En la muerte de Carlos París: la situación del Ateneo de Madrid

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Julián Sauquillo

Fotografía de archivo del 29 de enero de 2002 del filósofo, escritor y presidente del Ateneo de Madrid, Carlos París. / Alberto Martín (Efe)
Fotografía de archivo del 29 de enero de 2002 del filósofo, escritor y presidente del Ateneo de Madrid, Carlos París. / Alberto Martín (Efe)

El pasado viernes treinta y uno de enero, por la tarde, falleció el filósofo comunista Carlos París (1925-2014). Se esperaba velar su cadáver en el Salón de Actos del Ateneo de Madrid entre el sábado y el domingo inmediatos. A pesar de su elevada edad, mantenía toda su ilusión y dedicaba sus energías al Ateneo que presidía. Me queda en el recuerdo su inicial y sugestiva conferencia sobre Unamuno y Heidegger. Su alocución precedió a una etapa dilatada de mandato presidencial en esta institución casi bicentenaria. Su tono brillante como conferenciante coincidía con un criterio muy personal de dirigir la “docta casa”. En las elecciones, fue apoyado por sectores críticos –identificables por un seminario de lectura de El Capital de Carlos Marx, iniciado en torno a Jesús Ballesteros-. Pero fue capaz de romper las alianzas que distrajeran, en su criterio,  el camino más apropiado a seguir. Mucho antes de llegar al Ateneo, el cierre del  Departamento de Filosofía que había compuesto en la Universidad Autónoma de Madrid (fue su director entre 1968 y 1992), bajo el franquismo, le había concedido una merecida leyenda de filósofo opositor a la dictadura.

De alguna forma, en la sociogénesis más solvente que se haya escrito sobre la filosofía española bajo la dictadura, aparece como un dispositivo académico para la promoción de sus destacados discípulos: Javier Sádaba en la ética, José Jiménez en la estética y Tomás Pollán en la antropología filosófica (Francisco Vázquez García, Herederos y Pretendientes. Una lectura sociológica (1963-1990), Abada, Madrid, 2009). La persecución académica franquista sobre otros profesores tan destacados como Fernando Savater, Santiago González Noriega, Pedro Ribas o Ludolfo Paramio, expedientados en la Universidad Autónoma de Madrid, recayó también contra Carlos París. El seminario fundacional del pensamiento nietzscheano se organizó en 1972, publicado como En favor de Nietszche (Madrid, Taurus, ) en un contexto creado por él. Como suyo fue el impulso dado, desde la UAM., a la revista Teorema dirigida por Manuel Garrido. Igualmente codirigió la imprescindible revista Teoría con Miguel Sánchez Mazas. Sus inquietudes filosóficas se debatieron entre las cuestiones morales, políticas y, muy decididamente, científicas. Su última y muy bien recibida publicación es Ética radical. Los abismos de la actual civilización (Tecnos, Madrid, 2012). En el año 1973, sufrió el cierre de su Departamento, y fue Decano de la Facultad de Filosofía de la UA iniciada la democracia. En el campo de la filosofía, Carlos París fue también un impulsor de otros –mediante tertulias, universidades y asociaciones que lideró-. Mientras que fue muy personal su implicación en el gobierno del Ateneo. Completó cuatro mandatos de dos años desde 1997. No cabe descuidarse en gobierno tan cara a cara como el que allí se da. Manuel Azaña decía, antes de la guerra, que presidir el Ateneo le había supuesto más esfuerzo que presidir la Segunda República. Algunos de los más necios críticos de París resaltaron sus orígenes falangistas, compartidos, por otra parte, con filósofo tan respetado como Manuel Sacristán.

Hace dos meses, París nos recibió a unos socios que propugnábamos una reforma del Reglamento del Ateneo -para adaptar su organización a la Ley de Asociaciones- acompañado de algunos de los miembros de Junta de Gobierno. Carlos París nunca dejó de ser un universitario aún metido en política. Pudo ser uno de los últimos partidarios del cuerpo de catedráticos como un grupo de excelentes que honraba al resto de la sociedad. Allí se prodigaron los tratamientos de respeto que parecían complacerle en grado sumo. Y él solicitaba con educación exquisita conceder más confianza a la Junta de Gobierno. Unos mandatos más largos en el tiempo, de cuatro años, y unas Juntas Generales de socios más espaciadas, trimestrales, que dificultaran una oposición feroz, eran los dos núcleos de la reforma que propugnaba. Carlos París se mostró como un demócrata que no concede más credibilidad que las urnas. No hizo concesiones a los que pierden las elecciones y desean gobernar de facto, mediante el golpe de mano asambleario. Entre despistados, modernos, conservadores y algún  masón excelente, la reunión se cerró con anuencia al presidente. Era un presidente pragmático y crítico con las oposiciones minoritarias que dificultan rudamente las iniciativas de gobierno. Su tono fue optimista dentro de la gravedad económica que atraviesa el Ateneo tras quedarse solo sin apenas ayuda pública alguna. Confiaba en estar ejerciendo una presidencia decente y entregada a sostener una tradición republicana y cercana a los movimientos sociales.

Política y economía son, hoy, dos aspectos indivisibles en instituciones deficitarias como el Ateneo y el Círculo de Bellas Artes. Carlos París fue un presidente realista, consciente de la necesidad de obtener fondos privados mediante alquileres de los espacios de la casa. Su delegación a los miembros modernizadores y contables de su Junta de Gobierno no fue nunca desentendida. Bajo su presidencia, el Ateneo sufrió un descenso del número de socios a en torno los dos mil socios, debido a la crisis. Carlos París supo bandear contra viento y marea este infortunio. Lo hizo como si la nave del Ateneo fuera la plasmación pequeña del gobierno de una pequeña república literaria por un particular Rey filósofo. Un Rey muy peculiar que pasó por el Partido Comunista y siempre fue fiel a estas ideas hasta el final. Si el último combate de Manuel Sacristán pasó por la ecología, el de Carlos París se desenvolvió en esta abigarrada y complicada institución. No es poco. En el Ateneo, no han faltado la paciencia y la bonhomía de los sabios. Recuerdo a Julio Caro Baroja aguantando la descripción de una tertuliana de cómo se movía vertiginosamente la lámpara de su casa, caso omiso a la ley de la gravedad, en la tertulia de Brujería, Magia y Religión. Tuvo mérito. Pero aún comprensivo, desestimó el ofrecimiento de presentarse a presidente. Carlos París fue un intelectual más comprometido. No dudó en arriesgar su prestigio en una empresa arriesgada pero merecedora de energías.

Quien acepta presidir el Ateneo se vincula con la mejor tradición republicana, regeneracionista y noventayochista, que interrumpió la guerra civil. Ahora se abre un periodo de necesaria interinidad. Puede que algunos no aprecien la talla intelectual de sus presidentes y ya hagan acopio de apoyos para cubrir, pronto, el hueco abierto por el fallecimiento con diletantes biografías. No van a faltar candidatos a presidente. Pero muchos de ellos sin el prestigio que requiere afrontar un momento crítico del Ateneo. El Ateneo no es una institución soberbia sólo porque organice muchos actos mensuales. Sino porque posee una de las dos mejores bibliotecas de España, como ha resaltado su archivera –sometida a un ERTE-. Su fondo bibliográfico internacional puede ser el mejor de nuestro país hasta 1936. Hubo un Ateneo intelectual sin el que no se entiende ni la generación del 27, ni la generación del 45, ni la del 56, por referirme a la historia más inmediata. Hay dos Ateneos en el Ateneo de Madrid. El Ateneo revolucionario, que se atrincheró durante la guerra civil, convive con el Ateneo de una hemeroteca y una biblioteca fascinantes. Ambas sedes bibliográficas están, hasta cierto punto, olvidadas, pues no se ven. Pero sus libros y revistas internacionales representan los instrumentos de trabajo de la mejor línea creativa de España, de Ramón y Cajal a Juan Ramón Jiménez.

El intelectual visible de la actual Junta era Carlos París. Y sería un desperdicio que su historia no fuera presidida ahora por alguien que reúna también cultura y eficacia para superar el endeudamiento del Ateneo. La oposición muy conservadora a su presidencia ha trivializado en la prensa madrileña el debate sobre su futuro en torno a unos grabados de Goya y otra obra excelente, en parte donada, que tuvieron que sacar a subasta. Como han resaltado sus críticos acervos, capciosamente, el empleo de una subvención a las obras de remodelación de una cafetería de explotación privada. Ambos incidentes son tangenciales, después de todo, respecto de los auténticos retos del Ateneo. ¿Cómo sobrevivirá una Docta Casa, cargada de historia, en tiempos de indigencia cultural, abandono público y volátil nube electrónica? Lo está haciendo con regulaciones de empleo, explotación económica intensiva de sus espacios, derramas económicas de sus socios,.… pero aún parece poco. Y vamos a echar de menos a su esforzado presidente.

19 Comments
  1. Amancio says

    La dichosa sociedad civil podría hacerse socia del Ateneo, uno a uno, y mejoraría su situación

  2. Maria Fernanda Triviño says

    Julian, me parece admirable tu análisis sobre Carlos París y creo que en el actual Ateneo quedan muy pocos con su bagaje cultural y su buen hacer, Yo recordaré su análisis siempre certero, con chispa y respetuoso, de todos los problemas que hemos tratado en las Juntas de Gobierno que yo he tenido la suerte de compartir con él. Que el Ateneo tenga suerte es lo que ahora deseo, por el bien de la «Docta Casa». María Fernanda Triviño

  3. Y más says

    Triste esta muerte; triste la suerte del Ateneo. Pero no se trata de la sociedad civil (bancos, empresas, asociaciones) sino de la sociedad española, caso por caso. Una sociedad adormilada y poco inclinada a asociarse por las buenas causas.

  4. Erskine. says

    Estimados señores.
    El `pasado domingo, por la tarde, me acerque a la capilla ardiente instalada en el Ateneo de Madrid para rendir homenaje al Sr. París. Como ya era tarde -y no había mucha gente- pregunté a un empleado si era posible quedarse a velar al muerto junto a sus familiares y amigos. Este me respondió que no; que se iba a cerrar el Ateneo dejando solo al cadáver en su féretro sin ninguna compañía que lo velase. Tal fue mi estupefacción que sin decir nada le di las gracias y me despedí triste y apenado ante tal despropósito y tamaña falta de respeto hacia el finado y a la propia institución que lo acogía.
    Descanse en paz ya libre de las miserias de este mundo.

  5. Ángel Martínez Samperio says

    Me identifivo como uno de los muchos socios que ejercieron la noble oposición a la forma de gestionar que tuvo D. Carlos París, y su Junta de Gobierno, en el Ateneo de Madrid. No insistiré en ello ahora, aunque bien podría explicitarlo. Dejemos que los muertos entierren a los muertos, hagámoslo con el mayor de los respetos, y allá cada cual con su memoria. Sólo habré de precisar al Sr. Julian Sauquillo que yerra estrepitosamente, y no quiero pensar que de forma interesada, cuando califica a la oposición como «muy conservadora», imputándola trivialidad. Yerra. Esa oposición, creciente en número y en sensatez, no es conservadora ni en el pensamiento, ni en posiciones politicas porque, fiel al pluralismo en convivencia que supone el Ateneo, en ella es creciente el número de aquellos que tienen diferentes maneras de pensar, idoelogías y especialidades de carrera. Tampoco trivializa cuando hace uso de sus derechos reglamentarios para poner sobre la mesa cuestiones esenciales que afectan a la supervivencia de la docta Casa y a su imagen pública. ¿Cómo sobrevivirá?, pregunta el articulista. Pues, en primer lugar, no amordazando las voces que, sin pretender otra cosa que el bien del Ateneo, sólo quieren aportar su discurso para evitar crisis y riesgos innecesarios, y pretenden que, quienes gobiernan, consideren los aportes. Recursos tiene este Ateneo, pero nuna jamás, y menos en esta Casa, ha podido nadie sentarse sobre el secretismo y la prepotencia.

  6. Susana Torio says

    No pienso hacer leña del árbol caido, el Señor París no está y todo lo que pudo ser o hacer ya está fuera de lugar. Lo mismo que el comentario de su viuda en su homenaje, estando de cuerpo presente su finado marido decir que era buen amante. Creo que es un comentario chabacano y fuera de lugar. El Señor París nunca negó su pasado falangista, es muy fácil dar una vuelta por internet y ver sus escritos en revistas como Álcala o Arriba. Era otra época y tenemos que tener en cuenta que la mayoría de los buenos filósofos se fueron al exilio, el único que se quedó fue Zubiri y la vuelta en el 1946 de Ortega y Gasset, esto demuestra más bien cómo quedó la universidad española tras la guerra. La crítica que se hizo a París fue que obtuvo la cátedra por su pertenecia a falange, nada más, entre otras cosas bastante normal en la época. Mi crítica aquí es la información torticera y malintencionada que el Sr Sauquillo. En primer lugar si menciona que París fue un filósofo comunista y dejo claro que creo que fuese sincero su cambio de rumbo político ¿qué inconveniente tendrá Paris contra esa gente que leía el Capital?. Esa gente tan «perversa» evitó que otro antiguo presidente diese un «golpe de estado» y se perpetuase en el cargo más allá del año y medio que tenía estipulado por el fallecimiento del presidente Prat. Esa gente fue a juicios y los ganaron, llegaron a la Junta de Gobierno y se fueron dejando un superávit en la caja de 40.000 euros después de haber pagado todas las deudas que la mala gestión del Sr. García Partida había dejado. Por otro lado lo de los «Goya donados» es una auténtica falacia, los «Goyas» figuran entre las colecciones de la biblioteca desde los años 1862 y 1863. Eso lo puede consultar el Sr. Sauquillo si consultase de vez en cuando los fondos de la biblioteca que tanto se afana en defender, sobre todo debería tener mayores nociones sobre el fondo antiguo de la biblioteca ya que él mismo fue socio bibliotecario. Efectivamente podía haber mirado un poco mejor el fondo de la casa y no proveerse de libros del gran filósofo Foucault cuando casualmente el Sr. Sauquillo era socio bibliotecario y estaba realizando su tesis doctoral sobre el mencionado filósofo ¿Su beca de doctorado y su puesto de catedratico no le daban para comprarlos Usted mismo?. Por no decir que el Sr. Sauquillo, cosa que confiesa en este mismo artículo, ha sido uno de los promotores del cambio de reglamento en contra de la mayoría de socios del Ateneo que no quieren mandatos largos y juntas de gobierno cada tres meses porque se quieren enterar de lo que sucede en «su» Ateneo. No sé los intereses oscuros del Sr. Sauquillo defendiendo a esta junta, viniendo del trepismo universitario me lo espero todo y lo considero respetable porque hay que ganarse las lentejas, pero desprecio el súbdolo pelota y al falaz compulsivo. En la conciencia del Sr. Sauquillo dejo el hecho que con la subvención del Ateneo no se hicieron las obras para reparaciones necesarias en la casa y sí una cafetería de oscuros contactos y café malo.

  7. MASON says

    Sois vosotros, los reformistas, los opositores que matais a la cultura.
    ¿Julian, qué has hecho tu por la docta casa?

  8. Lola Marcos says

    Ignorancia y arrogancia forman muy mala pareja. Para un socio del Ateneo sería un signo de prudencia, antes de públicamente manifestarse, ir a la secretaría del Ateneo, pedir el contrato con la Alpargatería y su anexo, los créditos solicitados y, de igual manera, los pronunciamientos del Director General de Patrimonio Histórico, del Consejo Regional de Patrimonio Histórico y de la Viceconsejera de Turismo y Cultura. Probablemente, toda esta documentación le sería escatimada, como lo ha sido a la Junta General de Socios, máximo Órgano de Gobierno del Ateneo. No obstante, con trabajo y perseverancia esta información puede obtenerse. Yo recomiendo al Sr. Sauquillo que siga estos pasos y, después, empezamos a hablar.
    La situación actual del Ateneo no obedece a ideologías políticas, sino (en mi opinión) a una poco ejemplar administración de la Junta de Gobierno.

  9. Eduardo Sánchez says

    En Junta General de Socios, donde se eligió una comisión de los mismos para la reforma del reglamento del Ateneo, el Sr. París públicamente manifestó que tanto él, como su Junta de Gobierno eran completamente ajenos a la propuesta de modificación del Reglamento del Ateneo (como consta en la grabación de la Junta General de Socios). ¿Quién falta a la verdad: el Sr. París o el Sr. Sauquillo?.
    En cuanto a los Goya y a la cafetería, han sido operaciones realizadas por la Junta de Gobierno, de forma unilateral, resultando desastrosas y con un coste adicional para el Ateneo, agravando su situación económica.

  10. Lola Mann says

    Enhorabuena Julián por tu siempre acertado artículo y el retrato interesante sobre la figura de Carlos París, a quien no entro a valorar, ni menos aun defender..Prefiero denunciar en este foro la actitud de ciertos socios envidiosos de tu conocimiento y buen hacer que se dedican a lanzar acusaciones sin ningún tipo de fundamento ni verdad. Este tipo de gente (que jamás podría escribir una tesis sobre M. Foucault ni sobre nada, ni llegar a ser Catedrática) supone el primer escollo del Ateneo, A esta clase de socio lo que menos les interesa es el destino de la docta casa, si no la notoriedad y el regocijo en el bastión de los cobardes La mentira y la crítica fácil. y desde luego, todos sabemos lo mucho que ha hecho Julián por el Ateneo…Pero desconocemos, sin embargo, lo que han hecho los petulantes que sin mas os dedicais a criticar y a patalear, el único recurso que teneis. Lo dicho, una lástima.

  11. Rubén Tosidad says

    Creo que la Sra. Lola Mann (que me imagino que no sabe que es el nombre de dos ilustres escritores) ha incurrido en ciertas contradicciones. La primera es que «no entra a valorar, ni menos aun a defender» al finado Sr. París. Creo que si no lo defiende lo está ya criticando, me parece muy elegante por su parte teniendo en cuenta que el finado se dedicó a escribir determinadas cartas relativas a la condición de ama de casa de determinados socios y que por ello no estaban a su altura intelectual, cartas conocidas por todos. Todo socio ateneísta que se precie pasa primero por la biblioteca y luego por las salas de abajo, es ahí donde se forma el ateneísta; por lo tanto cualquier persona que pase un poco por el Ateneo sabe que las acusaciones de determinados socios son ciertas, lo malo son los opositores a la junta de gobierno que van de líderes y de malos malotes y luego hacer el juego a la junta de gobierno luciendo elegantes abirgos de piel. Las acusaciones de socios envidiosos del conocimiento del Sr. Sauquillo, tampoco las entiendo, para conocer el conocimiento del susodicho señor hay que leerlo primero; tanto a él como a Michel Foucault. Yo sinceramente debo decir que no me he leído la tesis de Julián pero si me he leído a Foucault y me pareció como filósofo bastante aburrido, un poco manido y bastante complicado de entender si no se tiene una base filosófica; si bien tenía ideas bastante interesantes como la arqueología de las palabras pero en definitiva, no es mi filósofo favorito. Por lo tanto dudo que la Sra Mann haya leído a Foucault. Veo hacia el final de la intervención de la Sra. Mann cierto encono hacia la gente que no podrá escribir tesis doctorales, me limito a contestarle que eso es una decisión personal, el Sr. Sauquillo escribió una tesis y millones de personas no, no por ello son menos eruditos o inteligentes que un profesor universitario. A lo largo de mis estudios universitarios he conocido genios e inútiles y todos ellos con tesis doctoral, también he conocido gente semianalfabeta que eran sabios porque tenían experiencia vital y sentido común, cosa que no veo en su crítica. Pero para ello hay que tener cabeza, estar en su sitio, saber cuando uno tiene que callar, cuando uno no tiene que malmeter y ser siempre elegante, con y sin abrigo de piel. Se nota demasiado su encono y envidia personal, este post la describe a Ud. tal y como es porque ya la conocemos en el Ateneo. Por cierto, si sabe tan bien lo que ha hecho Julián por el Ateneo sería tan amable de explicarlo y por supuesto tan amable de explicar lo que ha hecho UD. por la docta casa que no sea más allá de malmeter, encizañar y cosas a su nivel. Lo que sí da lástima son las personas que intentan ser más de lo que son.

  12. J.Gimeno says

    La verdad es que no me extraña que el Ateneo esté al borde del cierre, si los propios socios lo unico a lo que se dedican es a criticarse los unos a los otros. Veo que la figura de Carlos París y su trayectoria vital y filosófica queda en un ensombrecido segundo plano por que parece que a los ateneistas lo único que les interesa es descalificarse unos a otros y debatir sobre si Foucault es manido o aburrido o sobre los abrigos de pieles… Producen verguenza ajena semejantes aportaciones y descalificaciones tanto al señor Sauquillo como entre los socios de uno y otro bando.Un último apunte para señalar que quedan muy claros los intereses de cierto sector de bibliotecarios/as o exbibliotecarios/as resentidos contra el señor Sauquillo. En fin que miseria moral.

  13. Malabar says

    Le doy la razón al sr. Gimeno. Pero creo que para juzgar al Ateneo se debe dar una vuelta y preguntar a los socios el comportamiento del sr. París en las juntas de gobierno no dejando hablar a los socios que eran contrarios a su actuación y como cada vez que se pronunciaba la palabra auditoría te quitaba inmediatamente el turno de palabra. No hay ética sin estética como diría Aristóteles y el comportamiento de este señor en el ateneo dejo mucho que desear. Lo del sr sauquillo sinceramente no lo entiendo porque el sabe que el auténtico problema del ateneo ha sido la malA gestión de la junta con un millón y medio de euros que se los gasto en una cafetería privada a la que se prohíbe la entrada de socios cuando al gerente de la cafetería tiene un alquiler, evidentemente los fondos van para el mientras que no paga la luz al ateneo desde hace años. Esa subvención debería haber ido a arreglar las goteras que hay en la casa y no en cafeterías que revierte poco dinero al ateneo. Sí eso no lo sabe el sr sauquillo es que tiene un problema, o no quiere al ateneo tanto como el dice o es que es un simple adulador de la junta con alguien tipo de oscuro fin. Saludos

  14. isabel says

    Soy socia del Ateneo desde 1980, y, aunque voy muy poco últimamente, la lectura de hoy de los comentarios de este blog me ha hecho confirmar que no ha cambiado en absoluto. Conozco a Julián Sauquillo desde hace tiempo; conozco su interés de siempre por el Ateneo, por su biblioteca, por sus tertulias y por mantener ese «aura» de rebeldía, de pensamiento radical y de izquierdas que se asocia a la «docta casa». Y coincido con él en que lo de menos son los grabados, por muy de Goya que sean, o el alquiler de espacios, si se trata de mantener abierto (y no sólo abierto físicamente, sino abierto al debate cultural, a la oposición política, a las nuevas ideas) un foro que, desde siempre, se ha debatido entre la tontería de las rencillas ramplonas, por no decir algo más contundente, y los intentos de abrir debates interesentes, ventanas al mundo y al futuro.
    Carlos París ha sido uno de mis iconos, como se dice ahora, por filósofo y por comunista, y también por ser presidente del Ateneo, porque hace falta valor, y él lo tuvo.
    No sé si habrá sido un buen gestor, aunque, en una Casa que siempre ha estado al borde del desastre desde que soy socia, el que siga estándolo ahora no da fe de mala gestión, sino que es lo habitual. Pero, en cuanto a categoría académica, personal y de compromiso con la sociedad, da la talla de sobra. Así que, gracias, Julián, por una reseña tan en su justo medio entre lo emotivo y lo académico, y gracias, Presidente, por estar a la altura, si no del Ateneo actual, sí de su historia.

  15. Tatiana Karajova says

    Yo también soy socio hace muchos años, desde los años 80 igual que la amiga Isabel. Soy de los socios que entró en época Prat que eso es un plus en el Ateneo. No voy a entrar en discursiones si el Sr. París era bueno o malo porque creo que se necesita mucho valor para presidir esta casa y siempre tuve la sensación que esto era el cementerio de elefantes de Paris, cosa que no veo mal, es una manera de culminar una carrera académica vinculado a la cultura y punto. Solo quiero mencionar la ceguera de los socios del Ateneo, se pierden en una trifulca de troles pero no ven lo que hay detrás de la trifulca. El Sr. París, se negó a ver que su junta se había gastado dos subvenciones de dinero público en una caferería del grupo Arturo Fernández en vez de arreglar los problemas internos de la casa. Eso señores, se llama corrupción, vale que ahora los españoles estamos demasiado saturados, tal vez abrumados, por todos los casos de corrupción que hay desgraciadamente, en este país, pues bien, en el Ateneo también. Gracias a eso a los empleados se les paga tarde mal y nunca, se debe dinero a proveedrores, se intenta vender patrimonio que pertenece al Ateneo y de hecho a los socios. Esos ateneístas ilustres que braman por la integridad moral de la docta casa y de su insigne y difunto prsidente, debeŕían preocuparse por la conservación de verdad del Ateneo y eso pasa por evitar malversaciones de fondos. Entonces y solo entonces me creeré que esos socios que no pisan el Ateneo desde el siglo pasado se preocupah por la docta casa y no en defender a sus amiguitos. Es un gran gesto de homestidad decirles a nuestros amigos cuando se equivocan que lo están haciendo y no defenderles de manera tan infantil y poco culta.

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