Solbes, Solchaga y Boyer o el misterio de la Santísima Trinidad

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Dirán que lo mío es masoquismo, pero después de contemplar en directo a Solchaga explicar las bondades del modelo económico chino y a Boyer defender la las recetas del Gobierno ante la crisis como si le fuera la vida en ello, tenía cierta curiosidad por escuchar a  Pedro Solbes, que ayer cosechó tres cuartos de entrada en la conferencia que impartió en la Cátedra La Caixa en presencia, precisamente de los anteriormente citados y de la ministra de Ciencia, Cristina Garmendia, que debía de tener la tarde libre.

El acto dio pie a dos consideraciones previas: la primera es que el público venía bostezado de casa porque en todo momento mantuvo la compostura, y eso que el tono monocorde de Don Pedro, transformado cada cierto tiempo en una vocecilla inaudible invitaba a emular al león de la Metro; la segunda es la constatación de que todos los ex  ministros de Economía piensan lo mismo y tienden a opinar del baile como si con ellos no fuera la cosa, de forma que la autocrítica o la crítica al colega está descartada de antemano. Lo de ayer resultó más evidente de lo que suele ser habitual ya que la Santísima Trinidad de Solbes, Solchaga y Boyer ha dirigido la economía del país durante casi dos décadas. ¿Están estos señores habilitados para explicarnos ahora la urgencia de cambiar el modelo productivo? ¿A qué se dedicaron cuando portaban esa cartera negra tan fea con letras doradas?

Solbes estaba convocado para ilustrarnos sobre la crisis de los años 90 a la luz de la actual, lo que venía a ser una forma de pedirle que se adentrara en el futuro con la vista puesta en el pasado, algo que, por fuerza, ha de producir cierta torticolis. El ex vicepresidente empezó repasando sus años al frente de Economía en la etapa de Felipe González con la minuciosidad de un entomólogo y buscó comparaciones con la situación actual. ¿Conclusiones? Pues que las dos crisis tienen parecidos y diferencias. Es decir, que Solbes estaba por descubrirnos América.

Como viene siendo una constante en este tipo de sesudas reflexiones, hubo tiempo para recordar que de la anterior crisis se salió devaluando la moneda, es decir empobreciendo al país de una tacada, algo que ahora sólo podría hacerse dando un tajo a los salarios nominales, y esto lleva algo más de tiempo si se quiere evitar que las masas tomen del Palacio de Invierno o el de la Moncloa, que nos pilla más cerca. Su resumen es que el país está hecho unos zorros: lo salarios nos hacen perder competitividad, la productividad es baja, especialmente en el sector público, no reducimos el diferencial de inflación porque arrastramos un problema de precios en el sector servicios, el endeudamiento es insostenible, y así.

Lo más sorprendente del análisis de Solbes fue su encendida defensa de los superávits. Según explicó, si en los años de bonanza se hubiera tratado de obtener superávits de cuatro o cinco puntos del PIB nos habríamos evitado algunos de los disgustos de ahora. Fue una lástima que no explicara por qué no impuso ese criterio cuando las cosas iban de cine y él era ministro de Economía, o por qué fue cómplice de medidas tan absurdas como la famosa devolución de los 400 euros, que detraía de las arcas públicas 5.000 millones de euros anuales.

Como habrán supuesto, Solbes no es un entusiasta de relanzar el crecimiento con más gasto público sino de todo lo contrario, esto es de la consolidación fiscal, que a falta de ingresos ha de venir del lado de los gastos, esto es, gastar menos y de manera más eficiente. Esto incluye lógicamente el gasto social. “Si no hay recursos suficientes, habrá que priorizar al máximo”.

La reforma laboral le parece bien a medio plazo pero a corto cree que es más relevante la negociación salarial, es decir, que si no se consigue que los salarios bajen, al menos que no suban. Su mayor obsesión es el envejecimiento de la población porque ello implicará mayor gasto en pensiones y en sanidad, lo que aconseja acometer con urgencia la reforma (léase recorte) de las pensiones.  ¿El paro? Será un problema durante años.

Solbes no dice que hay que reducir el tamaño de la Administraciones Públicas. Se limita a manifestar que tienen un problema de productividad y de solapamiento,  que viene a ser lo mismo. Tampoco afirma que es un error gravar los movimientos de capital; le basta con explicar que existe el peligro de que las grandes fortunas tomen las de Villadiego. ¿Combatir el fraude fiscal y la economía sumergida? Por supuesto, pero sin hacer dramatismos porque en esto hemos avanzado una barbaridad.

Tras lo escuchado ayer me viene a la cabeza el debate del 2008 en el que Solbes pasó por encima de Pizarro y facilitó la victoria de los socialistas en las elecciones generales de aquel año. Más allá de que entonces rebajara la crisis económica a simples turbulencias, merece la pena recordar una de sus últimas frases: “España está bien preparada para hacer frente a cualquier reto”. Menos mal.

3 Comments
  1. David Pérez says

    Ya le vale a Pedrito.

  2. Jorge Parrondo says

    Felipe González entra en el gobierno con chaqueta de pana y puño en alto y sale años después codeándose con amiguetes millonarios. Boyer llega al ministerio de Economía coqueteando con la idea de nacionalizar la banca y sale casado con la Preisler. Lo de Solbes ahora es más de lo mismo. Los tres se han empobrecido intelectualmente a medida que se han aburguesado. Además hay otro factor, creo, y es ese puritanismo capitalista que empuja a la gente de derechas (y a veces de izquierdas, sobre todo si están aburguesados) a pensar que las razones de las crisis tienen que ver con la baja productividad cuando es muy obvio que la crisis española no tiene que ver con la baja productividad sino con la falta de poder adquisitivo de la clase trabajadora y con un deficiente reparto de la riqueza.

    http://elsueldodediogenes.com/2010/11/15/puritanismo-capitalista/

  3. Zaratustra says

    Listos vederes con su jerga dominante

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