"Sientes desesperación cuando un barco a la deriva no llega y el mar se traga 50 vidas"

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Miembros de Proem Aid durante un rescate en la costa griega el pasado mes de marzo. / Proem Aid.

Shukran es la primera palabra que uno aprende cuando llega a Grecia como voluntario. Shukran significa 'gracias' en árabe y es lo que la mayoría de las personas repite sin cesar cuando, tras atravesar los entre 9 y 20 kilómetros que separan la costa turca de la griega, pisan por fin tierra firme, en busca de asilo en Europa. El Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria y la Izquierda Verde Nórdica ha reunido en el Parlamento Europeo a representantes de las organizaciones de voluntarios que, ante la implicación mínima de las instituciones, se están haciendo cargo del salvamento y la acogida de miles de demandantes de asilo en Grecia. Cuartopoder.es ha charlado con un grupo de voluntarios españoles.

Manuel Blanco es bombero y el vicepresidente de Proem-Aid, una organización de profesionales con formación en rescate en emergencias, especializados en el medio acuático, que desde diciembre de 2015 trabaja en Lesbos, Grecia. Proem-Aid nace como respuesta a la escasez de misiones de salvamento en aguas griegas; surge, explica Manuel, "del dolor y la impotencia de ver imágenes en televisión que se han calificado de duras, pero que eran necesarias". Los profesionales de Proem-Aid sopesaron los riesgos, analizaron las necesidades y decidieron suplir una carencia: en el sur de la isla no había guardias por las noches. Se convirtieron, tal y como describe Manuel, "en el primer eslabón de una cadena de ayuda humanitaria que se crea en la isla de manera espontánea" .

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Manuel Blanco, vicepresidente de Proem Aid, durante la entrevista con cuartopoder.es / Prensa IU Europa

En grupos de seis, tres en la costa y tres en una pequeña embarcación hinchable de no más de 8 o 9 metros, acuden al rescate de las endebles lanchas en las que cientos de personas, hacinadas, cruzan a diario el Egeo. Los guían hacia la costa, tratan de ponerlos a salvo. "Cómo tienes que estar para meter tu vida en una bolsa, dejarlo todo y poner a tu familia, que es lo más importante, en una balsa como esa", se lamenta Manuel. Algunas de estas personas "te dicen que prefieren ahogarse que volver".

Los miembros del equipo de salvamento de Proem Aid llegaron con intención de quedarse 10 días. Ya llevan a sus espaldas seis meses de trabajo "con más voluntad que medios". Pero Manuel valora positivamente la experiencia: "Nos quedamos con la satisfacción de haber salvado vidas que de otra manera se habrían convertido en estadísticas". Aunque el vicepresidente de la organización no olvida a los que no llegan. "Sientes tristeza y desesperación cuando sabes que hay un barco a la deriva y no llega. Cincuenta o sesenta vidas que se traga el mar", relata compungido. "Pensábamos que habíamos visto muchas tragedias y hemos llorado como niños", confiesa.

"Pensábamos que habíamos visto muchas tragedias
y hemos llorado
como niños"

Los rescatadores de Proem-Aid siguen en Lesbos pese a que el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía ha frenado las llegadas a las costas griegas. Alguien tiene que estar ahí cuando vuelvan.

Cadena de favores

Nuria Casadó es productora audiovisual, pasaba una mala racha, tenía que cerrar una etapa difícil de su vida y sentenció: "Cuando firme el último papel, me marcho". Firmó un 23 de diciembre y aterrizó un 10 de enero en Lesbos. Llegó para diez días y se quedó tres meses. Hizo de todo: por las noches, auxiliaba a los recién llegados en primera línea de playa; acudía a los campos, repartía comida en la cola del ferry... Y entre tanto, siempre pasaba algo. "A veces estabas entre tres y cuatro días sin dormir y no te dabas cuenta", recuerda.

Nuria relata compungida las noches de enero en que recibieron barcos mientras caía aguanieve sobre la costa: "Llegan empapados, con los labios morados... ¿Sabes? Durante semanas no pude sacarme el sonido del castañar de los dientes".  Pero lo peor, opina esta voluntaria que llegó a Grecia de manera independiente, es la falta de información. "Hay gente que se baja de la barca y te pregunta si están ya en Europa", explica e insiste en que, además, hay que sumar la barrera del idioma.

El cierre de fronteras agravó una situación que ya era extremadamente dramática. Elvira también es voluntaria y activista independiente y recuerda lo duro que era ver llegar cientos de personas emocionadas a Lesbos, sin saber del cierre de la ruta de los Balcanes, y despedirlas en el puertos sabiendo lo que les esperaba. En los campos, explica Nuria, muchos demandantes de asilo empiezan a plantearse volver a Siria: "¿Qué clase de vida de mierda les estamos dando para que después de haber hecho todo ese camino estén dispuestos a volver?", denuncia.

"Lesbos es un contraste: ves
el drama más absoluto y el
amor más puro"

Durante la visita del Papa, la tensión creció en la isla. Elvira acusa a las autoridades griegas de "limpiar" la zona "para que el Papa no viera la realidad en la que vivía la gente". Tanto Elvira como otros voluntarios decidieron denunciarlo portando una pancarta en la que podía leerse: "Si quiere saber la verdad, pregunte a los voluntarios". La activista explica que fue retenida por la Policía griega durante más de cuatro horas para "comprobar su documentación", durante las cuales, relata, ella y otras compañeras sufrieron abusos verbales y comentarios sexistas por parte de los agentes. No es el único incidente entre voluntarios y Policía griega. Manuel Blanco y otros compañeros de Proem-Aid fueron detenidos y acusados de tráfico de personas en grado de tentativa cuando salían a buscar una embarcación a la deriva. Aún esperan la resolución del caso. "El mundo al revés," puntualiza Nuria.

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María Jesús Pérez, voluntaria independiente, durante la entrevista con cuartopoder.es / Prensa IU Europa

Y entre tanto dolor, algo de luz. A Nuria Casadó le fascina la cadena de favores en que se ha convertido Grecia. Cómo se ayudan los unos a los otros porque todos están allí por lo mismo. No solo los voluntarios o los vecinos, también entre los propios demandantes de asilo. "Lesbos es un contraste: ves el drama más absoluto y el amor más puro", explica Nuria. El voluntariado ha sido para ella una experiencia única: "Lo mejor que he hecho en mi vida. Lo peor de Lesbos ha sido irme de Lesbos", concluye.

Idomeni, un campo de batalla

María Jesús Pérez aterrizó en Tesalónica motivada por la insistencia de una amiga griega que trabajaba desde hacía tiempo con demandantes de asilo. Cuando llegó por primera vez a Idomeni, lo que vio superaba con creces lo dramático de las imágenes que había visto por televisión. "Idomeni era un campo de batalla, tierra de nadie. Allí no sobrevivían, se morían poco a poco", se lamenta.

"Idomeni era un campo de batalla: no sobrevivían, morían poco a poco"

La organización con la que María Jesús trabajó se dedicaba principalmente a repartir comida y enseres. Además, tienen un programa de realojamiento de familias en casas de particulares. Pérez recuerda con cariño cómo una mujer con cinco niños pequeños fue a la casa de una señora en Tesalónica. La joven no dejó de llorar emocionada en todo el camino. Esta organización realiza además un seguimiento para apoyar a las familias, acompañarlas en el largo proceso que es la solicitud de refugio en Europa.

Después de la experiencia, Maria Jesús ha decidido lanzar la iniciativa 'Abriendo fronteras' de vuelta en España. Esta plataforma se dedica a la recolecta de fondos, la concienciación y la educación en colegios e institutos y también la denuncia política y social: "El pueblo puede reaccionar pero la solución debe ser política", insiste.

Volver

Todos coinciden en lo difícil que resulta volver a la vida cotidiana tras una experiencia como esta. Nuria sigue en contacto con muchas de las personas que conoció durante su voluntariado y es duro, extremadamente duro. Algunas lograron su objetivo, pero la mayoría siguen varadas en alguno de los cientos de precarios campamentos distribuidos por toda Grecia. Sabe que ha hecho lo que ha podido pero también que nunca es suficiente. Elvira, a la que le cuesta contener las lágrimas, reconoce que el problema llega cuando vuelves; cuando de pronto tienes tiempo para pensar en lo que has vivido; cuando te das cuenta de que lo único que te diferencia de ellos es que tú tienes un pedazo de papel que te permite volver a casa. Que puedes volver a casa cuando quieras.

(*) Beatriz Ríos es periodista.

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