
Atención turistas, ciudadanos del mundo y neoyorquinómanos en general: dense prisa los que quieran ver Union Square, el sur de Central Park, etc, como han sido siempre, es decir, con un cutreadorable revoltillo de artistas y vendedores callejeros, pura adrenalina urbana. Mezclándose sin orden ni concierto el que estampa camisetas genuinamente fantásticas con el que hace collares con chapas de coca-cola o el que pinta de p...pena pero en fin, qué majo es y qué a fondo conecta con las macrotendencias del arte moderno. Que en la práctica puede ser cualquier plataforma divertida que diga: MecagoenBush.
O mecagoenBloomberg, por Michael Bloomberg, a la sazón alcalde de Nueva York.

Él es la nueva bestia negra de los artistas urbanos neoyorquinos. ¿Por qué? Pues porque la calle es suya y los quiere desalojar. Los quiere echar de las esquinas y los parques más emblemáticos. Dice que no dejan circular, que estorban y congestionan, que son demasiados. Y ha sacado una ordenanza que ordena que en lo sucesivo tendrán que ser muchos menos. Como mucho 18 en Union Square, 9 en Battery Park –al supersur de Manhattan, entre la Zona Cero y el río-, 5 al sur de Central Park y 5 más en la High Line, el interesante corredor urbano abierto el año pasado entre azoteas del West Side, siguiendo la ruta de una antigua línea ferroviaria en desuso.
Como no sólo piensan dejar pasar a poquísimos artistas callejeros, sino que el que primero llega es el que planta el chiringuito, el plan parece ser que se maten o por lo menos se saquen los ojos entre ellos. Y así, muerto el perro, ¿se acabó la rabia?

Los artistas dicen que el alcalde miente cuando les acusa de comerse el asfalto y el espacio urbano. Todo lo contrario: creen que su pecado es estar ahí legalmente por la patilla. Sin pagar impuestos al Ayuntamiento en virtud de ciertas exenciones históricas y hasta de la Primera Enmienda, que les permite “expresarse” libremente por las aceras. Qué diferencia con los mercadillos estacionales mucho mejor organizados, con sus casetas enormes, que ocupan mucho más espacio que los tenderetes... a miles de dólares cada una.
O sea que al final es todo lo mismo. El multimillonario alcalde de Nueva York, el mismo que nos tiene fritos con el metro que se cae a pedazos por falta de inversión pública y que en fin de semana casi hay que accionarlo a pedales, como el troncomóvil de los Picapiedra, encima nos quiere privar a los vecinos de estampas fantásticas como la que adhiero a este texto.
* (La chica de terso ombligo que se contonea no vende arte directamente sino que se pasea en carromato por el Meatpacking District haciendo cabriolas y publicidad de un fitness center).
** (La chica que no se contonea tiene a sus espaldas, en Union Square, un cartel que dice: "estoy harta de la prostitución, necesito dinero ¡ayuda!").