar lecciones precisamente.

  2. Mecacholo says

    ¿Plata, Qq? ¿Seguro que era plata? ¿No sería platino?
    Genial post, Jefe. Lo peor de las vacaciones es que tardo más en leer tus posts. 🙂
    Incluiré a Ratón en mis oraciones.

  3. Neo says

    Al loro, que el otro día vi la noticia como excusa de la promo que han realizado los dueños del hijo de ratón para ponerlo en el mercado … ¿noticia? no, marketing de la ejpaña profunda y sin complejos.

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