‘Toro’: ‘Drive’ en Torremolinos

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Cartel de la película 'Toro', dirigida por Kike Maillo. / Universal España

Kike Maíllo fue el director de una película española de ciencia ficción bastante sosa llamaba Eva. Era aburrida y su giro final muy previsible. Se llevó el Goya a los mejores efectos especiales, director novel y mejor actor secundario (inmerecido premio a Luis Homar, que hace de robot y da mucha grima).

Ahora Maíllo regresa con Toro y lo hace por todo lo alto, rodeado de una producción impecable y unas localizaciones de lujo. Ya era hora de que el cine español usase lugares tan cinematográficos a la par que horteras como Fuengirola, Torremolinos o Benalmádena. Además, Maíllo ha contado con un reparto de campanillas: Luis Tosar, Mario Casas y José Sacristán en los papeles protagonistas junto a buenos secundarios como Ingrid García Jonsson o José Manuel Ponga.

Toro empieza con unos primeros minutos excelentes. Buena ambientación, digna presentación de personajes, brillante planificación de escenas de acción, estupendos títulos de crédito... Pero se va desmoronando. ¿Se acuerdan de Drive? Pues a Toro le pasa lo mismo que a la sobrevalorada película de Nicolas Winding Refn, director con el que Maíllo demuestra demasiada afinidad. Igual que en Drive (o en su siguiente idiotez, titulada Sólo Dios perdona), en Toro tenemos a un joven bastante simplón que quiere salir del mundo criminal en el que se ha metido, a un villano que es un psicópata sanguinario, una banda sonora ochentera y un final exagerado y redentor.

Lo peor de Toro es que el malo, que acaba siendo grotesco, da risa en vez de miedo. José Sacristán interpreta a un tal Romano, que empieza como un gangster tipo La ley del silencio y acaba como el matarife que interpreta Laurence Olivier en Marathon Man.

Los guionistas no han tenido reparos en copiar su famosa arma asesina, un cuchillo adosado al antebrazo con un mecanismo mecánico. Es una lástima, pero Rafael Cobos (guionista de películas como la estupenda Grupo 7, también con Casas) y Fernando Navarro se han pasado de frenada con el malo, que además de ser un diestro lanzador de cuchillos (¿?) gusta de escuchar grabaciones con tambores de cofradías, talla en persona vírgenes y tiene en casa un pantallón que proyecta imágenes religiosas frente a su piscina (en plan El precio del poder, de la que Maíllo también coge prestado). Toda la simbología religiosa que usa la película, hasta para las escenas más truculentas, algunas de pésimo gusto, es fútil, gratuita y previsible.

Y aunque es el más maniqueo, Cobos y Navarro no solo fallan en el personaje del villano. Igual de plano es el personaje que le ha tocado a Tosar (muy pobremente caracterizado y con un arrepentimiento final alejándose del “dinero sucio” que no hay quien se lo trague), el de Mario Casas (que tiene la complejidad de un bistec) y el de Ingrid García Jonsson (un mero florero).

La película, además, tiene mensaje. Horror. Y encima grueso, de brocha gorda. Durante toda la película, por ejemplo, en los televisores que vemos encendidos no vemos otra cosa que no sean locutores de informativos diciendo que el turismo va muy bien. El mensajito no es nada sutil: Este país, corrupto y fanático, solo vale para el turismo. Demasiado obvio todo, muy subrayado.

Otro de los problemas de Toro, además de estar plagado de clichés “sociales” (tipos que viven en caravanas y tienen un Audi recién comprado debajo de una lona), es que es bastante inverosímil. El malo es demasiado poderoso y su don de la ubicuidad, exagerado. Tampoco te tragas que haya semejantes tiroteos y carnicerías sin que aparezca un puñetero policía.

En cuanto al trabajo de Maillo, lo dicho: Buen primer acto y luego todo se desmorona, también la realización. Sobre todo al final se notan demasiado las influencias de las aburridas moderneces del citado Winding Refn, aquí combinado con toda esa imaginería religiosa absolutamente vacía y pueril y una banda sonora bastante deplorable.

Una lástima porque la película nunca aburre y tiene algunos momentos fabulosos (como el robo del inicio, el asesinato en el parque acuático o Casas descubriendo a oscuras lo que le han hecho a su novia), pero el conjunto es muy errático. Desgraciadamente, Toro confirma que Kike Maíllo es un realizador con bastante poca personalidad.

UniversalSpain (YouTube)

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