Lecciones catalanas del 27S

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Jesús Cuadrado *

Jesús_CuadradoLos secesionistas se estancan, Podemos pincha, Ciudadanos se dispara y el bipartidismo de la transición sigue cayendo. Es el desenlace de una campaña electoral tan cargada de soflamas patrióticas, del catalanismo y del españolismo, que a quienes asistíamos a la escuela durante el franquismo nos ha hecho recordar las clases de adoctrinamiento de la asignatura de “Formación del Espíritu Nacional”, tan repugnantes. Un atracón de “paroxismo retórico”,  que continúa en los análisis potselectorales. Veamos ahora qué han dicho las urnas.

El independentismo se estanca

La participación electoral refleja, con más claridad que ningún otro dato, la evolución del voto secesionista con respecto al no secesionista. Desde las autonómicas catalanas de 2012 se produce un cambio espectacular en el comportamiento electoral de los catalanes. Cataluña pasa de ser la comunidad con más abstención en este tipo de elecciones, la denominada “abstención diferencial”, es decir, la de aquellos electores que votaban en las generales pero se abstenían en las autonómicas, a tener una participación máxima. La afluencia a las urnas, que fue del 56% por ciento en 2006 y del 58% en 2010, pasó a casi un 68% en 2012. El domingo votó más del 77%.

¿Cómo se reparte este aumento de votantes? En estas dos últimas citas electorales, en las que desaparece la “abstención diferencial”, son los partidos no independentistas los que más votos ganan. En 2012, los secesionistas ganaron doscientos mil votantes, por más de trescientos mil que aumentaron los no secesionistas, y en estas elecciones los primeros ganaron otros doscientos mil votos, por más de cuatrocientos mil de los no independentistas. Conclusión: con una participación que ya poco más puede crecer, su aumento espectacular favorece mucho más a los no secesionistas que a los secesionistas. Como en las guerras de movimientos, se pueden desplazar las fuerzas a todo tipo de escenarios, sea la Diagonal o el Nou Camp, pero los votos son los que son. La capacidad movilizadora de las organizaciones civiles secesionistas se ha demostrado imbatible, pero, para su desgracia, lo que demuestra la evolución de la participación electoral es un fenómeno al que llamaría la “paradoja independentista”, es decir, la mayor movilización conseguida para su causa provoca una movilización aún mayor entre sus competidores no independentistas. Frenazo, pues, del secesionismo.

Nacionalismo sobredimensionado

Por qué se puede perder en votos y ganar en diputados es un fenómeno bien conocido. Téngase en cuenta, por ejemplo, que, mientras en Barcelona los partidos secesionistas consiguieron el domingo un cuarenta y cuatro por ciento de los votos, en Girona lograron el sesenta y cuatro. La ley electoral hace el resto. Pero, ¿por qué la percepción pública es, al margen de los resultados, la de un supuesto crecimiento espectacular del independentismo, aunque las encuestas del CEO de la Generalitat digan lo contrario? La respuesta, cada vez más evidente, hay que buscarla en la labor, organizada y persistente, de un colectivo al que el poeta y filósofo inglés Samuel T. Coleridge  denominaba la “clerecía”, es decir, un grupo con intereses propios que “viven de crear, preservar y difundir la cultura nacional”, que sacan un buen provecho de poner a disposición del poder político un paquete de creencias y mitos a su servicio.

En Cataluña ha abundado esta especie durante todos estos años; fueron comunistas con el PSUC, socialistas con el PSC, pujolistas con CiU y ahora son independentistas. Para desesperación de quienes han analizado con rigor las consecuencias económicas de la independencia, como han hecho Josep Borrell y otros, ahí están, fabricando toda una mitología con ropaje académico. Entre ellos abundan historiadores, aparentemente serios, poniendo en pie creencias nacionalistas que habrán hecho removerse en la tumba al gran historiador catalán Vicens Vives, el gran crítico de los mitos históricos nacionalistas.

Historiadores son quienes propusieron a Artur Mas la idea de una gran coalición electoral secesionista, una torpe imitación de la propuesta electoral de Prat de la Riba en 1907, la Solidaritat Catalana. El proyecto de Prat, en el que participaban desde carlistas a republicanos de izquierdas, incluido Nicolás Salmerón, presidente de la Primera República, tenía como objetivo, no la secesión, sino que, como señala el excelente historiador catalán Enric Ucelay-Da Cal, “se trataba del primer acto de emancipación nacional, pero no de Cataluña como nación, sino de una nación española que como las demás iniciaba la liberación de las garras de un sistema corrupto”. Consiguieron 41 de los 44 diputados posibles en Cataluña. Ahora el grupo “clerical”, al servicio del Artur Mas del 3%, ha reciclado la idea al servicio del objetivo secesionistas, aunque con un solemne patinazo pues pretendían  sumar votos y han logrado restar. Claro que ni Mas es Prat ni Raül Romeva es Nicolás Salmerón.

Tan movilizada, que diría El Roto, como la “clerecía” secesionista está su réplica en el lado del españolismo integrista. Sirva de ejemplo la plataforma “Libres e Iguales”, coordinada por la FAES de Aznar. Lo que importa ahora es ver si, con la colaboración de muchos buenos intelectuales que no quieren que nadie les militarice, se consigue reducir el calor y elevar la luz en la cuestión catalana. Desde el campo independentista, a pesar del frenazo electoral, intentarán seguir en el “a ver qué pasa” o pretenderán abrir una negociación desde una posición de fuerza. El resultado de las próximas generales contará mucho para saber si hay masa crítica parlamentaria suficiente para sustituir emociones secesionistas por emociones regeneracionistas en España.

¿Quién va a liderar la regeneración política en España?

El ascenso espectacular del partido de Albert Rivera tendrá consecuencias en las próximas generales, sobre todo porque, frente a lo que se repite, no sólo pesca votos en los caladeros del PP, también en los del PSC, como ya anunciaba el estudio preelectoral de CIS entre otros. Es impresionante el crecimiento electoral de Rivera en el “cinturón rojo” de Barcelona, donde casi multiplica sus votos por tres. Sirva de ejemplo, como “lección Cs”, el caso de Hospitalet, donde se convierten en la primera fuerza y suben de once mil a treinta mil votos. Casi veinte mil votos que no se explican con los cinco mil que pierde el PP. Sin duda, este partido ha jugado muy bien sus cartas en Cataluña para situarse en el nuevo mapa político que se anuncia en España.

La otra gran lección del 27S es el fracaso sin paliativos de Podemos. El partido de Iglesias ha pagado cara su indefinición. Nadie puede entender que se proponga que un Estado transfiera a una parte de su territorio la capacidad de convocar un referéndum sobre su independencia. En un artículo anterior me preguntaba si Podemos se graduaría en las elecciones catalanas como partido de gobierno. Las urnas dicen: asignatura pendiente. Los líderes de Podemos, como antes el PSUC, que llegó a tener veinticinco diputados, y el PSC, que llegó a los cincuenta y cinco, no han entendido que el independentismo catalán es, como lo calificó el historiador Tony Judt, un “secesionismo de los prósperos”, y, en materia de equilibrio territorial, un partido de izquierdas no puede andar jugando con dos almas, ni en el “cinturón rojo” de Barcelona ni en la bahía de Cádiz.

Albert Rivera y Pablo Iglesias van a jugar un rol importante en el futuro inmediato de la política española. En mi opinión, será más decisivo el combate electoral entre ambos que el que libren Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. El resultado, en diciembre.

(*) Jesús Cuadrado es militante y exdiputado del PSOE.
3 Comments
  1. Karlos says

    Sería interesante analizar con más detalle el voto del cinturón rojo de Barcelona y que Podemos aprendiera la lecció, aunque tal vez es tarde.

  2. Piedra says

    Magnífico análisis.

  3. pat says

    Debería aclarar quienes son para Vd. los secesionistas y los no secesionistas, pues como la mayoría de los periodistas, y actuando la calor de sus deseos, señalan que secesionistas o independentistas son Jusnt pel si y CUP y todo lo demás no indenpendentistas. Una gran mentira. Si bien es cierto que no han alcanzado la mayoría del 50 %, el respeto a la independencia, si así lo quieren los catalanes, ha goleado. Por otra parte, el corporativismo sociata hace que hable del rigor de Borrell: mientras no se pueda demostrar lo que dice, todo queda en aguas de borraja.

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