Presiones a Rajoy para que rompa el pacto antiterrorista

No hay ninguna duda de que "la negociación con ETA" que periódicamente denuncia el ex ministro del Interior, eurodiputado y directivo del PP Jaime Mayor Oreja ha permitido la detención de 67 activistas en lo que llevamos de año. El diálogo con los terroristas habría acabado con la carrera de Luis María Zengatitabengoa, capturado la madrugada del sábado en un hotel de Ostende (Bruselas). No importa si la Guardia Civil le buscara desde el 9 de enero como miembro de aquel grupo que fue interceptado en Bermillo de Sayago (Zamora) cuando acarreaba explosivos en una furgoneta para instalar un centro de aprovisionamiento logístico. Lo importante es la negociación, según Oreja.

Incluso, la detención por la Ertzaintza del pistolero de Hernani Gurutz Aguirresarobe, presunto asesino de Joseba Pagazaurtundua, sería fruto de una casualidad indeseable. El esfuerzo de análisis y comprobación de las babas que dejó en la taza de café que se tomó en el bar antes de matar a Joseba con las miles de muestras de saliva recogidas durante más de cuatro años en los controles de alcoholemia hasta encontrar la coincidencia y exclamar: “¡Eureka!”, carecería de importancia y sería tan sólo una de las muchas leyendas que se inventan en estos casos.

Aunque la Erzaintza haya sido pionera mundial en el desarrollo de las técnicas de identificación a través del ADN y se las haya enseñado al FBI y a las policías de otros países, incluidas, por supuesto, el Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil, los progresos policiales y las detenciones tienen menos importancia que esa negociación que denuncia Oreja. Sus antenas ocultas y su finísimo oído le permiten afirmar que a pesar de las detenciones de más de 300 presuntos activistas de ETA en España y en el extranjero desde que la banda terrorista dinamitó la tregua con la voladura del parking de la T-4 de Barajas, el 30 de diciembre de 2006, el Gobierno ha seguido negociando.

Lo más importante es que los esfuerzos del ex ministro y de algunos antiguos empleados suyos para explicar a  Mariano Rajoy la realidad de las cosas y animarle a retirar el apoyo a Zapatero en la lucha contra el terrorismo, ya han comenzado a dar algunos frutos: he ahí la exigencia del vicesecretario de comunicación del PP, Esteban González Pons, de que el Gobierno emita “un desmentido internacional” sobre la negociación con ETA. La prueba de que aburrida dirigencia del PP –sólo animada por los alpes del paro y los episodios melillenses-- ha comenzado a prestar oídos a Oreja, preocupa bastante al ministro del Interior.

¿Cómo explicar que la única política es “detener, detener y detener hasta que esto se acabe”?, se pregunta Alfredo Pérez Rubalcaba. Ni los desmentidos ni siquiera el arresto del penúltimo jefe de la banda, Kabikoitz Karrera Sarobe, acaban de convencer al PP. ¿Cómo explicar que durante todo el mes de agosto, guardias y policías han intensificado los esfuerzos para evitar los movimientos de etarras y los atentados en las zonas de veraneo?, se pregunta el ministro. Sus explicaciones en privado sobre las gestiones de un sector budista de Batasuna para que ETA proclame un alto el fuego antes de las elecciones locales de mayo de 2011, que es lo que les interesa, tampoco son suficientes para convencer al PP de la inexistencia de diálogo con la banda.

Oreja y sus colaboradores insisten en que Zapatero sigue convencido de que la mesa de Loyola y la negociación de 2006 sembró la solución definitiva al conflicto, y que los resultados de esa negociación ahora oculta serán su gran baza para ganar las próximas elecciones generales. El eurodiputado e ideólogo antiterrorista aconseja a Rajoy que no incurra en la estulticia de creer que el pacífico retiro de Josu Ternera en Suiza y la extraña fuga del sanguinario De Juana Chaos son una casualidad. El ex ministro y sus colaboradores intentan demostrarle que la mentira --también en la lucha antiterrorista-- es la única verdad de la política. Y lo hacen de buena fe, si no altruistamente, sí por lealtad.