La otra prima de riesgo: 76 sindicalistas fueron asesinados en 2011

Con este asunto del rescate me pasa como cuando llevo el coche al taller, que no me entero de nada de lo que me dicen los hombres de azul -con su retrancado metalenguaje de delcos, culatas y manguitos- sobre los muchos y muy graves males que aquejan a mi fiel y ya cansado XSara Picasso. Así que pago y me largo, como con lo de Bankia, sin entender nada, sin conseguir enterarme de nada, que es exactamente -supongo que ya lo sabes- de lo que se trata: que no nos enteremos de nada.

El informe 2012 sobre la violación de los derechos sindicales en el mundo, que ha hecho público esta semana la Confederación Sindical Internacional (CSI), es mucho más facil de contar y de entender que lo del rescate. Ahora verás por qué.

Según la CSI, que representa a más de 175 millones de trabajadores y trabajadoras de 153 países, al menos 76 personas murieron el pasado año como resultado directo de sus actividades sindicales -a las que hay que sumar aquellos que perdieron la vida durante la represión de las protestas en el marco de la Primavera Árabe-. Tan sólo en América Latina se registraron 56 asesinatos, incluyendo 29 en Colombia y otros 10 en Guatemala; crímenes cometidos con la más absoluta impunidad. Al menos ocho sindicalistas perdieron la vida en Asia. Cuatro fueron asesinados en Filipinas, muertos a tiros en cuatro incidentes distintos, y todos habían desempeñado un papel destacado en la defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Un dirigente sindical y activista del sector de la confección fue brutalmente asesinado en Bangladesh dos años después de haber recibido una paliza a manos de autoridades del Gobierno a causa de su actividad sindical. En Zimbabwe, un niño de apenas un año murió tras haber pasado la noche a la intemperie y bajo la lluvia, puesto que su familia estaba entre los trabajadores agrícolas expulsados sumariamente por haber intentado organizarse.

¿A que esto sí que se entiende? La CSI hace un relato pormenorizado y descarnado -continente por continente, país por país- de las agresiones que se han ido produciendo a lo largo del año, agresiones que implican torturas, detenciones, asesinatos, secuestros, cosas que han estado pasando por el mundo y de las que nadie nos ha contado nada. Está claro que no todos los riesgos proceden de las primas y está claro también que los riesgos los acabamos pagando siempre los primos... los primos de riesgo...

Otra cosa resulta especialmente desalentadora. El informe de la CSI incluye esta vez inquietantes alusiones a España, que no había merecido un solo renglón en los últimos años. Es el famoso efecto cangrejo, que consiste, simplemente, en avanzar hacia atrás. Así, la CSI denuncia los recortes en los derechos de los trabajadores que supuso la reforma laboral del gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero –está garantizado que cuando el año que viene valore los de la reforma del Partido Popular se nos erizarán hasta los pelos de los muslos- y que varios gobiernos autonómicos restringieron sustancialmente el derecho a la huelga al imponer servicios mínimos abusivos o no respetaron acuerdos firmados con los sindicatos. Entre ellos, el informe señala con el dedo a Madrid, Murcia, Baleares, Castilla la Mancha y la Comunidad Valenciana. Además, y que nadie me pregunte por qué, la CSI, de la que forman parte CCOO, UGT y USO, expresa su preocupación por el desprestigio sistemático a que se ve sometida la labor de los sindicatos por parte de determinadas cadenas de comunicación en España... ¡Qué chalaos!