¿Si tumban el Estatut? El concierto económico

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Hay quien opina que el nacionalismo es insaciable, pero lo que es seguro es que tiene un apetito excelente. En el caso del Estatuto de Cataluña, cabría pensar que una sentencia restrictiva, como la que se supone emitirá el Tribunal Constitucional cuando sus magistrados terminen de mirarse el ombligo, representaría el límite a algunas de sus aspiraciones. Nada más lejos de la realidad. No hay final que no pueda convertirse en un punto y seguido.

Reunidos en animada charla, un cualificado dirigente nacionalista nos da la teórica sobre cómo encajaría Cataluña una sentencia de este tenor. Describe tres escenarios posibles. El primero es el de la resignación, que llevaría a aceptar con poco ruido ese destino escrito con renglones torcidos por el Constitucional y a perseverar en la estrategia de mandar más en Madrid para dar más poder a Cataluña. El segundo establecería como conclusión previa que el recorte al Estatuto implica el desamor de España, el ya famoso 'no nos quieren', por lo que sólo habría de contemplarse la despedida y a la francesa. ¿Cómo? Luchando abiertamente por la independencia, que en versión catalana se llama emancipación.

Entre ambas respuestas, que están en los dos extremos y en las que cabe imaginar cómodamente instalados al PSC y a Esquerra, respectivamente, se abriría paso una tercera vía, un camino de en medio nacido directamente del seny más catalán. Dicho camino consistiría en reivindicar fórmulas de indiscutible constitucionalidad porque ya se aplican en otros territorios. ¿Se les ocurre alguna? En efecto. Si el Estatuto se cercena, la reivindicación inmediata es la del concierto económico. Hacia esa posición podría orientarse CiU y modificar la estrategia que ha seguido en los últimos 30 años, lo cual no es desdeñable tratándose del partido que puede alcanzar próximamente la Generalitat de Cataluña

Recuerdo que algo semejante había planteado el diputado Sánchez Llibre en una de las reuniones que CiU mantuvo con el Ministerio de Economía cuando al Estatuto lo estaban peinando poco después de llegar a las Cortes. El entonces vicepresidente Pedro Solbes le explicó que tanto la bilateralidad entre el Estado y la Generalitat como la pretensión de recaudar todos los impuestos estatales eran claramente inconstitucionales. Sánchez Llibre trató de darle la réplica con una pregunta: “Entonces, ¿no es constitucional el concierto económico vasco?”.  El hoy gobernador del Banco de España, entonces secretario de Estado, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, terció en la disputa: “No es lo mismo porque los vascos son el 5% del PIB y vosotros el 20%. No sabemos si recaudan o no todo lo que dicen recaudar con su sistema fiscal y no podemos controlarlo. Además, existe ETA”.

Quedaba la duda de por qué se llama emancipación a lo que antes se conocía como independencia. Tras una breve disertación sobre lo bien que le va Chequia sin Eslovaquia, nuestro interlocutor lo aclara: “Porque a Cataluña –dentro de la Unión Europea, lógicamente- nunca se le ocurriría tener un Ejército propio ni hacer en solitario una política de inmigración. Y si fuera necesario contribuir al desarrollo de algunas regiones pobres de España se haría, como lo ha venido haciendo Alemania”. Emancipación significa, por tanto, que España pague a los militares y ponga sirgas tridimensionales en Melilla para evitar la invasión bárbara.

¿Que por que no se plantea ahora la emancipación? No es porque la sociedad catalana lo rechace sino porque “no está preparada para un envite de ese calibre”. Al parecer, sólo está preparada entre un 30 y un 40% de la población. Acabáramos.

1 Comment
  1. krollian says

    El único concierto que no desafina es el de la serenata de los poderosos haciendo que les piten los oídos a una inmensa mayoría.

    Nuestra clase política hace tiempo que se vendió a los bancos. Las instituciones judiciales y hasta la Ley Electoral está dirigida por el PPSOE y los eventuales nacionalistas admiradores de su ombligo…

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