Generales: cuanto más tarde, mejor para el PSOE

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Zapatero, durante su intervención en el mitin de los socialistas canarios, celebrado el pasado 30 de abril en Las Palmas. / Elvira Urquijo A. (Efe)

Hablar ahora de lo que puede pasar tras los comicios del 22 de mayo es una temeridad porque los resultados electorales cambiarán sustancialmente las variables del análisis. Sin embargo, sí cabe aventurar lo que pasará con la fecha de la convocatoria de elecciones generales si se marcan adecuadamente los tiempos y las intenciones de quienes tienen que administrarlos. Aunque la vicesecretaria de Organización y Electoral del PP y directora de la campaña electoral, Ana Mato, junto a otros responsables de su partido, anden pregonando la necesidad de un adelanto de las generales, sobre todo tras conocerse la EPA del primer trimestre del año (“Si tuvieran un poco de decencia convocarían elecciones para que un nuevo Gobierno se pusiera a trabajar, sin perder un minuto más”, dijo el viernes en Valdemoro, Madrid), Mariano Rajoy está convencido de que la estrategia de José Luís Rodríguez Zapatero es aguantar hasta marzo del 2012. Y en esas anda.

La razón por la que toda la cúpula del PP está convencida de que las generales serán en marzo del año que viene la expuso la semana pasada, acertadamente, el presidente de Murcia, Ramón Luís Valcárcel. Dijo que, teniendo en cuenta el tiempo que queda, se trataría de un problema de que Zapatero convoque las generales en octubre o en diciembre, dos meses arriba o abajo, por lo que vendría a dar lo mismo para el país aunque no para el PSOE, que ganaría tiempo en la confianza de que se despejen dudas sobre la mejora del futuro económico de España.

Si a esa evidencia se le suman los intereses partidarios del PSOE, el retraso electoral hasta el último día, salvo catástrofe natural o política impredecible, está cantado. Porque las primarias para elegir al candidato socialista, de celebrarse como desea Zapatero, se materializarían en junio y el candidato elegido apenas si contaría con siete meses para ajustar el engranaje de su candidatura. Y, además, al margen de cuáles sean los resultados si, como prevén las encuestas, la derrota del PSOE se consuma, lo más conveniente para el candidato será alejar la memoria colectiva de lo ocurrido el 22-M. Con la victoria del PP a la vuelta de la esquina, aunque no se haya producido una catástrofe, lo mejor será echar olvido por medio.

La única duda a despejar es si, como desea Alfredo Pérez Rubalcaba en el caso de vencer en las primarias, el liderazgo del candidato debe fortalecerse en otoño con un Congreso Extraordinario que le convierta en secretario general, de manera que se despejen dudas sobre qué puede suceder al día siguiente de la derrota de marzo. Muchos e importantes barones del PSOE apuestan por la fórmula porque evitaría enfrentamientos internos y saben que difícilmente se le podría negar la petición al candidato.

Sin embargo, otros barones, hoy menos poderosos pero que pueden ser decisivos si mantienen el poder tras el 22-M o incrementan sus votos, consideran que los problemas del PSOE son transitorios y que el Congreso deberá celebrarse en tiempo y forma después de las generales. “Ahora –me dijo uno de ellos-, lo que discutimos es una candidatura para tirar adelante, no quién será el líder que se enfrente a Rajoy si es presidente durante la legislatura que viene”.

Quizás fue por eso por lo que, pensando en esos posibles enfrentamientos internos (y como siempre en sus intereses personales), el presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, abogó en RNE por un acuerdo entre todos los que pintan en el partido para dar “la mejor imagen” y aclaró que ayudará a que eso sea así. Puede que fuese una solución que evitase conflictos internos justo a las puertas de los comicios generales. Pero de lo que no cabe duda es que sólo pueden cuajarla los barones. Es el fallo que tiene la bondadosa idea de Bono de que gente experimentada como él ayude a los jóvenes cachorros del PSOE como Elena Valenciano, Oscar López y Antonio Hernando (por cierto, criados a los pechos de José Blanco y Alfredo Pérez Rubalcaba). Y habría que ver cómo verían ahora los militantes socialistas que no hubiese primarias después de haberlas proclamado Zapatero como solución. Puede que el desengaño colectivo, interno y externo, hiciera peor el remedio que la enfermedad.

En cualquier caso, los dirigentes de todos los partidos del arco parlamentario coinciden en señalar que cuanto más tiempo gane el PSOE del 22-M en adelante, mejor le irá.

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