Debate europeo en Bruselas y labia y saliva entre Valenciano y Cañete en Madrid

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Los candidatos a la presidencia de la Comisión Europa, ayer, al comienzo del debate. De izad. a dcha., Alexis Tsipras (Izquierda Unida Europea-Izquierda Verde Nórdica), Ska Keller (Verdes-Alianza Libre Europea), Martin Schulz (Socialistas y Demócratas), Jean-Claude Juncker (Partido Popular Europeo) y Guy Verhofstadt (Alianza de Liberales y Demócratas por Europa). / Olivier Hoslet (Efe)

Quienes hayan tenido la oportunidad y la voluntad de ver en el canal 24 horas de TVE el debate que celebraron en Bruselas los cinco candidatos a la presidencia de la Comisión Europea y de contemplar, a continuación, el cara a cara entre los cabezas de lista de los dos grandes partidos españoles, Elena Valenciano, del PSOE, y Miguel Arias Cañete, del PP, habrán podido apreciar la diferencia entre dialéctica y componenda. Resumo a vuelapluma. En Bruselas debatieron sobre la independencia de Cataluña y de Escocia. Aquí no mencionaron el asunto. Allí debatieron sobre los estragos de la Troika. Aquí no apareció esa palabra. Allí hablaron de la especulación bancaria en contraste con el desempleo juvenil (6 millones de jóvenes en paro). Aquí el término “banco” no fue pronunciado ni en su acepción de escañil. En Bruselas comparecieron de pie, sin leer papeles, con la moderadora ejerciendo de periodista y realizando preguntas. Aquí aparecían sentados, leyendo folios, mostrando gráficos. La moderadora, a la sazón María Casado, no tenía nada que preguntar. Allí se debatió durante hora y media sobre la Unión Europea. Aquí no. Aquí el espectáculo de una hora consistió en una sucesión de reproches precocinados, si bien el “cara a cara” sirvió para ver cómo la saliva del exministro Cañete se transformaba en espumarajo y se iba acumulando en la comisura izquierda de sus labios. Una verdadera pena.

Del debate de guante blanco entre los cinco representantes de las grandes familias ideológicas que concurren a las elecciones de los días 22 y 25 del presente vale destacar para disgusto del impávido Mariano Rajoy que ninguno se atrevió a dar un portazo a Cataluña. El conservador Jean-Claude Junker dijo que conviene “preservar las constituciones nacionales” y el socialdemócrata Martín Schulz señaló que la situación de Cataluña es diferente a la de Escocia, pues allí el referéndum es legal y está previsto en la legislación estatal. De momento la UE no es un Estado federal, sino una unión de estados soberanos, por lo que Cataluña tendría problemas. El liberal Guy Verhofstad zanjó el asunto diciendo que a la UE no le corresponde intervenir: “es un asunto entre España y los catalanes en el que la UE no debe inmiscuirse”. Aleix Tsipras, de la Izquierda Unitaria Europea, manifestó el respeto hacia el derecho de autodeterminación de los pueblos y al mismo tiempo se opuso a la modificación de las fronteras. En su opinión, una mayor autonomía podría resolver el contencioso catalán. Solo la ecosocialista alemana Ska Keller afirmó con claridad que si los catalanes decidieran la independencia, “los acogería en la UE”. En general todos mostraron una posición flexible y conciliadora hacia Cataluña, bastante alejada de las amenazas de exclusión difundidas hasta ahora.

Con anterioridad, Keller y Schult aludieron a España al referirse a la crisis bancaria; la ecosocialista para denunciar la especulación financiera contra nuestro país y el socialdemócrata para decir que la crisis de los bancos ha sido una catástrofe para las empresas y la economía productiva y para abogar por una mayor regulación y un control de las responsabilidades de los bancos. Tsipras se enfrentó al conservador Junker y tras afirmar en su primera intervención que la Troika ha realizado “una política catastrófica” y ha elegido a Grecia como “cobaya de la UE para aplicar una política que no se la deseo a nadie”, apostó por un pacto de las nuevas generaciones para superar las viejas recetas y ajustar cuentas con la “deuda odiosa” para que los países periféricos puedan levantar cabeza. Junker le contestó que los griegos no dijeron la verdad sobre la deuda y el déficit y que la UE exige sanear la hacienda pública. Tsipras le replicó que los responsables de la falsedad fueron los socios de su partido y también del socialdemócrata Schult. Keller reprochó a los conservadores que su prioridad sean los bancos, no las personas. Y Junker le contestó: “Me dan igual los bancos, pero si no se les ayudaba, la economía se venía abajo”.

La tercera alusión a España fue la cita del liberal Verhofstad sobre la legislación regresiva del aborto. “Necesitamos un mismo enfoque en la UE sobre materias como el aborto, y lo necesitamos cuanto antes”, dijo. El conservador Junker estuvo de acuerdo en la necesidad de “una legislación común antidiscriminación”. La materia surgió al hilo de los símbolos religiosos. El socialista Schult apostó por la neutralidad política sobre el uso de esos símbolos en los espacios públicos, y el izquierdista Tsipras defendió la regulación constitucional de cada país, de acuerdo con sus tradiciones, aunque denunció la gran influencia religiosa en la política española “debido al conservadurismo de los gobernantes actuales”.

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Arias Cañete y Valenciano se saludan, ayer, antes de que comenzara el debate. / Juanjo Martín (Efe)

En el cara a cara local entre Valenciano y Cañete resultó chocante el calificativo de “maravilloso” que el exministro aplicó al rescate bancario. Valenciano tardó en reaccionar, pero lo hizo correctamente haciendo saber al contrincante que lo estamos pagando todos los españoles, sobre todo, los más humildes. Cañete puntualizó. Quería decir y dijo que el rescate fue “ejemplar”, pues corrían peligro 25 millones de ahorradores y, además, no se han utilizado los 100.000 millones de euros que se pidieron, sino algo más de la mitad. Valenciano ya había quemado su cartucho sobre los evasores y las cuentas del tesorero del PP y otros correligionarios en Suiza, “que no forma parte de la UE, y adonde ustedes viajan mucho”, y optó por el planchado o cambio de tema.

La vicesecretaria del PSOE ganó la confrontación sin esforzarse gran cosa. Mostró una aparente tranquilidad frente a un pícnico Cañete que tan pronto enseñaba un gráfico con torres y alpes, como, con temblor del índice y el pulgar, elevaba un papel para leer un párrafo escrito a mano con rotulador negro, que es su forma habitual de manejarse. Ninguno de los dos se salió del guión ya conocido. Cañete esgrimió la herencia recibida, con 3,3 millones de parados y un déficit de 7.700 millones de euros en la Seguridad Social, y Valenciano le replicó con la herencia de sus promesas: “Esos tres millones de puestos de trabajo que su número dos en la lista (Esteban González Pons) dijo que iban a crear” y afirmó que los datos del déficit de la seguridad social “son falsos, son una mentira”. A lo que Cañete aclaró: “Me los ha dado la tesorería de la Seguridad Social”. Y Valenciano contrarreplicó: “Les dejamos una hucha de 80.000 millones de euros y como sigan así, en 2016 acabarán con ella”. Entonces Cañete tuvo que apelar a la poda de Zapatero y a la famosa congelación de las pensiones. Y Valenciano le situó ante la herencia que el Gobierno de Rajoy está dejando: “Un millón doscientos mil parados más y la sanidad, la enseñanza, la dependencia en precario, además de una reforma laborar que ha suprimido los derechos de los trabajadroes y ha facilitado más despidos y más baratos”.

Con una pausa para anunciar la final de la Liga de Campeones en Lisboa el día de reflexión –que Cañete aprovechó para enjuagarse la boca--, la segunda media hora del cara a cara permitió a Valenciano demostrar las diferencias entre el PP y PSOE, comenzando por la libertad de las mujeres para decidir su maternidad y prosiguiendo por la ausencia de la palabra “mujer” en el programa del PP. “Ustedes tienen un problema con la libertad”, dijo. Y también con los derechos de las mujeres a la igualdad. Cañete se comprometió a respaldar las iniciativas que presente sobre la igualdad y la libertad de las mujeres. Luego se liaron sobre si España era más o menos relevante en la UE. Valenciano asestó una sucesión de críticas sobre los recortes en cooperación y el maltrato a los inmigrantes en Ceuta y Melilla, y Cañete apeló a la Guardia Civil, “la institución más valorada por los españoles”. El último mensaje o “tanda de penaltis”, dijo Valenciano como si hubiesen empatado, fue para llamar al voto. La socialista lo pidió para conseguir “una Europa con rostro humano”. El conservador lo hizo leyendo: “Crecemos y creamos empleo y no hay que perder oportunidades”. Y con la saliva cuajada en los labios como si fuera un camello en el desierto, se dirigió al espectador: “Usted dirá si le he convencido”.

7 Comments
  1. Piedra says

    Valenciano ganó por goleada al chiringuitero opulento de una derecha muy buena para los ricos y muy nociva para todos los demás. Lo tenía bastante fácil, incluso aunque Cañete no hubiera soltado babas.

  2. ordoñez says

    tras escuchar no sin cierto aburrimiento los debates, sabéis lo que realmente me apasiona, me llena de esperanza, pienso en ello casi todos los dias, de EUROPA………..El Euromillon

  3. Mecacholo says

    La diferencia entre el debate europeo y el español es que el europeo es plural y el español no. Por eso fue mejor el primero. Pero aquí el objetivo no es que el debate sea efectivo, sino proteger al bipartidismo.

  4. celine says

    Los vi a cachitos ambos. Y sí, daba rabia que el de casa fuera tan restringido y tan previsible. No es que confíe en el debate europeo, pero, al menos, se ponía en el escenario más pluralidad política. Aquí, en efecto, se trataba de salvar el bipartidismo a toda costa. No hablemos de los espacios informativos publicitarios de los partidos. Total, que la solución está en que cada cual tenga lo más claro posible qué hará con su pequeña fortuna, su voto. Ojala se amorticen lo mejor posible. ¡Suerte!

  5. ana reviejo gómez says

    Querido Luís, eres de los poquísimos que han planteado ese interesante contraste entre un debate de verdad (con diversas opciones, con público, con preguntas) y un recitado bipartidista plano y sin tocar tierra. Y añado algo que me gustó especialmente de Bruselas: el acuerdo de todos para mostrar públicamente la exigencia de liberación para las niñas nigerianas. Esa foto de los cinco mostrando el mismo cartel reivindicativo me hubiera gustado ver en alguna primera página. Saludos y gracias por tu trabajo

  6. luis says

    Muchas gracias, Ana, por tu precisión; tienes toda la razón: aquí faltó ese gesto de exigencia de liberación de las niñas. Un fuerte abrazo.

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