Salvini, Francisco y el Zorro

  • A Salvini se le ve nervioso. Se le seca la boca y la baba, grita y se irrita. ¿Por qué estará nervioso Salvini?

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Gorka Larrabeiti

Acaba de finalizar la campaña para las europeas en el laboratorio Italia, más que nunca Vaticalia, más que nunca Itacano. Semana in crescendo. Una cita con las urnas que en España merece casi nulo interés, aquí se convierte en una contienda de modernísima trascendencia glocal. Local porque Salvini ha elevado su significado al de un referéndum sobre su liderazgo nacional; global porque lo que está en juego no es ya su liderazgo de la extrema derecha europea, ni tampoco el efecto que pudieran tener los resultados del próximo domingo en la política de la UE, sino el enredo que pudieran causar en la ya misteriosa geopolítica vaticana.

De lo sucedido hasta ahora, sin necesidad de esperar a los resultados del próximo domingo, cabe dar ya cinco noticias: una buena, una mala y otras tres raras, raras, raras. Empecemos por la mala por ya sabida: Salvini ganará las elecciones a menos que lo parta un rayo, cosa que muchos quisieran de tanto odio y mala onda que selfie a selfie, besito a besito, ha ido sembrando. Sigamos por la buena: Salvini, según los sondeos, después de meses hinchándose de consenso, después de haber alcanzado el 40% hace un año, parece ahora haber retrocedido y rondaría el 30%. Las crónicas de los corresponsales han ido ilustrando los motivos cotidianos de su desgaste, que irían desde los incesantes rifirrafes y desacuerdos con los aliados del Movimiento 5 Estrellas en el “gobierno del cambio” por cuestiones económicas, de política interna y exterior hasta los escándalos de corrupción que han afectado a altos representantes de la Liga en el gobierno y otras instituciones. Pero debe de haber algo más. A Salvini se le ve nervioso. Se le seca la boca y la baba, grita y se irrita. ¿Por qué estará nervioso Salvini?

Primera noticia rara: en Italia vuelve a haber oposición de la de verdad, de la que no pasa una. Y resulta que esa oposición no es una, sino dos bien distintas, como veremos más adelante. Pero, ¿es que antes no la había? Digamos que sí, que oposición haberla, la había, si bien resultaba numéricamente impotente, mediáticamente ineficaz y humanamente floja. Para explicar esta caída en el vacío de la oposición en general, se ha recurrido a menudo al siempre lucido concepto de desintermediación, que Gianroberto Casaleggio, gurú mediático fundador del Movimiento 5 Estrellas, definía como “la eliminación de intermediarios sin valor añadido presentes en cualquier proceso en una organización ya sea productiva o de otra naturaleza”. Por efecto de la aplicación de Internet a la vida política, todos los cuerpos de intermediación entre el ciudadano y los gobernantes – partidos políticos, sindicatos, el Parlamento, la prensa – habrían visto puenteada su función. Ese espejismo obsceno parecía habérselo tragado todo, cuando en realidad seguía habiendo cuerpos, balcones y dos instituciones, la Presidencia de la República y la Iglesia, cuyas instancias intermedias, fueran escuelas, tribunales o parroquias, aunque no se vieran, ahí seguían.

Segunda noticia rara: la más poderosa oposición a Matteo Salvini es el papa Francisco. Que un papa juegue un papel tan protagonista en la política de un Estado, para los laicos, en principio, no debería ser buena noticia. Sin embargo, y aunque muchos no quieran reconocerle mérito alguno a un papa, así impida que nuestras democracias se vuelvan – a lo Orbán – iliberales, vaya si lo es. Hace ya casi dos años, Antonio Spadaro S.I. y Marcelo Figueroa alertaban de la existencia de “una extraña forma de sorprendente ecumenismo entre fundamentalistas evangélicos y católicos integristas, unidos por la misma voluntad de una influencia religiosa directa en la dimensión política”. Pues bien: Matteo Salvini, con su visión patriotera, xenófoba e islamófoba, sus puertos cerrados, su ley de legítima defensa y su desprecio por la cultura, parece que aspira a ser el campeón europeo del votante de valores (value voter) y podría representar perfectamente la versión europea de ese “ecumenismo del odio” del que hablan Spadaro y Figueroa.

Pareciera, asimismo, que a muchos anticlericales fanáticos que quisieran sencillamente abolir ya la Iglesia, se les escapa que, en ese “mientras tanto” que sucede aquí y ahora, la Iglesia constituye una tentación golosísima a los ojos de los adalides de las raíces y los valores. En la Conferencia sobre el Desarme celebrada en la sede ONU de Ginebra de 1980, el entonces Secretario de Estado Vaticano, Agostino Casaroli dijo representar a una “potencia” que no tenía nada de militar y cuyas armas eran exclusivamente de naturaleza moral y espiritual. Es la mejor definición que conozco de la Iglesia. Steve Bannon, Salvini o Marine Le Pen, sabedores del alcance de esa potencia, pretenden conquistarla para imponer una agenda – aborto, matrimonio homosexual, eutanasia, derecho a las armas, castración química… – en la que lo social recibiría cristiana sepultura. Así de serio es el ataque a la Iglesia, y así respondía el arzobispo Jean-Claude Hollerich, Presidente de la Comisión de Episcopados Europeos: “Los populismos quieren alejar los problemas reales, organizando danzas en torno a un becerro de oro. Construyen una falsa identidad señalando enemigos a quienes se acusa de todos los males de la sociedad: por ejemplo, los migrantes o la Unión Europea.

Los populismos juntan a los individuos no en comunidades donde el otro es una persona cercana, un compañero en el diálogo y la acción, sino en grupos que repiten los mismos eslóganes, que crean nuevas uniformidades, que son el vestíbulo de los totalitarismos. Si el cristianismo se vuelve autoreferencial, puede que se vean brotar puntos en común con esa negación de la realidad y de que se creen dinámicas que acaben devorando al cristianismo mismo. Steve Bannon y Alexander Dugin son los sacerdotes de esos populismos que evocan una falsa realidad pseudoreligiosa y pseudomística, que niega el centro de la teología occidental, que es el amor de Dios y del prójimo”. Esos populismos a lo mejor hubieran calado mejor en Italia y en Europa con otros papas como Juan Pablo II o Benedicto XVI. Pero a Matteo Salvini, Príncipe del identitarismo europeo, le ha salido un papa opositor, Francisco, que no siendo constantiniano, le recuerda que su fin político no justifica los medios y que se olvide de usar las potentes armas de la Iglesia para sembrar más odios, más miedos, más rencores.

Tercera noticia rara: en Italia vuelve a haber cuerpos y balcones. Desde hace cosa de dos meses, cada vez que el nuevo Hombre Fuerte de Italia se asoma a una plaza a dar un mitin, ahí que sale alguien a zascarle y trolearle los selfies. En un balcón de la plaza del Duomo de Milán no se le apareció la Madonnina a la que invocaba, sino el mismísimo Don Diego de la Vega, el Zorro, el cual descolgó una pancarta con el famoso lema solidario de Vittorio Arrigoni Restiamo umani (“sigamos siendo humanos”). El Zorro, entrevistado, dijo que su máscara representaba a los últimos, los pobres, los explotados. Últimamente en las redes siempre aparece alguien que manda fotos desphotoshopadas de las plazas de Salvini, al fondo siempre medio vacías. De pronto han estallado primaverales pancartas en muchos, muchos, muchos balcones de toda Italia que le toman el pelo a Salvini desde lo alto y a la cara…

Esa sarcástica revuelta de los cuerpos y los balcones se ha propagado por toda Italia y se vuelve día a día una risotada cada vez más rabiosa, masiva e intensa. Salvini ha empezado ya a anular mítines o a celebrarlos en lugares cerrados. Se habla ya de un #Salviniscappa. Decía Flaianno: “La situación en Italia es grave, pero no seria”. Actualmente es de sorna profunda, constante, vindicativa. Según Ida Dominijanni, todo ello revela que el relato populista-soberanista en el que se ha basado la conquista del gobierno del cambio ya no embruja sino que ha reventado como una fastuosa pompa de jabón. Es una buena noticia y en esta “Italia del cambio” son cosa rara. Tan rara que hubo un momento en que al caer la noche mucha Italia no sabía dónde meterse y temía amanecer en Alabama.

1 Comment
  1. Dolo Ñaja says

    Articulo intoxicador. Luego de la gran victoria de Salvini en las Europeas, la redactora se tiene que comer sus palabras. Nerviosos están los burócrattas de Bruselas, peor estrarán cuando el tandem Inlgaterra-USA le den el tan tarantam definitivo.

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