DOMINGO

Nos comen los personajes

  • "Nos comen los personajes, en una obra de relato constante en el que muchos discursos políticos están muy alejados de las trágicas realidades"
  • "No todos los políticos son iguales, pero además, han de esforzarse en no parecer iguales"
  • "Vox aspira a convertirse en la fuerza antisistema, a pesar de ser el epicentro del sistema y de no suponer ninguna alternativa"

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Para que en los grandes teatros abiertos se escuchara la voz de los actores, estos llevaban una máscara que ayudaba a proyectar el sonido, como una especie de bocina. La forma de actuación, exagerada, para ser visibles hasta desde la última fila. La máscara, en el teatro clásico, tenía una gran importancia. De hecho, etimológicamente, ‘personaje’ deriva de ‘persona’, ‘personare’ (sonar a través de…), sonar a través de la máscara que amplificaba el sonido. En griego clásico, máscara era ‘proposon’, persona. Así, gracias a la máscara, los personajes se diferenciaban unos de otros y adquirían personalidad propia, y se hacían escuchar.

Las máscaras fueron desapareciendo del teatro con el paso del tiempo. Las formas de actuación, cada vez más naturalistas, ya que la iluminación eléctrica en los escenarios lo facilitaba. Ahora disgusta mucho ver una interpretación demasiado forzada. Aunque parece que nos vamos a tener que ir acostumbrando. En el gran teatro del mundo, la política se ha convertido en un elemento de espectáculo más. Y las estridencias están a la orden del día. Parece que una actuación naturalista, que se asemeje al comportamiento de la mayoría, no gusta a los grandes directores del teatro político. Lo llevan todo al extremo y al grito.

Existe un tufillo contra la política que da pavor. El “todos los políticos son iguales” o el "que se vayan todos" se ha convertido cada vez más en una insignia coral entre una sociedad que está cansada, asustada y cabreada. La pandemia y la crisis económica derivada de ella genera un miedo y una inseguridad cuyas consecuencias políticas pueden ser desastrosas. La ultraderecha bebe del desencanto, como bien nos ha enseñado la historia, y, cada vez más, el hartazgo hacia los políticos se hace más patente.

En los últimos tiempos, nos hemos acostumbrado a que la acción política lleve la tensión y el conflicto a la máxima expresión. Es una tendencia global, que en el Estado español se muestra con sus propias particularidades. El conflicto catalán, las repeticiones electorales, las negociaciones para conformar el Gobierno de coalición… La llegada de la pandemia y los difíciles momentos en los que el Gobierno tenía que sacar adelante las prórrogas del estado de alarma también fueron motivo de conflicto. Llevándolo todo a la última hora, aparentando alto voltaje.

El conflicto está presente, y la sociedad, disgustada. El CIS viene reflejando, barómetro tras barómetro, cómo la desafección a la política es una realidad, la ciudadanía considera la política como un problema. En este contexto, Vox aspira a convertirse en la fuerza antisistema, a pesar de ser el epicentro del sistema y de no suponer ninguna alternativa. Quiere pescar en el caladero del descontento, y el “todos son iguales” le viene de maravilla a una fuerza que no se ha desgastado en ningún gobierno autonómico ni en el estatal. En las próximas semanas, la moción de censura a Pedro Sánchez presentada por el partido ultraderechista en el Congreso de los Diputados será otro momento abigarrado.

Es por ello que los representantes públicos deberían tener cuidado a la hora de lanzar determinados mensajes a la ciudadanía. Este martes, el portavoz de Unidas Podemos en la Carrera de San Jerónimo, Pablo Echenique, comparecía ante los medios para afirmar: “Hoy es posiblemente el día más importante en términos económicos de nuestra época. Hoy muere la austeridad en España. Hoy es definitivamente derrotado el núcleo neoliberal de la ideología de partidos como el PP, VOX y Cs. Hoy se anuncia una subida histórica del techo de gasto”.

Al día siguiente, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba el plan de para generar empleo y destinar los fondos económicos europeos en un acto que acabó con la interpretación por parte del pianista James Rhodes de la Novena Sonfonía de Beethoven, el himno europeo, el Himno de la Alegría. La presentación por parte del líder gubernamental del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia fue una puesta en escena de optimismo que contrasta con el mero hecho de dar un paseo por algunos barrios y respirar el humor que la gente mantiene. La declaración de Echenique, dotando de momento histórico y gran avance la subida del techo de gasto, también supone un choque con la realidad, la mayoría social no está para celebraciones.

La puesta en escena y la interpretación sobre el escenario han de conseguir atrapar al público para conducirlo hacia una catarsis. Una excesiva gestualización puede llevar a un personaje al ridículo y al descrédito. Nos comen los personajes, en una obra de relato constante en el que muchos discursos políticos están muy alejados de las trágicas realidades que viven las sociedades durante esta pandemia. No todos los políticos son iguales, pero además, han de esforzarse en no parecer iguales Para eso servían las máscaras, para diferenciar a los personajes, para dotarles de personalidad, para convertirlos en personas. Las personas no son todas iguales, y proyectan su propia voz.

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1 Comment
  1. José Repiso Moyano says

    Muchísimos se pasan la vida
    escupiendo al que razona (sin ayudarle) o a lo esencial…

    ¡y eso solo es la mierda que dan al mundo!
    …en obvia MALDAD
    sin alma
    y sin piedad mínima.

    Pero señalan ellos
    que otros son malos o están equivocados como vil paradoja.

    La MALDAD ASESINA siempre la han camuflado los mismos: Los pillos intelectuales de Satanás.

    E injusticias por doquier salen en consecuencia.

    ¡Asco dan o dais !

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