Lo que deja España en Afganistán

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Imagen de la reunión que mantuvo ayer la ministra de Defensa, Carme Chacón, en el centro a la izquierda, con el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), José Julio Rodríguez (a su dcha.) y altos cargos de su departamento. / mde.es

Ahora que Barack Obama ha conseguido acabar con el endiablado Bin Laden en una acertada operación de la CIA contra su mansión en Pakistán --algo que su antecesor George Bush no consiguió cuando le tenían cercado en las montañas de Tora Bora-- y que las tropas norteamericanas comenzarán en junio a retirarse de Afganistán, resulta oportuno realizar un balance de la misión que más vidas (92) y más recursos (unos 2.000 millones de euros) nos ha costado a los españoles. De las bases de Herat y Qala i Naw, capital de la provincia de Badghis bajo responsabilidad de los 1.400 soldados españoles, llegan noticias todos los días sobre el ambiente hostil, con frecuentes ataques e incidentes contra nuestros soldados. La mayor parte ni se difunden.

Los soldados de la Brigada Canarias, al mando del coronel Juan Sevilla Gómez, que estos días relevan a los de la Brigada de Infantería Ligera Aerotransportable (Brilat) en Kala-i-Naw, se enfrentan a la previsible reacción violenta por la muerte de Bin Laden y a la “ofensiva de primavera” decretada hace una semana por los talibanes. El viernes pasado fueron hostigados a tiros en el puesto avanzado de la localidad de Ludina. Tuvieron suerte: ninguno resultó herido. Unos días antes, los insurgentes colocaron una moto-bomba a un kilómetro de la base de Qala i Naw para hacerla estallar al paso de los militares. Tuvieron suerte: la moto les pareció sospechosa y desactivaron la bomba. También han sufrido el ataque con dos cohetes contra la base. Tuvieron suerte: el primero impactó en el exterior, en las inmediaciones de la pista de aterrizaje, y el segundo dentro de la base, causando sólo daños materiales.

A este ambiente poco amistoso hay que añadir los accidentes, el último, de un vehículo Lince cerca de Herat, con dos soldados heridos. Pese a todo, muy de tarde en tarde, ocurre algún hecho positivo: el último se produjo el 23 de abril y consistió en la reinserción de once talibanes. Entregaron sus armas y recibieron el ganado y el dinero del programa Paz y Reintegración que impulsa Hamid Karzai,  y al que España aporta hasta 100 millones de euros. Desde noviembre se han reinsertado 351 insurgentes en la provincia bajo jurisdicción española.

Al contemplar el esfuerzo en seguridad y reconstrucción de los españoles desde su llegada, hace seis años, a la atrasada provincia de Badghis, la mayoría de los uniformados y cooperantes no se puede sustraer a la pregunta de por qué nos odian. Con 43,5 millones de euros en cooperación civil han realizado decenas de obras básicas. Aparte del aeropuerto de Kala i Naw, el parque provincial de maquinaria –18 máquinas pesadas de obras públicas, 17 camiones y hormigoneras, dos perforadoras de pozos, taller, construcciones auxiliares-- proporciona unos tres mil empleos y da formación a cientos de trabajadores.

La restauración de caminos y construcción de carreteras ha permitido enlazar decenas de poblaciones dispersas con la capital, beneficiando a sus 630.000 habitantes. Resultaría farragoso citar los enlaces con Qades, Gulchin, Muquir, Kundalan, Baghak, Sabzak, Sangatesh…, enumerar los gaviones, puentes, canales y pasos de aguas que se han construido. Los 90.000 habitantes de Kala i Naw han visto avanzar la pavimentación de las principales calles de la ciudad y han conocido el alcantarillado y los canales bajo el bazar de Bala Murghab y otros puntos céntricos de la ciudad.

El Hospital Provincial de la ciudad, que proporciona asistencia a 60.000 personas, ha sido equipado clínicamente y con otro material por los españoles, que proporcionan los medicamentos y corren con los gastos corrientes de funcionamiento y de formación del personal. Las escuelas de enfermería y de matronas de Badghis funcionan con la ayuda española. En la primera se forman 30 especialistas al año y en la segunda se han formado las 40 primeras matronas. Los programas contra la tuberculosis y las campañas de salud han llegado a más de 50.000 beneficiarios. Diez ambulancias y seis clínicas móviles permiten proporcionar asistencia urgente a heridos y enfermos.

La cooperación española también ha construido y equipado clínicas rurales en Panerak, Quip Chap, Tagab Alam, Chapchal, Delkhani Kucha, Kuche Zard, Kundalan y rehabilitar el hospital del distrito de Murghab, con 38.400 beneficiarios directos y 165.000 indirectos. Otra acción sanitaria fundamental ha sido la instalación de una red de saneamiento y distribución de agua con conexiones domiciliarias a unos 19.000 beneficiarios directos en Qala i Naw y la perforación de 33 pozos de suministro de agua en toda la provincia.

En materia educativa, la cooperación ha proporcionado 160 módulos temporales para acoger a unos 12.000 alumnos, ha ayudado a edificar cinco escuelas primarias, a equipar cuatro institutos, a construir un estadio y a levantar una escuela de capacitación agraria, materia en la que la acción española para la mejora de la cabaña ganadera, los pastos y los regadíos también está siendo muy intensa.

Aunque la ayuda civil representa menos del 10% del gasto militar, el rendimiento de 1,8 millones de euros anuales para llevar agua potable a la población, 2 millones en salud, 1,8 en desarrollo rural, 995.000 euros en gobernanza local, 800.000 euros en acciones dirigidas a las mujeres, así como otras inversiones menores en alfabetización por radio, cría de aves de corral, creación de huertos…, es apreciable allí donde nada había.

Con todo, es la formación del ejército y de la policía afgana la clave de la política de estabilización y construcción del Estado. Las fuentes militares consultadas estiman que en la provincia bajo responsabilidad española el objetivo se habrá cubierto a finales de este año o en el primer trimestre del próximo. Sólo entonces, Rodriguez Zapatero ordenará la retirada y los afganos dejarán de odiarnos, como a los norteamericanos.

2 Comments
  1. Juan says

    Son fuerzas de ocupación y deben volver a casa cuanto antes

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