DEFENSA

Dos años de Margarita Robles en Defensa: engaños, cinismo, traiciones…

  • "Si hubo alguna ilusión cuando Robles se convirtió en ministra de Defensa, hoy, casi dos años después de su nombramiento, no queda ninguna"
  • "Ha aseverado que no existen ultraderechistas dentro de las Fuerzas Armadas, basta recordar el manifiesto a favor de Franco firmado por más de mil altos mandos"

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Hace casi dos años, el 1 junio de 2018, Pedro Sánchez se convertía presidente del Gobierno finiquitando siete años de gobierno de impasibilidad y recortes de Mariano Rajoy y el Partido Popular. Nacía una nueva –vieja– era, la socialista, una etapa llamada a demoler la España conservadora y construir, sobre la ilusión, un nuevo proyecto que, fuera lo que fuese, no se pareciera en nada o en muy poco a lo que entonces existía.

Envueltos todavía en la incredulidad de una moción de censura que hasta el último momento pareció zozobrar y exultantes de ilusión, el país recibió el nombre de la nueva ministra de Defensa: Margarita Robles. Ella sustituía al frente de Defensa a María Dolores de Cospedal, tras menos de dos años de gestión (2016-2018), la cual había reemplazado Pedro Morenés Eulate, que llevaba en el cargo desde que los conservadores alcanzaran el poder, a finales de 2011.

Hoy, dos años después, no queda ya casi nada de la ilusión por un cambio real y tanto el balance como la situación en Defensa se asemeja en exceso a la etapa conservadora: los mismos embustes, el mismo cinismo, las mismas traiciones. Será por eso que Margarita Robles se ha convertido por derecho propio en un deseo expreso para la derecha: muchos la quisieran como sustituta de Pedro Sánchez.

Para comenzar, una dosis de cinismo…

Lo cierto es que Margarita Robles dejó muy claro desde el principio que no le temblaría el pulso para… ¡que todo siguiera igual! La primera decisión fue la de mantener a la cúpula militar, aun cuando los responsables de Tierra y Aire estaban claramente señalados por muertes que, seguramente, de no existir Justicia militar en España, estarían en los tribunales. Francisco Javier Varela Salas, JEME o Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, acababa de sufrir la muerte de cuatro militares en dos accidentes de BMR y uno de Lince, este último sin tener ni siquiera pasada la ITV. Mientras, Javier Salto, JEMA o Jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire, arrastraba la muerte de siete militares en helicópteros del Servicio Aéreo de Rescate y dos pilotos en octubre de 2017 en un F-18 y un EF-2000 Eurofighter. Mala señal.

En agosto, solo dos meses después de su nombramiento, cualquier atisbo de ilusión saltaba por los aires cuando afirmaba que Arabia Saudí era un “país serio”. Fue aquel un inolvidable verano por las obscenidades que tuvimos que escuchar, como que las bombas vendidas a los sauditas eran “precisas” o “inteligentes” y por eso no matarían yemeníes. Más tarde, en octubre, afirmó de cara a la galería que “no podemos permanecer impasibles ante una violación de derechos humanos”. Impasibles no hemos permanecido, desde luego.

Según la ONU, Yemen acumulaba en mayo de 2019, hace un año, 233.000 muertos y de ellos, casi la mitad son niños menores de cinco años. Ese mismo año, ya con Margarita y el PSOE en el poder, España vendió, solo en el primer trimestre, 23,5 millones de euros en armas a Arabia Saudí y 94 millones a Emiratos Árabes Unidos, uno de los aliados sauditas. Ciento veinte millones de euros entre los que se incluyeron drones, aeronaves y munición. Ello, sin contar, las fragatas que tanto trabajo generan en Navantia y que servirán a los sauditas para bloquear económicamente Yemen y asesinar por inanición a los yemeníes, un país con más de un tercio de la población en riesgo de hambruna.

Y una traición

Hacía solo unos meses, el 22 de febrero de 2018, el PSOE había ratificado una PNL o Propuesta No de Ley presentada por Unidas Podemos para paralizar la expulsión de los militares de tropa temporales a la edad de 45 años. Pero esos eran otros tiempos. Eran tiempos de oposición. El PSOE rechazó la propuesta alegando que “no se podía aprobar” mientras Zaida Cantera acusaba de “demagogia” y de engañar a los soldados al portavoz de Defensa de Unidas Podemos, Juan Antonio Delgado, por… ¡la misma propuesta que habían apoyado seis meses antes! Si Irene Lozano no hubiera sido para entonces militante del PSOE habría aseverado aquello de “Suiza y Sicilia” o “la puñada por la espalda”, pero para entonces debía estar escribiendo las memorias presidenciales.

Más cinismo

El comienzo había dejado poco margen a la duda, pero aun con todo, escuchar a Margarita Robles defender el gasto de 12.500 millones de euros en armas como “gasto social” porque genera empleo fue realmente pornográfico. Es cierto que, como aseveró Defensa, el armamento militar genera puestos de trabajo, en concreto uno por cada millón de euros invertidos, pero la realidad es que dista mucho de los entre 30 y 45 puestos de trabajo que genera cada millón de euros invertidos en Sanidad o Educación (además, cada euro en Educación genera hasta seis euros). Y de ahí a considerar social un blindado, un caza o un helicóptero se abre un abismo casi tan enorme como la dosis de cinismo necesaria para atravesarlo.

Por si no fuera suficiente, el mencionado gasto, más del doble de lo que le costará al Gobierno implementar la renta mínima vital, consistía en la adquisición de vehículos blindados 8x8 –para sustituir en teoría a unos vetustos BMR que… ¡ya habían sustituidos una década antes por 575 RG-31 y Lince!–; en la modernización de 17 helicópteros Chinook –por el mismo precio que Países Bajos compraron otros 17– y cazas Eurofighter –el mismo modelo que la docena de cazas abandonados en Albacete por cuestiones fiscales en 2016–; y el submarino S-80, que parece ser que ya había conseguido que flotara, pero todavía estaban en espera de conseguir que se propulsara tal y como estaba previsto. No es que no parezca muy social, es que ni siquiera parece necesario.

Una de profanar la memoria de socialistas asesinados

Corría septiembre de 2019 cuando la ministra de Defensa aseveró que “la Legión representa lo mejor de la Historia de España”. Sí, la Legión del fascista Millán Astray que participó en 1936 de la matanza en Badajoz y en 1934 de la represión en Asturias. La Legión que asesinó, violó, torturó, cortó penes y senos o ensartó orejas de socialistas para lucirlas como collares. La Legión que usó Franco de forma salvaje y sangrienta para derrotar a la República y ejecutar la democracia. Esa misma.

No me extraña que la idolatren y deseen en sectores conservadores y ultras.

De postre: un par de embustes y un disparate

Los últimos meses de Margarita Robles han estado marcados por los embustes. El verano pasado negó la existencia de un problema de acoso o agresión sexual en las Fuerzas Armadas aseverando que la tasa de denuncias en la milicia española era normal cuando en realidad entre 2016 y 2018 ha sido entre cuatro y ocho veces superior a la tasa de denuncias en la sociedad. ¿Cómo lo hizo? Pues muy sencillo –y retorcido–: redujo las 90 denuncias de acoso sexual producidas en 2016, 2017 y 2018 a las denuncias penales, 47, como si las denuncias que quedaran en procesos disciplinarios no existieran, y las dividió entre el total de efectivos. Unos 120.000. No está mal. Lo que sucede es que las mujeres no llegan a 15.000 y son ellas las que sufren casi la totalidad de los acosos. Robles sabía lo que hacía y, también, lo que ocultaba y el daño que causaba.

La segunda mentira alevosa de Margarita Robles se produjo recientemente cuando ha aseverado que “la neutralidad política de las Fuerzas Armadas es uno de los mayores logros de la democracia en España”. Niega, por tanto, que estas sean predominantemente ultraderechistas. Esta parte daría para mucho, pero bastaría con recordar el manifiesto a favor de Franco firmado por más de mil altos mandos, inicialmente unos doscientos, y que de ese manifiesto solo se ha producido una expulsión: el cabo Marco Antonio Santos Soto, firmante de un contramanifiesto democrático o manifiesto antifranquista rubricado por tan solo una treintena de militares y exmilitares. Ello, después de una persecución ideológica en la que Francisco Varela, el JEME, el acusa de valores incompatibles con las Fuerzas Armadas: progresista, republicano y a favor del derecho a decidir.

Finalmente, un disparate al estilo PP: a pesar de tener unas Fuerzas Armadas sobredimensionadas y con un exceso de oficiales insostenible (un oficial por cada dos soldados y más mandos que soldados) en febrero de este año presentó un plan para aumentar en siete mil efectivos el total de militares. Más gasto militar innecesario.

Si hubo alguna ilusión cuando Margarita Robles se convirtió en ministra de Defensa, hoy, casi dos años después de su nombramiento, no queda ninguna: cambió algo para no cambiar nada.

Luis Gonzalo Segura es exteniente y autor de las novelas Un paso al frente (2014) y Código rojo (2015) y los ensayos El libro negro del Ejército español (2017), En la guarida de la bestia (2019) y El ejército de Vox (2020).

2 Comments
  1. .Miguel says

    Otra integrante más de la » cuadrilla de l@s rebañaperolas » de este penoso y acabado régimen .Esta Margarita (cada día más pocha) vale para desempeñar cualquier tipo de puesto o cargo , eso si ; que este bien remunerado y me recuerda a la » zascandil» de la Ana Pastor ; llevan toda la vida medrando en la política del cutrerio patrio español.
    Salud y próxima decencia.

  2. Luis says

    Tú eres tonto, ¿que tal los 139 días en prision? 🤣

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