¿Tiene futuro Telemadrid?

La Telemadrid ultra, la de Alfonso Rojo, Hermann Terstch y Sánchez Dragó, la de la presentadora Ana Samboal y el follonero de derechas (Ciudadano Cake), aquella que se autodenomina pública pero está al servicio del Gobierno, tiene los días contados. El Partido Popular perderá, con la nueva composición de la Asamblea de la Madrid tras las elecciones autonómicas de mayo, la mayoría absoluta que disfrutaba en el Consejo de Administración, en el que ocupaba cinco de los nueve asientos.  Ahora el PP puede elegir a tres miembros del Consejo de Administración de la televisión pública madrileña, exactamente los mismos que podrá designar el PSOE. Podemos tendrá derecho a elegir a dos consejeros, y Ciudadanos propondrá a uno. Haga cuentas...

Se acabó la cadena pública tendenciosa diseñada como órgano de propaganda de Esperanza Aguirre y el resto de populares madrileños. Es una gran noticia, y no lo digo yo sino la mayoría de los ciudadanos: con una audiencia media de menos del 4%, Telemadrid se sitúa por debajo incluso de algunos canales temáticos de TDT. Telemadrid no interesa a los madrileños. Solo les cuesta dinero, en forma de subvención directa: la Comunidad de Madrid aporta por la vía del contrato-programa 68.800.000 euros. Solo un millón menos que en 2014 y apenas dos millones menos que en 2013, pese al ERE que sirvió para despedir a 861 trabajadores. La mitad de esos casi 69 millones de euros está destinado, no podía ser de otra manera, a “externalizaciones” con las empresas y productoras privadas que sustituyen el trabajo de los despedidos. Telefónica, 360, Mediapro, Cuarzo, Boomerang, Secuoya…

El PP pierde el control de Telemadrid, lo que es una excelente noticia, insisto. Pero… ¿Es recuperable una televisión empobrecida económica y moralmente, sin prestigio y sin credibilidad? El partido de Esperanza Aguirre ha hecho como los ejércitos bárbaros en retirada, que arrasan los pueblos y envenenan los pozos para dificultar el avance del enemigo. O estás a mi servicio, o al de nadie...

Telemadrid debe renacer o morir. Cifuentes dijo, antes de las elecciones, que no descartaba “cerrar” la cadena autonómica. En las actuales condiciones, seguro que no le importaría llevar la tele a negro. Afortunadamente la decisión no está en su mano. Pero lo cierto es que solo tiene sentido esta cadena autonómica si es posible que cambie por completo, que no se parezca en nada al esperpento actual, que recupere el sentido que tienen los medios públicos. Es decir, que deje de estar al servicio de un partido político y ofrezca a los ciudadanos servicio público. Auténtico servicio público, con alternativas a las cadenas privadas. Un mundo audiovisual que apueste por la cultura, la información sosegada y equilibrada, y el entretenimiento de calidad. Una televisión que se aleje de las corridas de toros, el folclore casposo, el spaghetti wéstern y los debates sectarios. Una tele de la que los madrileños se sientan orgullosos. Si lo consiguen, será un milagro.