Poniendo "en su sitio" a los de Chacón

SEVILLA-MADRID.– Alfredo Pérez Rubalcaba acude hoy, por primera vez, a la reunión de la Ejecutiva Federal del PSOE en su condición de líder del partido. Su trabajo le ha costado llegar a serlo,  tanto a él como al “aparato”, aquellos que llegaron al partido de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero, se divorciaron de él en cuanto  pinchó la marca ZP y ahora forman parte del nuevo PSOE, el de la unidad y el cambio, según dice Rubalcaba.

Pero, lista en mano de la nueva Comisión Ejecutiva, el cambio no es tal, ya que repiten buena parte de las personas que ya estaban en la  órbita del poder, así como las maneras.  Y la integración  ni está ni se la espera. Pese a  todo, Rubalcaba ha obtenido  un elevado resultado en la aprobación de la nueva cúpula dirigente. El 80% del partido ha apoyado una Ejecutiva en la que no queda ni rastro de los seguidores de Carme Chacón. Muchos de estos, habían dado su confianza a la exministra, el día anterior, pero no dudaron en votar con Rubalcaba una vez convertido en secretario general.

Los daminificados, perdedores y excluidos de la nueva dirección socialista sacudían ayer la cabeza con pesar. Horas antes, habían acariciado la victoria, pero en la mañana de ayer se sentían marginados, en lugar de integrados en el nuevo puente de mando del PSOE. El ruego que Chacón hizo a Rubalcaba la madrugada del sábado al domingo, para que cediera puestos en la Ejecutiva en proporción al apoyo recibido de la militancia en este 38º Congreso, no entraba en los planes de Rubalcaba. Y tampoco en  el de muchos militantes de base, que, habiendo asistido al Congreso, clamaban por pasar a cuchillo a los perdedores.

Lo pedía, por ejemplo, un grupo de militantes de base, procedentes de la federación de Castilla y León, con quienes, casualmente, compartí espacio y tiempo en el AVE de vuelta a Madrid, desde Sevilla. Sus comentarios subidos de tono y de volumen, ahuyentaron, tal vez, al que fuera asesor de Zapatero en Política Exterior, Bernandino León, que viajaba en el mismo vagón y no dudó en abandonarlo pocos minutos después de arrancar el tren y desatarse algunas lenguas de los presentes. No se le volvió a ver por allí hasta el final del trayecto. Afortunadamente, José Andrés Torres Mora, reconocido partidario de Chacón y miembro de la anterior Ejecutiva, viajaba unos cuantos vagones más lejos. Los aguerridos partidarios de Rubalcaba planteaban sus exigencias a modo de botín de guerra. Y se hacían fuertes diciendo que su secretario general, Óscar López -ahora ya secretario de organización del PSOE-, tenía que satisfacer sus deseos.  “Les tienen que soplar las orejas” o  “hay que echarles a la p… calle” fueron algunas de las ideas que pusieron sobre la mesita del AVE. Al final, el que aparentaba liderar ese grupo cedió y, a la petición de su animado público, envió un SMS a Óscar López, según trasladó a sus compañeros, conminándole a “poner en su sitio a los que han quedado retratados”. No faltaron en la conversación descalificaciones subidas de tono tanto a Chacón y a sus partidarios como a los que prefirieron esperar a decantarse por ella en el último suspiro del congreso, caso de Tomás Gómez, o a los que la apoyaron desde el principio, como Pedro Zerolo. Las burlas y descalificaciones a ambos y a algunos otros “chaconistas” se sucedieron, y también el deseo expreso de que desaparecieran de cualquier cargo orgánico del PSOE.

Podía haber sido a la inversa si Chacón hubiera salido vencedora. Pero eso no lo sabremos. Lo que sí sabemos es que la batalla del 38º Congreso va a desembocar en muchas otras guerras en todas las federaciones. Y que, como los paisanos de Óscar López, hay militantes y dirigentes locales esperando para pasar a cuchillo a sus rivales en sus respectivos territorios, con la venia de Rubalcaba, que ha dejado ver su particular visión de la integración y el cambio.

Rubalcaba puede decir misa e invocar la integración y la unidad, pero sus seguidores han entendido otro mensaje: ni integración, ni unidad; hay que “ponerlos en su sitio”.