La 'primavera árabe' no perjudica a España

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Manifestación celebrada ayer domingo, en Madrid, frente a la embajada de Egipto. / Kote Rodrigo (Efe)

La primavera árabe ha suscitado grandes expectativas turísticas en España. Las movilizaciones populares en Túnez, Egipto y en otros países de la ribera del sur del Mediterráneo para tumbar a los dictadores dinásticos y desalojar del poder a los gobiernos corruptos –algo que no hicimos los españoles contra el dictador militar– ha generado la fundada creencia de que llegarán más turistas que nunca a Canarias y a nuestras costas mediterráneas. Hoteleros y comerciantes han proclamado a los cuatro vientos sus auspicios de una gran bonanza.

Si descontamos el beneficio que se puede derivar del miedo de los turistas a las revueltas democráticas, cabe preguntar si se están viendo afectados los intereses españoles en el área. Desde que comenzó la revolución del jazmín en Túnez, las relaciones comerciales con el pequeño vecino del sur apenas se han visto alteradas. El Ministerio de Asuntos Exteriores las sigue considerando “modélicas”. La balanza comercial es favorable a nuestros empresarios, que en los once primeros meses del año pasado enviaron mercancías --tecnología industrial, productos químicos y manufacturas intermedias-- por valor de 820 millones de euros y compraron productos tunecinos por 582 millones de euros. Con 10,5 millones de habitantes, Túnez recibe más de 7 millones de turistas, gran parte de los cuales podrían recalar en la ribera norte del Mediterráneo.

Los intereses españoles en Túnez se centran en su principal producto: el aceite de oliva. Es el tercer país productor y el grupo español Borges aparece como el primer transformador y exportador del aceite tunecino. Otras empresas españolas afincadas en el vecino del sur son Isofotón, que produce energía solar para viviendas rurales; Soluciona, filial de Fenosa, que trabaja en las áreas de ingeniería, medio ambiente, cableado e Internet, y Teoinsa, que moderniza los ferrocarriles de acuerdo con Renfe y Caf.

En Argelia, donde el presidente Buteflika se ha apresurado a levantar el estado de emergencia y anunciar reformas sociales para intentar aplacar las revueltas populares, los intereses españoles son principalmente gaseosos. España importa gas argelino por unos 3.900 millones de euros al año y exporta industria auxiliar mecánica, tecnología industrial, manufacturas, medicamentos y otros productos por unos 2.000 millones de euros anuales. Las inversiones acumuladas españolas alcanzaron 180 millones de dólares en la industria agroalimentaria a finales de 2010 y son también considerables en materia de hidrocarburos. Las perspectivas de negocio en ingeniería industrial, infraestructuras, farmacia y alimentación siguen siendo muy elevadas, según la administración exterior española.

La revolución democrática en Egipto para desalojar a Mubarak ha afectado temporalmente al comercio exterior, si bien, las fuentes españolas consultadas confían en que tras la renuncia del rais a seguir gobernando, a presentarse a las elecciones de septiembre y a designar sucesor a su hijo, el acuerdo de las fuerzas políticas inaugure una nueva era democrática y el país recobre la normalidad. España exportó mercancías por valor de 837,4 millones de euros hasta diciembre de 2010 e importó productos egipcios por 1.135 millones de euros.

La inversión española en Egipto se ha centrado principalmente en la planta de gas natural licuado que Fenosa construyó en 2005 en Damietta, en el norte del país. Ese año salieron hacia España los dos primeros barcos con gas, la primera exportación de esa riqueza natural egipcia que España almacena bajo el mar en La Gaviota (Vizcaya) y en el subsuelo de Serrablo (Huesca) y Yela (Guadalajara). Fenosa ha trabajado en un segundo tren de licuado de gas que estará operativo este mismo año. Aunque el petróleo egipcio, la principal fuente de ingresos del país, es explotado por la británica BP y la italiana Eni de acuerdo con la petrolera nacional, la española Cepsa ha obtenido dos concesiones en el Desierto Occidental.

El futuro de este gran país árabe de 80 millones de habitantes está centrado en su desarrollo industrial. Con el apoyo norteamericano e israelí, Mubarak había diseñado siete grandes polos industriales. Los expertos españoles estiman que los “sectores de oportunidad” en los que España podrá aportar sus capacidades son la agroindustria, el turismo, las tecnologías de la información, el tratamiento de aguas y la construcción de infraestructuras. Algunas empresas como la hotelera Sol Meliá y la de saneamiento Roca han afianzado ya su presencia. Otras de menor entidad han instalado centros de producción aprovechando los bajos salarios, igual que lo han hecho doce marcas de ensamblaje de automóviles.

En el caso de Yemen, la “ira popular” contra el sátrapa Abdullah Saleh y su hijo, jefe de la guardia republicana, los intereses españoles son muy escasos y el comercio entre ambos países no alcanza los 40 millones de euros anuales. Abdhullah visitó España en 2008 y en 2009 aplazó las elecciones por dos años. Los informes españoles desaconsejan invertir en el país más pobre de la Península Arábiga porque, según dicen, “no hay que descartar una guerra civil a medio plazo”. Y citan a los secesionistas del sur, a los Houti del norte con el apoyo del ejército saudí, el descontento popular por la fuerte caída de los ingresos del petróleo y “la presencia de Al Qaeda”.

Pese a los grandes intereses económicos en el área –singularmente alemanes, franceses e italianos–, la Unión Europea ha demostrado su nimiedad política a la hora de impulsar las transformaciones democráticas en los países árabes. Incluso el italiano Berlusconi se ha apresurado a elogiar al autócrata Mubarak. A remolque de los Estados Unidos, los “grandes líderes” de la UE –sin recordar al presidente Zapatero, incapaz de celebrar la Cumbre de Barcelona– sólo parecen preocupados por los efectos económicos que en el petróleo y los salarios tendrá el despertar democrático.

2 Comments
  1. zaratustra says

    la libertad amigo Sancho es el más preciado don que a las mujeres y hombres negaron los faraones, papas y ayatolás.

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