Franco aprobó el bombardeo de Guernica para debilitar la resistencia de Bilbao

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Ciudadanos de Guernica observan la explosión de una de las bombas lanzadas sobre la localidad el 26 de abril de 1937. / Archivo Gernikazarra, Gernikazarra Historia Taldea

El bombardeo de Guernica en 1937 no fue un 'error' de la aviación nazi, sino una acción deliberada de guerra del terror contra la población civil para debilitar la resistencia de Bilbao. Esa operación fue aprobada tanto por Franco como por su jefe de la fuerza aérea, el general Kindelán. Los franquistas siempre negaron su responsabilidad en las masacres de Guernica y Durango, pero un libro que se lanzará la próxima semana destapa, entre otras cosas, un documento de la 3ª Sección del Estado Mayor de la Jefatura del Aire, fechado el 26 de abril de 1937 (ver íntegro en PDF), en el que se reconoce la existencia de aquel bombardeo sobre población civil como una acción de guerra más en el 'Frente Norte'.

El documento, con el número 211 como identificador, se titula "Resumen de las operaciones del día 26 de abril de 1937" y en él, el coronel jefe de Estado Mayor de la Jefatura del Aire del Ejército de Franco da cuenta, con toda 'normalidad', de los bombardeos llevados a cabo en esa fecha en todo el país. Dice, por ejemplo, que en el 'Frente Norte' "no se actuó" en León, Navia y Logroño, poblaciones a las que se habría dado un respiro, pero añade: "Vitoria.- Los Breguet 7 los Heinkel 45 un servicio al puente de Guernica. Los Junkers dos servicios sobre Guerricay y el puente de Guernica, punto de paso en la retirada enemiga". El documento tiene la misma fecha que el bombardeo de la población-mártir; es decir, que Franco y Kindelán autorizaron la masacre que dio lugar a unos de los cuadros más famosos de la historia: el Guernica, de Picasso.

El bombardeo de Guernica (Operación Rügen) fue un ataque aéreo realizado sobre esta población española el 26 de abril de 1937, en el transcurso de la Guerra Civil, por parte de la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana, que combatían en favor de los sublevados contra el Gobierno legítimo de la II República. Se trataba sólo de destruir un pequeño puente de aldea, pero los Heinkel alemanes dejaron el puente en pie y arrasaron el pueblo: las estimaciones actuales de víctimas cifran los fallecidos en un rango que abarca de los 120 a los 300 muertos. Y lo peor es que se trató de un ensayo de 'guerra del terror' sobre la población civil para debilitar la defensa republicana de Bilbao.

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Detalle del documento de la 3ª Sección del Estado Mayor de la Jefatura del Aire del Ejército de Franco, donde se da cuenta del bombardeo de Guernica. / Archivo Gernikazarra, Gernikazarra Historia Taldea

Este documento, así como otras novedades, está contenido en el libro 1937: el crimen fue en Guernica. Análisis de una mentira, que el periodista Ignacio Fontes (Foca, Madrid, 2014) acaba de publicar. Este documento en concreto es de una importancia excepcional, porque, además, unos párrafos más abajo reconoce la terrible 'eficacia' de la aviación fascista sobre la población civil, en concreto sobre el llamado 'Frente Aragonés': "Zaragoza.- Se cooperó con exactitud cronométrica y máxima eficacia a la ocupación por nuestras fuerzas del Cerro de Santa Bárbara (NW de Celada). Segundo servicio.- Se bombardeó con gran eficacia y ametralló al enemigo en el ataque llevado a cabo por éste acompañado por tanques a las posiciones ocupadas por nuestras fuerzas en la mañana de hoy en el Cerro de Santa Bárbara".

Aunque no fuera ya necesario para establecer la responsabilidad directa de Franco y Kindelán sobre la masacre de Guernica -siempre negada por el bando fascista-, el libro recoge también un testimonio del propio Franco en el que el dictador español reconocía por escrito que “todos los bombardeos se hacían siempre por decisión especial del mando español”. Así lo escribió el propio Franco a su primo y secretario Francisco Franco Salgado-Araujo, quien estaba escribiendo un libro sobre él con su conocimiento y colaboración.

En concreto, el 6 de febrero de 1967, Salgado-Araujo le preguntó a Franco sobre una duda que le había suscitado la lectura del ensayo de Hugh Thomas The Spanish Civil War (1961; edición española: La Guerra Civil Española, ed. Grijalbo, Barcelona, 1978), donde el historiador británico afirmaba que “Franco recibió en Burgos una nota de Prieto proponiendo el cese de los bombardeos de ciudades detrás de las líneas; Franco contestó que Barcelona continuaría siendo bombardeada hasta que sus industrias fueran evacuadas. Las nuevas e incesantes violentas incursiones aéreas sobre Barcelona continuaron. Ciano [conde de Cortellazzo y Buccari, yerno del dictador italiano Benito Mussolini] consignó en su diario que las incursiones comenzaron a efectuarse desde las bases de Mallorca ‘sin consultar a ningún jefe español’ (Diario 1937-38, página 72) y que grandes edificios fueron destruidos y el tráfico interrumpido; el pánico –dice– llegaba al borde de la locura; hubo quinientos heridos y todavía no habían sido empleados más que nueve Savoias S.M. 79, y la incursión completa había durado minuto y medio”.

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Cubierta del libro de Ignacio Fontes.

A la pregunta de Salgado-Araujo: “Qué porcentaje de tales incursiones de aviones alemanes e italianos eran efectuadas con permiso suyo, y qué porcentaje sin él”, Franco le contestó por escrito: “No es verdad que hubiese ninguna propuesta por parte de Prieto sobre bombardeos. Los diversos bombardeos sobre Barcelona se hicieron sobre las actividades del puerto, sin alcanzar a la población. Éstos fueron ejecutados desde Mallorca por los hidroaviones bajo el mando de mi hermano Ramón, y es falso todo esto de los Savoias. Todos los bombardeos se hacían siempre por decisión especial del mando español”. Concluye su primo: “Franco me ha escrito de su puño y letra toda esta contestación, haciendo alarde de su prodigiosa memoria y poniendo de manifiesto que todos los asuntos bélicos pasaban por sus manos”.

Es decir, que al confirmar que "todos los bombardeos se hacían siempre por decisión especial del mando español", Franco reconoció a su primo que la masacre de Guernica, así como las de Durango, Guadalajara, Barcelona y Madrid, ya fueran por los Savoias italianos o los Heinkel y Stukas alemanes, eran conocidas y aprobadas por él y por Kindelán.

De hecho, el libro de Ignacio Fontes recoge también de puño y letra del general Kindelán su afirmación de que las aviaciones de alemanes e italianos siempre actuaron bajo su mando. Kindelán fue un estrecho colaborador de Franco, quien apreciaba su talento militar mientras que él, que había trabajado para su nombramiento como jefe militar y luego de Estado, lo consideraba un igual.

Años después de estas masacres en las poblaciones civiles de Guernica, Durango, Madrid, Guadalajara y Barcelona, y como ferviente monárquico, Kindelán terminó por oponerse de manera frontal cuando Franco reveló su intención de perpetuarse en el poder y trató de recabar la voluntad británica y norteamericana para dar un golpe de Estado que restaurase la monarquía alfonsina. Franco lo postergó entonces por Juan Yagüe cuando se transformó en Ministerio del Aire, el 9 de agosto de 1939. Aliadófilo, un discurso pro-monárquico que pronunció en enero de 1942, en el que atacó a Franco sin ambages, supuso su relegación definitiva.

2 Comments
  1. jose says

    Si no fuera por los propagandistas, el bombardeo de Guernica sería uno más de tantos excesos cometidos en las guerras. El bombardeo de Cabra (Córdoba) por los republicanos produjo más víctimas y fue mucho más cobarde -no había objetivos militares- y ha sido silenciado por quienes siempre van de victimas.

  2. Alfondo says

    ¿Es una sorpresa?

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