Euforia popular, crisis socialista y muchas prisas

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Carmén Chacón, durante su comparecencia de anoche, en Barcelona, para valorar los resultados electorales. Detrás, su compañero de candidatura José Zaragoza. / Andreu Dalmau (Efe)

Tras la apabullante victoria del PP, que suma algo más de medio millón de  votos a los obtenidos en 2008 (542.619 votos más que en las anteriores generales), y la aplastante derrota del PSOE, que se ha dejado más de 4 millones de votos (4.316.181 exactamente) entre los comicios de 2008 y los de ayer, PP y PSOE se enfrentan a un nuevo escenario. Los populares, asumen, con Mariano Rajoy al frente, el gobierno de un país cuya solvencia económica está más que en entredicho en estos momentos. A Rajoy, que no quiso mostrarse excesivamente eufórico, ni en su discurso a los ciudadanos, ni tampoco en el que dedicó a militantes y simpatizantes, que celebraban la victoria del PP en la madrileña calle Génova, le toca ponerse a trabajar de inmediato.

La abultada victoria convierte en un mero trámite tanto la constitución de las Cortes Generales, como la propia investidura del candidato, que se llevará a cabo diciembre, días antes de la Navidad. No es lo que preocupa al PP. Sí les quita el sueño- confiesan- la situación de la economía española, las medidas económicas que tienen que tomar cuanto antes y “la posibilidad de que puedan provocar protestas y algaradas en la calle”, según aseguraba un dirigente popular horas antes de conocerse el veredicto de las urnas. El PP se enfrenta, en palabras de este mismo dirigente a una “situación de emergencia nacional” en este mandato que arranca con la mayor victoria que jamás haya cosechado este partido.

Para el PSOE pintan bastos. Alfredo Pérez Rubalcaba, con el peor resultado cosechado por los socialistas en democracia, asume el fracaso, pero no desiste (o no desistía anoche, para ser exactos) de su intención de liderar el PSOE, a pesar de la magnitud de la derrota. Y es que, en la parroquia socialista, el panorama es tan desolador que nadie, ningún dirigente territorial, puede levantar la bandera de la esperanza, presentarse como el hacedor de la victoria del PSOE en este o aquel territorio, a excepción de los cabezas de lista de Barcelona y de Sevilla, las únicas circunscripciones donde el PSOE ha logrado ser la primera fuerza política. Ellos son Carmen ChacónAlfonso Guerra, respectivamente. Pero la primera tiene anotado en su debe, entre otras cosas, el hecho de que, por primera vez en unas elecciones generales, el PSC no haya sido la primera fuerza política en Cataluña,  y el segundo tiene 71 años, dos libros de memorias publicados y ninguna intención de aspirar a nada que no sea ocupar su escaño en el Congreso de los Diputados. Su tiempo político, de dirigente todopoderoso, pasó.

No se atisba mirlo blanco en el PSOE, ni reclamo electoral alguno. Buena parte de los líderes municipales y autonómicos que fueron arrasados en las urnas hace seis meses, estarán sentados en el Congreso de los Diputados a partir del mes de diciembre. Y desde allí podrán apreciar la merma de apoyos que sus respectivas circunscripciones han cosechado, también en esta ocasión. No puede el lehendakari Patxi López levantar la bandera del éxito cuando el PSE se ha quedado en menos de la mitad de la representación que tenía hasta ahora. Tampoco merecen aplausos los resultados electorales obtenidos en el resto de territorios, ni, por tanto, sus líderes regionales. Pero el PSOE necesita urgentemente renovar a José Luis Rodríguez Zapatero. No se trata de “renovarle al amanecer”, como han hecho a lo largo de la campaña electoral, convirtiéndole en el gran ausente, además de “el innombrable”, sino de renovarle oficialmente, en el próximo Congreso Federal del PSOE. No hay esperanza blanca que recoja ese testigo y provoque una auténtica catarsis en el PSOE. Acaba de desencadenarse una  crisis tan profunda que abocará al PSOE a la celebración urgente de un Congreso Federal y, muy probablemente, a mantener a Rubalcaba al frente del PSOE, para intentar organizar la larga travesía del desierto que le espera al socialismo español hasta que aparezca una nueva esperanza.

Tras la intensa campaña electoral, Rubalcaba ya conoce su partido federación a federación y goza, incluso, de la simpatía, en algunos casos, o de la admiración, en otros, de sus compañeros. A Rubalcaba, la imagen del cartel socialista, se le reconoce, además, el esfuerzo y, como aseguraba un miembro de la dirección del PSOE, “hay que admitir que ha hecho todo lo que ha podido…” En líneas generales, el PSOE está agradecido a Rubalcaba, por el esfuerzo, pese a lo poco que le ha lucido. Pero, no habiendo aspirantes ni resultados que les adornen, Rubalcaba puede convertirse, paradójicamente, en el futuro secretario general del PSOE, el que peor resultado obtuvo, pero al que confíen el bastón de mando en el peor momento de la historia reciente del partido. Para ello tendrá que vencer, en primer lugar, a su compañera Chacón, que tampoco ha desistido en su intención de aspirar al liderazgo del PSOE y quién sabe si a algún espontáneo, envalentonado por los pésimos resultados obtenidos por el PSOE. Pero si alguien da un paso al frente, va a tener muy poco tiempo para preparar su alternativa frente al “aparato”. El congreso Federal  es urgente y necesario y, probablemente, hoy mismo, Zapatero, el gran ausente en la noche electoral, anuncie su celebración en febrero, a la par que su renuncia a seguir liderando el proyecto socialista. El futuro del PSOE es incierto, pero una de las pocas certezas que tienen sus fieles es que el ciclo Zapatero está muerto y enterrado, pase lo que pase. Y puede pasar que Rubalcaba acabe siendo su sustituto…

2 Comments
  1. zana says

    Nos ha dejado usted un silogismo:
    El «zapaterismo» ha muerto,
    Rubalcaba es «zapaterista»
    Rubalcaba está muerto (políticamente hablando)

  2. el andaluz says

    esta claro que este PSOE es vetusto e inmovilista.creo que los aparatos han de adaptarse a la realidad social en vez de manipularla.saludos sra jaen

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