16 años de silencios y pistas falsas

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Cipriano, padre de Casta, asesinada en 1995/FOTO:CP.
Cipriano, padre de Casta. asesinada en 1995. / C. P.

Estaba desnuda. Sobre el suelo y con lo que parecía un fuerte golpe en la cabeza. Se llamaba Casterina Carrillo y tenía 31 años. Escribió su último día el 27 de julio de 1995. Ese día su padre, Cipriano , empezaba a escribir la suya propia: una novela negra cuyo protagonista era su propia hija y él, el narrador, en un segundo plano. Entonces, tenía 59 años y creía en la Justicia, en aquellos que le hablaban de tutela judicial y no cedía ante los fracasos. Ahora tiene 75 años y empieza a creer en los crímenes perfectos.

Casta, como la llamaba su padre, salió a pasear el 15 de julio con su bicicleta por un paraje conocido como el camino de Montalbán, cercano a un canal de riego a 2 kilómetros del casco urbano de Puente Genil (Córdoba). Casta era la mayor de cinco años. Conocía el terreno y solía pasear por allí. Siempre salía acompañada de una amiga, excepto esa noche que decidió salir sola y desapareció. No había peligro, o eso pensó. Fue su último paseo.

Esa misma noche se inició la búsqueda. El guarda del cortijo, que volvía del trabajo, encontró la bicicleta en mitad del camino. Ocho días después fue hallado su cuerpo por unos agricultores en un olivar apartado. Estaba casi desnudo, en avanzado estado de descomposición y con signos de violencia. Las pruebas forenses determinaron después que la habían agredido sexualmente y que había muerto el mismo día de su desaparición. Cesó la búsqueda de la chica y se inició la del culpable. Entonces, empezaron los interrogatorios en su entorno y a los vecinos. Algunos testigos recordaron que, durante el rastreo, un grupo de personas habían pasado por el cementerio y contaron cómo allí encontraron a un hombre al lado de una furgoneta con una cuerda y con manchas de sangre. A ese cementerio regresó el padre de Casta en muchas ocasiones para rezar sobre su tumba. Sin embargo, lo que no esperaba era encontrarse con un monje que le confesó que el asesino de su hija era el hombre que vieron y que había ido allí a esconder el cuerpo para después confesarle el crimen. El fraile que lo asistió rompió el secreto de confesión y lo denunció. Los agentes detuvieron a aquel hombre, pero dos días después, tuvieron que dejalo en libertad  porque su ADN no coincidía con las muestras biológicas halladas sobre el cadáver de la mujer. Y las líneas de investigación llegaron a un punto muerto. Cipriano hizo lo imposible porque el caso no quedara en el olvido.

Ocho años después, en 2003,  la detención de Tony King por el asesinato de Sonia Carabantes y de Rocío Wanninkhof reavivó la mecha.  Cipriano pidió a la jueza de Puente Genil que instruía el sumario de Casta que cotejara los restos de piel y vello púbico hallados sobre el cadáver de su hija con el ADN  encontrado en las uñas de Carabantes y en la colilla localizada en el lugar en el que desapareció y fue asesinada Wanninkhof. Lo hacía por convicción, por la esperanza de encontrar al asesino de su hija y por las similitudes entre los casos. Casta fue asesinada cuando muchos turistas llenaban el pueblo debido a las ferias que se celebraban en algunos pueblos cercanos, unas circunstancia similar a la de la muerte de Sonia Carabante, al de Rocío Wanninkhof  y al de Ana Elena Lorente. También algunos testigos corroboraron haber visto un coche blanco rondando en los alrededores del lugar en el que la asesinaron, como el que utilizaba King.  “No perdemos nada”, decía entonces el hombre. En octubre, la juez aceptaba la petición. La rueda se ponía en marcha de nuevo para Casterina. Sin embargo, las pruebas forenses determinaron que Tony King no era el asesino de su hija. Su ADN no coincidía. Además, el delincuente había llegado a España seis años antes y no ocho,fecha en la que le quitaron la vida a Casta.

Tres años después el caso sufría un nuevo revulsivo. Un testigo, al que el juzgado dio la naturaleza de protegido, aportó nuevos datos a la investigación. Entonces la defensa de la familia aseguraba que esta persona tenía información  sobre uno de los individuos que, con toda probabilidad, intervino en los hechos. Los agentes  debían corroborar los datos aportados por el confidente que aseguraba que el día de los hechos un grupo de amigos se desplazó a la localidad sevillana de Écija para adquirir sustancias estupefacientes. De regreso al pueblo, vieron a Casta y la asaltaron  cerca del canal de riego del Genil-Cabra, forzándola a subir al vehículo. Ella se resistió y   la forzaron golpeándola. Después, la condujeron hasta la finca San Juan, a los pies de un olivo (el lugar en el que fue localizado su cadáver después), a seis kilómetros de distancia,y lejos de las miradas de vecinos y veraneantes consumaron la violación. Después, la asesinaron. Casta murió a causa de un traumatismo cranoencefálico. La fuente proporcionó una descripción de uno de los individuos y con ella empezó la Guardia Civil a reconstruir el crimen de nuevo.

Aquella pista no condujo la investigación más que a otro camino sin salida. No consiguieron probar que aquel sospechoso era el autor de la muerte de Casta. El 8 de julio de 2008  el juzgado de la Audiencia Provincial comunicaba a sus padres que archivaban el caso por falta de pruebas. Cipriano creía que estaban cerca de los autores y recurrió. De nada sirvió. El 19 de agosto el carpetazo resonó en sus esperanzas. 13 años a la papelera. Trece años confiando en la Justicia. "Hemos tenido la certeza de encontrar pistas, tener indicios o simplemente sospechas sobre la autoría del cruel asesinato de mi hija, pero no han pasado del juzgado", afirmó. Lo último de todo es que hay dos testigos que afirman que un hombre viudo de la localidad de Lucena, contó en un lugar de alterne a unas prostitutas que tuvieran precaución y  no fueran en bicicleta de noche porque unos amigos suyos -aunque él no intervino- violaron y mataron a una muchacha. El padre pedía un careo de este hombre con los otros tres que supuestamente estuvieron implicados en la muerte de mi hija. Nunca se hizo por no considerarlo determinante.

Ahora, sólo una cruz, con unas flores y una pancarta en la que se lee difíclmente "Por favor, respeten esto, lo pide una madre", marca el lugar donde fue hallado el cadáver de la joven. La novela sigue sin tener final. El resto de la historia habla de un hombre sencillo, camionero de profesión, que tuvo que dejar lo único que sabía hacer porque resolver el caso de su hija consumía todas sus fuerzas. Un hombre que vendió el camión, malgastó sus ahorros en investigaciones, abogados…y al que no le queda ya ni la esperanza.Y la lucha sigue. Diéciseis años de silecnios y pruebas falsas después.

6 Comments
  1. jcuadrado says

    vaya historia en la españa de 2011,
    me quedo de piedra

  2. Eulalio says

    Vaya historia más triste. A la larga, el gasto público que quieren recortar PP-PSOE seguro que supodrá también que se archiven antes los casos complicados como éste.

  3. pontanesa says

    todo por culpa de los incompetentes de la policía, malditos sean, si hubieran actuado de otra manera el /los culpables estarían en la cárcel. bueno, ya hubieran salido, por desgracia.

    descanse en paz Caterina, y un abrazo muy fuerte a su valiente padre y a su madre.

  4. ANTONIO says

    EL CASO LO LLEVO LA GUARDIA PONTANENSA,,,,

  5. ANARE031972 says

    Ayer en el canal crimen e investigación vi el caso.Es inadmisible que los mismos cuerpos y fuerzas de seguridad del estado que llevaron el caso reconozcan que en la investigación se cometieron muchos errores,se perdieran pruebas,etc.El padre de la chica decía que quiso exhumar el cuerpo porque un prestigioso forense de Sevilla le aseguro que si el hacia una nueva autopsia,encontraria nuevas pruebas pero la juez denegó el levantamiento del cadáver,segun ella porque si no se había encontrado nada en la primera,la segunda autopsia no era necesaria…MENUDA JUEZA!!!(acordémonos,por favor,de los «huesos de animales» de los niños de Cordoba).La verdad me impacto bastante esta historia y si demuestra que con un poco de suerte,si te tocan incompetentes investigando y torpes ejecutando los procedimientos legales,todavia a dia de hoy EN PLENO SIGLO XXI se puede cometer el crimen perfecto.Por cierto,el padre(sr.Cipriano)me dio muchísima pena.Le deseo la mejor de las suertes y le mando un beso enorme con todo mi apoyo.

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