La batalla “intergeneracional” de Rubalcaba

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Rubalcaba y González saludan al final del acto celebrado en el Invernadero de Arganzuela ( Madrid). Tras ellos, Patxi López y María González. / (Efe)

Los mítines que Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón celebraron en Madrid el sábado pasado marcan la fase final de la campaña de manera muy singular. Convencidos del “empate técnico” en el apoyo de los delegados, ambos intentan desmontar la acusación fundamental del adversario. Rubalcaba trata de convencer a los compromisarios de que no es el representante de la vieja guardia en exclusiva, por más que cuente con su total apoyo, como demostró Felipe González en el madrileño invernadero de Arganzuela. Y Chacón responde demostrando que no sólo representa en exclusiva a las nuevas generaciones, como demostró la presencia de María Teresa Fernández de la Vega en el acto de exaltación feminista del Círculo de Bellas Artes de Madrid. En definitiva, ambos pretenden vender la imagen de que su candidatura es “intergeneracional” porque lo que toca en el Congreso de Sevilla, gane quien gane, es integrar.

Sin embargo, al apoyo de Felipe González, por más que fuera acompañado por Patxi López, Mikaela Navarro y la joven murciana María González, más que incrementar las posibilidades de Rubalcaba, condujo a la melancolía. En ocasiones, incluso resultó patético. Por ejemplo, cuando dijo en el invernadero: “Estoy aquí como un joven que va a cumplir 70 años”.

Menos mal que el énfasis lo puso después en demostrar que, aunque apoya a Rubalcaba (“Creo en ti, antes, durante y después de la campaña, pase lo que pase”, le dijo), no deja de querer a Chacón. “Quiero mucho a Carme Chacón y, por lo tanto, aquí no estamos hablando de afectos, de inclinaciones”, proclamó al principio de una intervención que concluyó afirmando: “Lo que pienso no va contra nadie”.

El meollo del mensaje estuvo ahí. Es más, quiso dejar bien sentado que siempre consideró “una chorrada” decir eso de que “el que no está conmigo está contra mí”. “Nunca lo he practicado”, aseguró con una convicción que hubiera hecho levantar la cabeza a algunos de los muertos políticos que dejó en la cuneta. Fue mucho presumir.

En todo caso, hasta Chacón le hubiera dado la razón cuando pidió a los delegados del Congreso que piensen en los grandes problemas de los ciudadanos y olviden la pelea por lo que se puedan llevar “del corralito”. “El mundo ha cambiado y nosotros tenemos que cambiar”, concluyó.

Con razón agradeció Rubalcaba en el mitin las cuatro o cinco veces que le ha hecho últimamente de “telonero” en las recientes campañas electorales y en la interna del partido. En las anteriores, aún a sabiendas de que sólo le esperaba la derrota. Por eso, como lo consideró “el político de España más importante del siglo XX”, al parecer sin valorar que llevamos cumplida una décima parte del XXI, el candidato aprovechó para salir al paso de quienes le reprochan recurrir a Felipe en estos momentos. “¡Pues sí, y qué!”, proclamó con orgullo.

Lo malo es que él mismo midió sin querer la importancia que puede tener el apoyo de González a su candidatura cuando concluyó el mitin citando a Woody Allen: “Me encanta el futuro porque es donde voy a pasar el resto de mi vida”. Pues eso.

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