Bárcenas, dispuesto a morir matando

Pese a que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha refugiado en los silencios frente al vendaval del caso Bárcenas, que azota a su partido y también a su persona, seguramente hoy (tras la publicación del diario El Mundo de su relación vía SMS con Luis Bárcenas, cuando ya se sabía de sus millones en Suiza y el PP negaba cualquier vínculo con el extesorero) y muy probablemente mañana (tras conocer con detalle la declaración que hará hoy Bárcenas ante el juez Pablo Ruz) deseará no haber  pronunciado las pocas palabras que utilizó para, en primer lugar, afirmar que iba a ser muy difícil "demostrar que (Luis Bárcenas) no es inocente", o cuando, en febrero de 2013, tras aparecer publicados en el diario El País los "papeles de Bárcenas" se dirigió al Comité Ejecutivo Nacional de su partido y dijo con rotundidad: "Nunca, repito, nunca he recibido ni he repartido dinero negro ni en este partido ni en ninguna parte".

No obstante, Rajoy tiene hoy mismo una buena oportunidad de romper su silencio sobre el escándalo durante la rueda de prensa que dará junto con el presidente polaco, Donald Tucks, en La Moncloa.

El miedo de no pocos dirigentes populares, que ya avanzó cuartopoder.es, a que Bárcenas "tire de la manta", parece ya más que fundado, por mucho que ayer, el vicesecretario general de Organización y Electoral del PP, Carlos Floriano, asegurase que "lo que haga el señor Bárcenas nos preocupa cero". Hace meses que Bárcenas preocupa mucho. Es mucho peor que un dolor de cabeza para el PP, en especial, desde el 14 de marzo de este año, fecha en la que, de acuerdo con los SMS publicados ayer en El Mundo, Bárcenas rompía relaciones con Rajoy con un MENSAJE en el que le espetaba: "Tú sabrás a qué estáis jugando, pero quedo liberado de todo compromiso contigo y el partido", después de que se le negase la posibilidad de revisar una documentación  que estaba  en unas cajas, en el despacho que "tú me autorizaste". En el SMS que manda a Rajoy  deja claro que, pese a que la secretaria general del PP , María Dolores de Cospedal, se hubiese desgañitado hasta la fecha repitiendo que "el señor Bárcenas dejó de tener vínculo laboral con el PP en el año 2010", el extesorero siguió teniendo acceso a la sede del PP, a documentación y a un despacho, ya que tenía la autorización del mismísimo Rajoy.

En el intercambio de SMS entre el presidente del Gobierno y  el extesorero del PP evidencia, asimismo, que Rajoy pedía paciencia y daba su apoyo personal a Bárcenas cuando ya eran públicas y notorias sus cuentas en Suiza, los papeles de Bárcenas que desvelan una supuesta contabilidad B y pagos de sobresueldos en el partido de Rajoy. Bárcenas, por  su parte, le indicaba lo que,en su opinión, debía responder Cospedal a la prensa o le sugería la inmediata destitución del fiscal anticorrupción, Antonio Salinas, que le estaba amargando la vida, judicialmente hablando. En descargo de Rajoy hay que decir que la mencionada destitución nunca se produjo. La cuestión es que Rajoy está cada vez más acorralado y le va a ser cada vez más difícil seguir dando la callada por respuesta si, como parece, Bárcenas sigue tirando de la manta.

Hasta la semana pasada en el PP había dudas y temores sobre la decisión de Bárcenas de airear documentación comprometedora y hasta qué nivel (la certeza de que la tenía en su poder era prácticamente unánime) de mando estaría dispuesto a llegar en sus acusaciones. Ayer todo el PP salió de dudas: Bárcenas está dispuesto a morir matando. Y ha empezado apuntando al mismísimo Rajoy.

Todo parece indicar que hoy, ante el juez Ruz, Bárcenas va a poner sobre la mesa una versión bien distinta a la ofrecida en anteriores ocasiones, cuando negaba la autoría de la supuesta contabilidad B publicada, o las prácticas irregulares en la financiación del PP y que está  dispuesto a implicar al PP en un feo asunto de financiación irregular, más allá de la posibilidad de que airee también nombres, apellidos y recibos de dirigentes populares que pudieron cobrar sobresueldos en los últimos 20 años.

MIentras, la oposición pide la dimisión de Rajoy. Lo hizo ayer mismo el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. Previamente, la semana pasada, el Grupo Popular rechazó la petición de la oposición para que Rajoy compareciese ante el Parlamento para dar su versión de los hechos en el Caso Bárcenas. Y lo hizo acusando a  los peticionarios de estar en connivencia con un "delincuente", en alusión a Bárcenas. Seguramente aquél  que diseñó el mensaje-reproche de la "connivencia" con Bárcenas no sabía de la connivencia, amistad y comprensión que Rajoy y Bárcenas se profesaron, por lo menos, hasta el 14 de marzo de 2013.

El extesorero del PP ha dado una patada a la hoja de ruta de Rajoy, quien, en su más genuino estilo, tenía previsto aguantar el chaparrón Bárcenas  y dejar que, con el tiempo y con los larguísimos tiempos judiciales, la  cuestión se fuese olvidando, al  menos, hasta después de las elecciones de 2015, momento en el que esperaba poder vender ya signos tangibles de recuperación económica al electorado  y renovar su mandato en  las urnas. No está escrito que no lo logre, pero sí parece muy difícil  que pueda conseguirlo manteniendo  la política del silencio y escondiendo la cabeza bajo el agua como un somormujo. Independientemente de los tiempos judiciales, existe una urgencia política que Rajoy no puede obviar. Tendrá que dejar atrás los silencios y responder en la modalidad que escoja. Pero la oposición ya ha decidido que, de no hacerlo pronto, pueden obligarle a ello a través de una moción de censura. Qué hace cada quien se decidirá, en buena medida, tras escuchar la versión que hoy Bárcenas va a dar ante el juez Ruz.