El fin de ETA

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Varias personas observan las portadas de los periódicos en un quiosco, el pasado 21 de octubre. / Efe

El título de este artículo es el mismo que da nombre al último libro que escribí sobre la banda. Fue en el año 2006 y me prometí a mi misma no volver a hacer un ensayo sobre terrorismo. Era mi forma de intentar aparcar para siempre esa desgraciada “circunstancia” que había cambiado mi vida.

La noticia de ETA en la que anunciaba el cese definitivo de la violencia era esperada por casi todo el mundo. Quizás no en la fecha exacta que se produjo, pero se sabía que lo haría como muy tarde en Navidades. Pues bien, pese a que la buena nueva no podía ser considerada una sorpresa a mi me cayó como un jarro de agua fría por todo lo que revolvía en mi interior. Es verdad que en caso de querer hacerlo, habría tenido tiempo para pensar en ello y digerir sus consecuencias, pero probablemente porque no me gustan sus consecuencias preferí no meditarlo.

Para alguien como yo que durante décadas ha visto su vida condicionada por la actividad terrorista hasta el punto de haberse visto obligada a cambiar de ciudad de residencia, la desaparición de la banda no puede ser más que una buena noticia. Pero inmediatamente surge la pregunta: ¿a cambio de qué? Y ahí es cuando aparecen los sentimientos encontrados; por un lado deseo el fin del terrorismo y por otro rechazo que se les haga la más mínima concesión y sé que en toda negociación las dos partes conceden algo.

Si los etarras se han comprometido a dejar de matar, el Gobierno habrá hecho concesiones sobre presos y exiliados, por lo menos. Y seguro que han pactado un periodo de tiempo para, paulatinamente, irlos sacando de la cárcel. Porque en este país, el tercer grado, depende de Instituciones Penitenciarias que pertenece a Interior y el indulto también compete al Gobierno. Es decir, que sin la intervención de los jueces, el Ejecutivo con uno u otro sistema puede ir excarcelando etarras. Esto significa que habrá sido baldía la entrega de quienes han muerto, han quedado mutilad@s, huérfan@s, viud@s, han perdido las empresas por defender la libertad y la democracia.

Por ver la botella medio llena también cabe cuestionarse si las víctimas mencionadas deberían mostrar cierto grado de tolerancia ante este supuesto acuerdo gubernamental, si con ello se consigue que no haya ningún asesinato más. Y creo que esa es una decisión que compete a cada una de ellas, individual.

Hace unos días, escuche decir a Carlos Garaikoetxea que Batasuna (dijo Batasuna y no ETA) debería pedir perdón a las víctimas. Me gratificó oír esta afirmación de un nacionalista, porque no es nada habitual y porque, además, procede del fundador de Eusko Alkartasuna, el partido que forma parte de Bildu. No creo que nadie en la izquierda abertzale vaya a atender su propuesta, pero no hay duda de que con el pronunciamiento de esa simple palabra se allanaría mucho el camino hacia una convivencia que de lo contrario va a resultar difícil.

Las víctimas en este país jamás se han vengado y han dado ejemplo de lo que supone respetar las reglas democráticas. Aunque sólo sea por este motivo, el Estado no debe someterlas a la humillación de obligarles a soportar cómo saca pecho a su lado un verdugo, que ni se arrepiente de sus fechorías ni se compadece con aquellos a quienes literalmente ha destruido la vida, por el mero hecho de haber anunciado que dejará de delinquir.

2 Comments
  1. Si hubo venganzas says

    Estimada Carmen recuerdo que no hace muchos años el periódico en el que usted trabajó muchos años publicó una entrevista sin desperdicio que aquí le dejo:
    http://www.elmundo.es/cronica/2003/427/1072098707.html

    El entrevistado, militar español profesional de la armada, en resumen dice haber asesinado al militante de ETA “Argala”,Miguel Beñaran Ordeñana, en venganza por la participación de este en el atentado del jefe del gobierno de Franco en 1973, el almirante Carrero Blanco.

    La entrevista realizada el 21 de diciembre de 2003. en ese periódico tan azote de los GAL contra el PSOE como complaciente, si no encubridor del terrorismo de estado anterior al año 82, como el caso del terrorista español entrevistado. Dice cosas como esta: “Leonidas, que ya ha cumplido 55 años y fue oficial del Ejército español, tenía muy claro que la muerte de Carrero Blanco no podía quedar impune y en 1977, tras la amnistía política concedida por el Gobierno de UCD, se unió a un grupo de siete oficiales del Ejército con el único propósito de vengar el asesinato del almirante.”

    Estos siete terroristas nunca fueron detenidos, procesados ni condenados, seguramente sigan siendo altos cargos de la armada española. Curiosamente el asesinado era el único miembro del comando que conocía personalmente a la persona que les proporcionó todos los datos necesarios para comenter el atentado, un misterioso y desconocido hombre “de la gabardina gris”, que algunos investigadores señala pudiera ser un agente doble de los servicios secretos españoles y la CIA, porque nadie se explica que se pudiera preparar un atentado de esa magnitud tan cerca de la protejidísima embajada norteamericana en Madrid, durante la seama de visita de Henry Kiisinger a España y cometer el atentado nada más irse éste del país, tras su entrevista con el propio CArrero y Franco.
    También se dice que la versión de la ayuda extranjera a ETA fue una interesada versión de los servicios secretos y policia franquista, que quedaron en evidencia por no decir en ridículo, y como en el caso reciente del 11m propagaron el “bulo” de que esos “niñatos” vascos eran incapaces por sí solos de preparar el asunto, algo parecido a al teoria conspiranoica del 11m y “los pobres moritos” que lleva años difuendieno Pedro Jeta y Lostontos.

    Así que con este y otros casos parecidos aún por aclarar del todo, el asunto ese de que no “hubo venganza de las víctimas” ni hay dos partes en el conflicto, !!!!queda bastante en evidencia!!!

  2. Si hubo venganzas says

    El ejemplo de los siete militares que vengaron a Carrero (según declara un miembro del comando) es una evidencia. Estos señores, nunca perseguidos por la policía, ni la justicia, nunca condenados, llevan seguramente desde el día siguiente de su acción terrorista, siendo gente “normal”, habrán ascendido y seguramente els” de la armada, con 55 años en 2003, haya ascendido, o se haya jubilado, sea un padre y abuelo “normal”, posiblemente pueda ocupar un cargo público en su ayuntamiento y comunidad representando a su pueblo en un partido “normal”, y jamás habrá tenido ni antecedentes, ni habrá sido excluido de derecho civil alguno (excepto los que ser militar le limita, como a cualquier otro militar). Eso si, eso no impide, que desde el anonimato reconozca su condición de terrorista asesino, sin que ni el periodista ni la fiscalia del estado, ni ningún partido político o asociación de víctimas del terrorismo, , quitarse la capucha tras la que se lleva escondiento 30 años, delatar a sus compañeros de comando, todos tan normales como él, y entregarse para que su delito sea juzgado. Y como estos siete, anda el patio de la transición española lleno. Si de ETa quedan un 30% de atentados sin esclarecer ni condenar a los responsables, de esto “incontrolados” que tan controlados estaban puede llegar al 99%.

    !ojalá de verdad que dentro de unos años, todo esto forme pare del pasado, haya verdadera reconciliación y todos los asesinos sean tratados de la misma forma, porque todas las víctimas merecen el mismo respeto, tanto el ministro franquista Carrero como el indultado por UCD el antifranquista Argala!

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