El suelo electoral del PSOE se hace añicos

El tópico de que las elecciones no las gana un partido, sino que las pierde su adversario, se volvió a consumar durante la jornada electoral de ayer, un domingo 20 del mes de noviembre de 2011 que el Partido Socialista tardará en olvidar. Nunca antes, una mejora tan pírrica del adversario (el Partido Popular cosechó ayer 10.830.693 votos, apenas 550.000 más que hace cuatro años) trajo consigo tan magros resultados: una mayoría absoluta sustentada en 186 diputados. Así que queda claro que los casi cinco millones de parados a los que hemos llegado al final de la era Zapatero no se echaron ayer en brazos de Mariano Rajoy, sino que, simplemente, dejaron de votar socialista.

El PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero -el leonés, a estas horas, sigue siendo secretario general del partido, aunque ayer por la noche no diera la cara y le dejara todo el marrón al ‘compañero Rubalcaba’-  ha hecho añicos su suelo electoral y ha cosechado los peores resultados de la historia de la democracia. Casi 4,3 millones de españolitos pasaron ayer de votar socialista a votar otra cosa, y, como queda dicho, no necesariamente PP.

El desastre socialista ha provocado la victoria popular y ha convertido en auténticos hombrecitos a los, hasta ayer, residuales IU y UPyD. La formación de Rosa Díez ha pasado de la niñez a la mayoría de edad sin pasar por la pubertad y ha conseguido nada más y nada menos que 1.140.247 votos, esto es, 800.000 más que hace cuatro años. Los caprichosos designios de la Ley Electoral en vigor han permitido que con 1,1 millones de votos, UPyD obtenga cinco escaños, tres veces y pico menos que los que ha obtenido CiU (16 escaños) con cien mil votos menos.

Izquierda Unida, que ya se hizo mayor años atrás, pero que languideció durante las mayorías de José María Aznar y del propio Zapatero, recuperó ayer la autoestima y recibió el respaldo de 1.680.610 ciudadanos, que han entendido, a pesar de todo, que hay otra manera de salir de la crisis. El partido de Cayo Lara supera sus mejores previsiones y, pese a la contingencia legal que hace que el voto a IU valga menos que cualquier otro, consigue once diputados, entre ellos, Gaspar Llamazares. Parece que el voto disidente, el más cabreado, el voto indignado, optó el 20-N por apuntarse a la izquierda real y no se quedó en casa riñendo con su propio cabreo. La opción ecologista de Equo, que cosechó 215.776 votos, no se queda fuera del Parlamento gracias a la candidatura conjunta Compromis de la que forma parte en la Comunidad Valenciana, pero tendrá que repensar, a partir de hoy mismo, su estrategia y su política de alianzas para los nuevos tiempos.

Y por encima de todo, una sopresa más: los vascos han vuelto a decir (como lo han hecho otras veces en tiempo de tregua) que se puede aspirar a todo, a la autodeterminación incluso, sin recurrir a la violencia. Amaiur, el nuevo sello de la izquierda abertzale, pasó ayer de cero a 333.628 votos -10.000 más que el PNV- lo que le proporciona siete representantes en el Congreso español de los diputados, una auténtica revolución en la política vasca ahora que parece que ha llegado el momento de gestionar la paz.

El desastre de los socialistas ha abonado algo más que la mayoría absoluta del Partido Popular y ha traído consigo un mapa político más atomizado y más plural por la izquierda y sus aledaños. Esta es la hora de Mariano. Suerte con los mercados, Mariano que, por cierto, ahora sabremos si iban o no en las candidaturas del Partido Popular. Como diría el próximo presidente: Dios dirá.