Se acabó el simulacro

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Alrededor de medio centenar de agentes antidisturbios desalojaron ayer la salida del aparcamiento del Ayuntamiento de Madrid, donde varios cientos de manifestantes habían realizado una sentada para impedir que los vehículos de los nuevos ediles abandonaran la sede del consistorio. A su salida, los vehículos oficiales fueron recibidos por los "indignados" con una gran pitada y gritos de protesta. / Alberto Martín (Efe)

Ésta es una crónica personal sobre la constitución del ayuntamiento de Madrid, pero podría servir para cualquier otro de los miles que se formaron ayer en España. En más de 50 ciudades y en numerosos pueblos donde ni siquiera hubo prensa, los ciudadanos indignados protestaron, coreando consignas similares a las que escuché en la calle Mayor: “Ayuntamiento, unta, untamiento”, “Mírala, ahí está, la cueva de Alí Babá”, o “Esas corbatas apestan a chorizo”.

Muchos han corrido a dar por enterrado el Movimiento 15M. No quieren ver que anuncia el principio de un largo ciclo insurreccional. No saben cómo encajarlo en sus esquemas y no están dispuestos a cambiar la cómoda mirada bipartidista sobre la política. Pero los ojos viejos inducen a cometer errores. Uno muy común es contar los manifestantes (a la baja, claro). Ignoran que no va con los indignados lo de fletar autobuses pagados con subvenciones para lograr una gran masa humana en Madrid, el centro del poder. Eso es cosa de los viejos mastodontes sindicales. En España se inventó, con la ocupación francesa, la guerra de guerrillas. Ayer los indignados crearon un nuevo tipo de manifestación: la mani de manillas. No se trata de lanzar un obús, sino fuego graneado, y replegarse. Ayer, mañana. Y pasado mañana otra vez. Y el 19J. Y así.

Otro error habitual –que volvió a repetirse ayer- consiste en subrayar el carácter ilegal de las concentraciones. Es el argumento de quienes van a restaurantes que disponen de aparcacoches en nómina, es decir, que tienen normalizada la ocupación ilegal de la doble fila para que ellos no se tomen molestias. Ayer, en la calle Mayor, mucho antes de que los policías se vistieran de siniestros antidisturbios, se me acercó un hombre y me dijo, señalando al cordón policial: “Te habrás fijado que ni uno de ellos lleva la placa de identificación, ¿no? Para que lo digas en las tertulias cuando hablan de la legalidad”. Dicho queda: los policías de ayer también eran ilegales. Espero que, entre regüeldo y regüeldo, los del restaurante tengan un recuerdo para el imperio de la ley.

Decía al principio que ésta es la crónica de la constitución de los ayuntamientos. Debería, pues, celebrar en negrita los nombres de preclaras personalidades y escribir con adjetivos solemnes acerca de un bastón de mando que cambió de manos. Debería encontrar sustantivos institucionales y una sintaxis canónica. Pero escribiría una crónica ritual, como lo es nuestra democracia autosatisfecha: una ceremonia en la que todo está decidido de antemano, para que los grandes partidos se repartan la tarta y dejen las migajas a la ciudadanía. En nombre de la ciudadanía, por supuesto. Pero esta crónica se escribe con las cacerolas de Argentina, las plazas de Egipto y las manos en alto de España. Lo de menos es el contenido de los gritos ante los ayuntamientos. Lo significativo es que el aullido que recorre el país decreta el fin del simulacro. El público irrumpe alegre en los escenarios donde se juega a representar al pueblo y dice que este espectáculo ya no es verosímil. Señores políticos, nadie cree ya su ritual. ¿Qué van a hacer?


10 Comments
  1. hemithecomix says

    No podemos permitir por mucho más tiempo la corrupción sin consecuencias penales, a los políticos se les regala unas prebendas inmensas en forma de jubilación de oro y otros servicios como a algunos coche oficial y todo de por vida. Hay que crear una ley de enjuiciamiento penal cuando estos individuos realizan un mal trabajo en sus funciones. Basta de impunidad. Hemos tenido la oportunidad de oro con los indignados,acampados,15-M y como lo quieran llamar, podíamos haber salido realmente a la calle, pero todos, entonces no hubiese hecho falta ninguna acampada.

  2. Linx says

    La solución vendrá SI Yo SI de mano de una Justicia INDEPENDIENTE y NO CORRUPTA, que no permita que prescriban los casos de corrupción, y/o que se deriven hacia otros tribunales, o que permita la ilegítima privatización de las empresas públicas para que los políticos las regalen a empresas afines, o los decretazos que eliminan derechos a los trabajadores, o la ley hipotecaría infame o que los bancos tengan más beneficios que en cualquier otra país de Europa, que no declare ilegales las SICAV…. tantas cosas podría hacer a justicia ELLA SOLA si de verdad DEFENDIESE A LOS CIUDADANOS y no a políticos y financieros…tantas cosas

  3. pakman says

    Aunque soy muy contrario a los partidos politicos actuales, creo que la mejor solución es constituir uno con indignados o llamales lo que quieras. Pero claro, ahí habrá lideres y corrupción como en toda organización. PERO VEO QUE SOLO ESA PUEDE SER LA SOLUCION ganarles con sus mismas armas!

  4. Accidentalmente says

    Estupendo artículo. Deprimente realidad política. Urgente realidad social.
    19J a la calle!

  5. Terron says

    Apunte pedante:
    La guerra de guerrillas ya se empleó en la península contra la invasión romana.

  6. Yomismo says

    Bueno, creo que la utopica, estudiada y oportuna «pataleta» del 15M ya llega a su fin de la forma como la conocemos hasta ahora. Algo realmente positivo.

    Si de verdad se quiere hacer algo, es necesario cambiar las cosas desde dentro, es decir, formar un partido politico, asi de facil.

    El movimiento tiene muchas ideas y pretensiones muy positivas para la sociedad en general, pero si no se da una imagen de seriedad ¿quien va a confiar en el 15M? Para los que piensen que 20.000, 40.000 o 100.000 personas es mucho, que miren el escrutiño de votos del PP y PSOE.

    Por otra parte, pedir respeto para esas personas que confiamos por ideologia en uno de los dos partidos principales, no creo que nadie tenga la verdad absouta y ya cansa bastante el discursito… Para que a uno le respeten hay que empezar respetando a los demas.

    Espero sineramente algun dia poder tener la posibilidad de votar a un partido «Democaria Real», en vez de a 10.000 personas sentadas en una plaza viviendo en su propia burbuja.

  7. Malina says

    Es tan sencillo cómo no rendirse, no darse por vencido. Yo no he estado en ninguna acampada, pero sigo creyendo en la lucha social, en la fuerza que nace de la unión de las personas y en lo que está por venir si todos creemos que merecemos algo mejor. No hace falta hacer sentadilla para quejarse, para concienciar a nuestro entorno, para no ser ovejitas llevadas al matadero. La revolución nace y vive en el corazón, y todos juntos haremos que sea posible.
    Mi corazón y mi conciencia no se rinden, y las tuy@s?

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