Pedro Armestre: «Si tengo que entrar en la cárcel, entraré con la cabeza bien alta»

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El fotoperiodista Pedro Armestre, en una imagen de archivo. / Foto cedida por Pedro Armestre

Pedro Armestre, fotógrafo gallego (A Rasela, Verín, Ourense, 1972), acaba de regresar de Centroamérica y está cansado. Lleva un mes vagando por Guatemala, El Salvador y Nicaragua, elaborando un reportaje para la ONG Alianza por la Solidaridad sobre el derecho al agua. Y no sabe si podrá volver a viajar en algún tiempo. "Me lo tomo con tranquilidad. Si al final tengo que entrar en la cárcel y me dejan llevar el ordenador, tendré tiempo para editar el reportaje estupendamente. Eso sí. Si tengo que cumplir condena, espero que me metan en alguno de los módulos en los que están algunos de eso personajes que tanto conocemos, Bárcenas o Díaz Ferrán, y así les hago unos reportajes".

Este 4 de diciembre Armestre va a ser juzgado en Valencia. Le piden dos años y ocho meses de cárcel por desórdenes públicos, daños y lesiones. La misma pena que la Fiscalía y la eléctrica Iberdrola solicita también para 16 activistas de Greenpeace que el 15 de febrero de 2011 entraron en la central nuclear de Cofrentes (Valencia) para pintar en una de sus torres las palabras "peligro nuclear". El fotógrafo no pertenece a Greenpeace. Sencillamente, estaba cubriendo la noticia para la agencia France Press, para la que trabaja desde hace 12 años.

"Se me acercó la Guardia Civil al salir y un agente me dijo que estaba detenido. Me tuvieron 40 horas en el calabozo. Cuando me llevaron ante la juez, me dijo que estaba acusado de cortar la barriga a un agente de seguridad con una radial. Imagínate. Le contesté a la juez que ya cargo con demasiados kilos de equipo como para también llevar a mi trabajo una radial", relata el fotoperiodista.

En su página web, la organización ecologista considera este "el juicio más difícil de la historia de Greenpeace España por defender el medio ambiente". La ONG intentaba evitar aquel 15 de febrero que se ampliara la vida útil de esta central nuclear, que estaba a punto de cumplir 30 años de vida. Como responsable civil subsidiario, Greenpeace se enfrenta a una multa de 357.371 euros.

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Un momento de la acción de Greenpeace en la central de Cofrentes el 15 de febrero de 2011. / Foto cedida por Pedro Armestre

— ¿Pero qué pasó allí para que os pidan una pena de cárcel de casi tres años?

— Mira, todo el mundo sabe que Greenpeace es una organización pacifista. Y yo no llevo nunca una radial para cortarle la barriga a nadie cuando estoy trabajando.

— Desde hace algún tiempo, concretamente desde el 15-M, se habla mucho de acusaciones falsas a todo el que protesta.

— Esto no deja de ser un susto para que nos quedemos callados. Están intentando taparnos los ojos y la boca. Pero son gajes del oficio. El periodismo es dar voz a los que no la tienen.

Entre otros muchos premios, Pedro Armestre posee el Ortega y Gasset, el Nacional y el Rey de España de Periodismo. Mientras Juan Carlos I le entregaba este último, desde Zarzuela le retiraban la acreditación para asistir a la coronación de Felipe VI unas semanas después. "Fue una cosa de locos. Allí estaba yo, recibiendo el premio del Rey mientras me negaban el derecho a hacer mi trabajo delante de ese mismo Rey. Al final me colé en la coronación e hice las fotos".

Pedro Armestre ya le ha explicado a sus hijos de seis y nueve años que a lo peor acaba en la cárcel. "Claro que lo he hablado en casa. Si tengo que entrar, entraré con la cabeza bien alta. El periodismo que yo quiero desempeñar es por el bien de mis hijos y de las futuras generaciones".

— ¿Periodismo activista?

— No. Un periodista puede tener una ideología, pero la información activista no es información, es comunicación. El periodista activista solo cubre un tipo de noticias. Yo voy a todas partes.

— ¿Te ha afectado profesionalmente la acusación?

— Claro. Estoy en libertad con cargos. Cualquier problema que pueda tener puede convertirse en un marrón enorme. Llevo tres años y medio trabajando con pies de plomo.

Pocas semanas después de la detención de los 16 activistas de Greenpeace y del fotógrafo tras la acción de Cofrentes, el 11 de marzo de 2011, reventaba la central nuclear japonesa de Fukushima. El 27 de abril, el Consejo de Seguridad Nuclear informaba de que las emisiones de la catástrofe habían llegado hasta Europa: en España y en otros países del continente se detectaron excesos de cesio y yodo en la atmósfera provenientes de aquella explosión. La central de Cofrentes está a 60 kilómetros de Valencia (800.000 habitantes), a tres kilómetros de un volcán dormido y ya ha cumplido sus 30 años de vida útil. "El envejecimiento de los reactores nucleares es un hecho a pesar de las mejoras y de las reparaciones, y con ello la probabilidad de un accidente va también en aumento. Los reactores nucleares contienen componentes que no pueden ser reemplazados, incluyendo la vasija a presión y la contención del reactor", ha denunciado Greenpeace.

"En Bélgica, el reactor 3 de la central nuclear de Doel, tiene también más de 30 años de vida de diseño y la vasija de su reactor fue construida por la misma compañía holandesa, Rotterdamsche Droogdok Maatschappij (RDM) que la vasija de Cofrentes. En la actualidad Doel 3 está parada debido a que tiene gravísimos problemas de seguridad derivados de las más de 8.000 fisuras encontradas en su vasija", añaden los ecologistas.

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