Lidia Falcón es abogada, veterana luchadora antifranquista y feminista y es además una escritora sorprendentemente buena teniendo en cuenta la fuerte carga ideológica del personaje y de los tiempos y las cosas que le ha tocado vivir. Quiero decir que muchas veces la razón que uno tiene o cree tener oscurece su capacidad narrativa, que es tanto como decir su capacidad de empatía, de atravesar la dura piel de elefante propia para horadar la de los demás. No es fácil mantener las ideas claras y a la vez el corazón limpio y abierto.
Conocí personalmente a Lidia Falcón, y quedé impresionada con ella, cuando la entrevisté para mi libro “De cómo la CIA eliminó a Carrero Blanco y nos metió en Irak”, donde ella me hacía revelaciones muy interesantes sobre la Operación Ogro y sobre el atentado de la calle Correo, por el que llegó a estar acusada y encarcelada junto con su compañero sentimental de entonces, Eliseo Bayo. Pero sobre todo, sobre todo, Lidia me hizo una radiografía certera e impagable de cómo funcionaba la izquierda antifranquista, con sus grandezas y también con sus miserias. Y como todas estas cosas se metabolizaron, o no, al llegar la Transición.
A Lidia la Transición la pone de los nervios porque a su juicio ha sido un camelo de proporciones mayúsculas, un verdadero timo de la memoria, un reinventar hasta el delirio. Lo más curioso es que desde su posición ideológica se suele denunciar sólo la reinvención de derechas. Pues ella ha escrito un libro, una novela, que ajusta cuentas con todo quisque. Desde los esbirros franquistas que torturaban en la comisaría de Vía Layetana hasta los empresarios catalanes que con el beneplácito del franquismo pudrieron las casas de los pobres de la ciudad de aluminosis hasta los dirigentes del PSUC más cazurros y más siniestros pasando por la gauche divine que, efectivamente, fue mucho más insulsa, por no decir mucho más panoli (con excepciones). de lo que dice la leyenda.
La novela de Lidia Falcón, que es ágil y es estupenda, se titula “Ejecución Sumaria”, la publica El Viejo Topo, se ha presentado ya en Barcelona y el 20 de abril está previsto que se ponga también de largo en Madrid, en el Ateneo. Los hechos que cuenta están ambientados a finales de febrero, principios de marzo del año 1974, cuando el régimen franquista se dispone a ejecutar una de sus últimas condenas a muerte y una de las más aberrantes, la del joven anarquista catalán Salvador Puig Antich, muerto a garrote vil el 2 de marzo del 74 por el presunto asesinato de un policía al que nunca se demostró que hubiera matado ninguna bala salida de su pistola en un forcejeo con la policía en que a Puig Antich le abrieron la cabeza. Y al policía muerto le hicieron la autopsia en comisaría y luego se desprendieron del cuerpo a una velocidad sospechosa.
La familia Puig Antich lleva todo este tiempo pidiendo la reapertura del caso por sus muchas irregularidades incluso en el contexto de la legalidad (ejem) franquista. Y no es que nadie les haya hecho mucho caso, la verdad. Pero lo peor que cuenta Lidia Falcón no es eso. Lo peor es la tremenda, desoladora, tristísima indiferencia de la mayor parte de aquella sociedad barcelonesa tan orgullosa de sus galones antifranquistas ante la inminente muerte de aquel muchacho que tuvo la mala suerte de no ser comunista, no ser de ETA, no pertenecer a ningún partido importante, que mataran a Carrero Blanco cuando le acababan de detener a él…como contaba yo en mi libro de la CIA, el mismísimo cónsul de Estados Unidos en Barcelona de la época se extrañó de que no hubiera muchas más movilizaciones a favor de Puig Antich.
La novela de Lidia Falcón es muy coral pero está esencialmente protagonizada por un puñado de mujeres que sin conocer personalmente de nada a Puig Antich se rebelan contra este estado de cosas y tratan de hacer lo que no está escrito, desobedeciendo a los mismísimos cuadros comunistas, para lograr una movilización social como la que logró forzar los indultos a los etarras condenados a muerte en Burgos. Por ellos hubo huelgas de hambre, presión internacional, espectaculares convulsiones. Por el pobre Puig Antich, el brillante pero sobrevalorado Manuel Vázquez Montalbán ni siquiera se dignó a aplazar la fiesta de presentación de una nueva revista. Etc.
Lidia me recibió en su casa de Atocha, muy cerca del monumento a los abogados muertos en la primera matanza que se llamó así. Yo que me paso el día teniendo que explicar que no soy facha, simplemente muy crítica y muy escéptica con lo que en este país se entiende por izquierda, iba toda emocionada al encuentro de una de las pocas personas nítidamente admirables que he conocido en mucho tiempo. Con esto no quiero decir que Lidia Falcón y yo estemos de acuerdo en todo. Sólo que la respeto de todo corazón (y cabeza) y pongo muy en valor todo lo que dice. Porque percibo en ella quintales de una decencia que en la mayoría de la gente se mide por miligramos.
Hablamos de lo divino, de lo humano y por supuesto de la novela, en un nivel de detalle que no puedo reproducir aquí sin destripar el suspense narrativo, lo cual, entre escritoras, no tiene perdón. Ni sentido. Baste retener esta tesis fundamental de la autora: el ahogo de las oligarquías favorecidas por el franquismo no ha ido a menos con la democracia sino a más, a mucho más (véanse las múltiples y hasta creativas canalladas de todo tipo que esta crisis está haciendo aflorar...) , en parte gracias a cómo la autoproclamada izquierda falló, falló clamorosamente, en mantenerse coherente y mínimamente fiel. Hasta el punto que sus mejores hombres y mujeres o murieron en la guerra, o en las comisarías, o tuvieron que exiliarse o que dedicarse a otra cosa. Quedó lo peor de cada casa para llevar a este país al futuro. Qué pena, se ahoga Lidia de una rabia vieja como si fuera nueva, “cuando este país fue el único que se lanzó a una guerra atroz antes de consentir el fascismo, como se consintió en Italia, como se votó en Alemania y como en Inglaterra y Francia dejaron pasar, sólo aquí la gente se alzó a tratar de pararlo con todo su inmenso sufrimiento”. Pues ya ves.
Hay que leer a esta halcona para enterarse de lo que vale un peine.
Lidia Falcón es una resistente en la travesía del desierto de los que buscan justicia en España. Tiene una memoria prodigiosa y una honradez desusada. Gracias, Grau, por traerla aquí.
!Puñetas, que gusto da asomarse a sus trabajos y leerlos!
«El ahogo de las oligarquías favorecidas por el franquismo no han ido a menos con la democracia sino a más…» Tras el golpe de Tejero el franquismo utilizo una nueva estrategia (compra y manipulación de los medios, frases como yo apolítico,y despacio pero sibilina mente, el desprestigio de los políticos,, etc etc…)
respetada Anna,tristemente, no esta usted sola en ese tener que dar continuamente explicaciones…» la conciencia HISTÓRICA-
CRITICA- CÍVICA,desde la caverna mediática y política neofranquista es tachada de terrorista y guerra-civilista, desde la izquierda populista de facha,¿…?
Notas intimas:
«…aquella noche desde el pont neuf de París llore a lágrima viva,sobre el Sena(solo, pues todavía en aquel entonces llorar públicamente de aquella manera podía delatar mi sexualidad).al día siguiente en la comida se lo conté a Isabel… me dijo; Paco a esa misma hora desde el comité por Salvador ,se llamo a la desesperada a Don Juan en Portugal, le dijeron que yo quería hablar con él,contesto que no quería hablar con ESA Señora…hijo ve aprendiendo…
Reflexión…todavía hoy negarme a la fama de escaparate, a no haber tenido hipotecas, a no ser propietario de nada, es signo de fracasado…pues en esas estamos en España,mi querida y admirada Anna Grau…siga ,siga, por favor con ese espíritu critico, la necesitamos.
perdón, si me he excedido
Verdaderamente increíble.
Hola me podrias enviar el contacto con Lidia Falcon via mail?
Saluti
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Lidia Falcón, Lidia Falcón, tiene una ideología absolutamente anticuada. Podría irse a vivir una temporada a la India, allí el aborto es legal, pero, en cuanto las mujeres descubren el sexo de la criatura abortan. En la India intentan detener el feminicidio, pero todos los años siguen abortando fetos femeninos. En Occidente están desapareciendo los down. Si consiguen que el aborto sea un derecho no podrán decirles nada a los asiáticos. Con mi cuerpo hago lo que quiero les contestarán a las feministas como Falcón.
El feminismo nunca ha investigado los crímenes cometidos por las guardianas nazis en los campos de concentración en la II Guerra Mundial.
Me acuerdo de un programa de televisión donde estaba como tertuliana Falcón, y una diputada de Izquierda Unida, Cristina Almeida. Trataba sobre la II Guerra Mundial en un pueblo inglés, era una película. Al acabar la película Falcón empezó a descargar toda su carga ideológica. Siempre hace lo mismo, es casi un dogma de fe su ideología.En cuanto aparece una persona que cuestiona sus ideas se pone frenética. Y no ha cambiado nada con los años, sigue igual que siempre.
A mi Lidia Falcón, como persona, no tengo nada contra ella. Ella se ha ganado su pensión a pulso, trabajando, cotizando durante muchos años. Pero, su ideología, no me concence. Es que no tiene ningún sentido.
En España siempre ha faltado algo, algo que obviamente han tenido en Francia, y que les hizo dar el salto de ser un Reino francés, a una República, en 1789, para bien o para mal; pero dieron ese salto. Nadie acudió a rescartarlos, ni se dividieron en bandos. La bandera de la República Francesa es respetada mayoritariamente en esea país, y aceptada por el 99,99 por ciento de la población. Allí no soportarían al nacionalismo vasco y catalán.
Doña Lidia Falcón, nunca me ha interesado nada de lo que ha dicho a lo largo de los años en radio, televisión. En general, nunca me ha importado un bledo la ideología feminista. Eso era antes, lo de en general, ahora ni eso.
Estamos en el año 2014, soy Fisioterapeuta, tengo tres niños; dos niños, una niña; estoy casada con un hombre; y somos muy felices. Tengo
40 años. Bien, la Acupuntura, la Fitoterapia sigue sin regularse por la sanidad pública, como una opción a escoger.
Y para lo de las menstruaciones muy dolorosas, irregulares va muy bien.
Cada bote de perlas de Onagra, cuesta entre 10 y 50 euros, dependiendo del número de perlas. Y cuando pienso en el dinero público que las organizaciones feministas se han gastado para publicar guías de idioma no sexista, me entra la indignación.
Esta persona, Falcón, no entiendo como semejante personaje, le han hecho el culo gordo en los medios de comunicación, desde hace años. Y cuando adopta el papel de pobrecita mujer víctima, me entra la risa; pero, si tiene el culo pelado de acudir como tertuliana a programas de radio, televisión.
Con su ideología, si se presentase a unas elecciones generales en España, no sería capaz ni de obtener ni cien votos.
Que se lo digan a Rosa Díez, la de UPYD, lo que ha costado conseguir que ese partido llegase a las Cortes Generales.
Y no es que me convenza mucho UPYD, pero, entre el pp, y el psoe, en el año 2007 no había más partidos donde escoger.
Pero, en fin, es que paso de la mayor parte de programas de radio, televisión; sólo escucho música. O casi siempre escucho música.
Doña Falcón, el sueño de tener una III República en España es muy complicado. Po la sencilla razón, que usted sabe muy bien, que habría que prescindir de la monarquía; y también de los fueros del País Vasco, de Navarra.
Tendríamos que tener una ley de malos tratos, o de violencia doméstica; y no esa ley sexista de violencia de género.
Las mujeres han sido víctimas, pero, también han sido verdugos, y han cometido crímenes. Han asesinado, y han ordenado asesinar. Y usted lo sabe
muy bien.