Willie Toledo no deja títere con cabeza

Manuel Fernández-Cuesta, editor de Península, acaba de poner en las librerías una obra que no dejará a nadie indiferente, no sólo por la proyección pública de su autor, el actor Willie Toledo, sino también por la contundencia con que éste se expresa sobre la realidad y sus protagonistas.

‘Razones para la rebeldía’, sin embargo, puede ser un título confuso. El lector no va encontrar en el libro más argumentos ni de más solidez que en las decenas de secuelas de Indignaos publicadas en nuestro país o en las pancartas de cualquier manifestación del 15-M. En este sentido es, más bien, un catálogo de obviedades, aunque, como bien apunta Julio Anguita en el prólogo, “por referirse a esas ‘obviedades’ muchos profesionales son apartados de sus trabajos, marginados o puestos en las listas de personas incómodas”.

En esas listas que menciona el que fuera líder de IU está desde hace tiempo Willie Toledo, cuyo activismo político, ejercido de manera vehemente y radical, le ha granjeado la animadversión de algunos colegas, muchos políticos y la práctica totalidad de los medios de comunicación.

Después de soportar ataques, en algunos casos absolutamente desproporcionados, no es extraño que el actor haya aprovechado la ocasión que le ha brindado Península para salpicar sus reflexiones de referencias personales poco amables y devolver parte de los golpes recibidos.

Willie Toledo parece especialmente dolido por el comportamiento de un buen número de compañeros de profesión “y aledaños”, como él dice, a los que fustiga sin la menor consideración.

Probablemente la acusación más grave es la que hace a Imanol Arias y Emilio Aragón, que “han pasado a ser empresarios y, por tanto, quieren ganar mucho dinero, y para conseguirlo explotan al personal”. A él mismo le debe haber parecido exagerada porque ha mostrado su arrepentimiento público en cuanto ha tenido ocasión.

Pero no menos duras son las alusiones a Alejandro Sanz, de quien cuenta: “le he oído decir que él tiene el mismo derecho a vivir de sus canciones que los niños de África a comer. Pero si él es multimillonario, ¿cómo se puede permitir compararse con los niños de África? No solo vive en Miami para pagar menos impuestos, sino que tiene una causa abierta por evasión de impuestos”.

También arremete contra los mal llamados “artistas de la ceja”, a algunos de los cuales considera “mediocres”, contra la “camarilla” que rodeó a Teddy Bautista en la SGAE o contra los firmantes de la Plataforma Española por la Democracia en Cuba –Ana Belén, Víctor Manuel, Juan Echanove, Imanol Arias o Pilar Bardem, entre otros– de quienes opina que “son, sencillamente, una panda de cobardes”.

De su profesión salva “a las únicas personas que de verdad son de izquierdas”, y que “se pueden contar con los dedos de una mano: Juan Diego Botto, Itziar Bollaín, Alberto San Juan, Benito Zambrano y alguno más”.

Aun con mayor dureza se expresa sobre los líderes políticos nacionales e internacionales, presentes y pasados. Sostiene, por ejemplo, que el PSOE forma parte de la estrategia que diseñó la CIA a la muerte de Franco: “Buscaron a un líder y encontraron a Felipe González, que ha servido de lacayo del capital desde el primer día que fue elegido para liderar el país, amigo íntimo de la criminal familia real marroquí y consejero de Gas Natural, donde cobra un pellizco de 126.500 euros anuales”. Y no oculta su decepción por la trayectoria de los socialdemócratas españoles: “Ha sido tal la traición, el cinismo y la hipocresía del Partido Socialista que yo, como rojo que soy, no se lo puedo perdonar”.

Del partido que lidera Mariano Rajoy no tiene, lógicamente, mejor opinión, como bien se refleja en esta frase: “La democracia española nos ofrece un gran cambio: el fascismo, el nacionalcatolicismo. Y nos lanzamos al cambio y votamos al PP”

El Rey merece capítulo aparte. Recuerda que llegó a España “con una mano delante y otra detrás, y en el año 2003 la revista Forbes le asignaba una fortuna de 1.790 millones de euros. Luego están sus amistades: Mohamed VI, Teodoro Obiang, Abdullah de Arabia, Abdalá II de Jordania. Todos dictadores criminales. Y después están las amistades nacionales: Javier de la Rosa, Mario Conde, Manuel Prado y Colón de Carvajal. Todos ellos delincuentes que han pasado por la cárcel (…) Esos son los amigos del rey: criminales, asesinos y ladrones”.

No se puede decir que tenga mejor opinión de los sindicatos CCOO y UGT, “que se sientan a firmar con el enemigo, que firman la rendición en nombre de sus bases, que no suelen estar de acuerdo con esas firmas”.

Tampoco se salva de sus ácidas críticas la Iglesia católica, cuyo “máximo representante fue miembro de las juventudes hitlerianas en 1940” y que “cuenta con un ejército de pederastas entre sus filas” al que “protege”.

Hasta de los Indignados, con quienes ha compartido asambleas, acampadas y manifestaciones, hace una reflexión crítica por su adanismo: “Muchos de los participantes del 15M piensan que esa fecha es el día Cero del año Cero de las movilizaciones políticas, como si no hubiera habido nada antes (…), ignorando o despreciando así a los cientos de miles de este país y de otros países que no solo han estado luchando (…), sino que han muerto por ello”. Les recomienda, por cierto, que se constituyan en partido político si no quieren verse abocados a un callejón sin salida.

Los periodistas tampoco salimos bien parados en este libro. “Mienten y manipulan”, “se limitan a recibir los teletipos y a reproducir como loritos  lo que esas agencias les dicen”, "lo que llaman libertad de prensa es libertad de empresa”. Y pone en la picota a algunos en particular. Rosa Montero y Elvira Lindo le parecen “columnistas deleznables”, los chistes y las bromas de Buenafuente “están al servicio de una defensa del sistema vigente: el sistema capitalista” y, en fin, Angels Barceló “se fue al hotel (de El Aaiún) a provocar su expulsión” después de que “dos muchachos saharauis se jugaran la vida para que pudiera entrar en la zona” durante la revuelta de noviembre de 2010.

Para finalizar, Willie Toledo resume sus razones para la rebeldía y hace un canto a Cuba, “un referente para la izquierda mundial” y el “sistema más justo” que el autor conoce.

El panfleto, libro de combate o instrumento de agitación, como lo define el propio Fernández-Cuesta, está escrito por el periodista Pascual Serrano, quien ha puesto su pluma de manera eficaz al servicio del torrencial discurso del actor. La mitad del anticipo y de los derechos de autor irán destinados al Sindicato de Obreros del Campo (SOC).