La gran coalición antisecesionista es un paripé

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La secretaria general del PP, Maria Dolores Cospedal, durante su intervención el viernes en la primera jornada de la Conferencia Política del PPC que se ha celebado en Barcelona. / Toni Albir (Efe)
La secretaria general del PP, Maria Dolores Cospedal, durante su intervención el viernes en la primera jornada de la Conferencia Política del PPC que se ha celebado en Barcelona. / Toni Albir (Efe)

En la dirección nacional del PP tienen claro que su partido, en Cataluña, se identifica con las posturas más contundentes de un doble eje: nacionalista español (versus nacionalistas catalanes, catalanistas y soberanistas) y de derechas (frente a los partidos de la izquierda). Este posicionamiento y la identificación, que buena parte de los ciudadanos catalanes hacen del PP, pone muy difíciles las alianzas con todo los partidos de izquierdas y con el eje nacionalista/soberanista a los correligionarios de Mariano Rajoy. De hecho, cuando el pasado sábado la secretaria general del PP, María Dolores De Cospedal, lanzó la oferta de conformar una gran coalición frente a los secesionistas, en la que invitó a integrarse al PSC, UDC, a Ciutadans y a UPyD, sabía perfectamente que su oferta iba a recibir un rechazo sonoro. Son muy pocos los partidos que están dispuestos a acercarse al PP en Cataluña. Y, el pasado sábado, tan sólo la formación que lidera Rosa Díez, UPyD, recogió el guante lanzado por la número dos del PP. El resto declinaron la invitación con más o menos amabilidad.

Sin embargo, el esperado rechazo era un precio a pagar por poner en evidencia en el resto de España la posición de "tibieza", según asegura un dirigente del PP, de los socialistas catalanes y, fundamentalmente, del PSOE. De hecho, si el flamante líder socialista, Pedro Sánchez, se reunía en Cataluña con el presidente catalán, Artur Mas, y le advertía que la consulta en Cataluña no se va a celebrar -en un intento por dejar claros sus principios ante posibles dudas- el PP se encargaba, a través de esta oferta, de dejar claro en toda España que el nuevo PSOE, el de Sánchez "sigue siendo - según afirma un miembro de la dirección nacional -tibio, cuando no cómplice del nacionalismo". Conscientes de que en el resto de España no se ven con malos ojos este tipo de acuerdos, como ocurrió durante el apoyo que el PP prestó al gobierno socialista de Patxi López, en el País Vasco (un acuerdo muy bien acogido, en términos de opinión pública, fuera del País Vasco, Navarra y Cataluña) los populares lanzan una andanada a los socialistas, que pese a la renovación prometida, presentan los mismos problemas que presentaban antes de la llegada de Pedro Sánchez a la secretaría general.

Frente a un conflicto, como el catalán en el que las posturas se están extremando y se aplaude más a los más contundentes, el PSOE se mueve en el terreno de la ambigüedad o de los dobles lenguajes. La misma oferta también pretende poner en evidencia a otro de los partidos que le hacen sombra en Cataluña, los Ciutadans de Albert Rivera, y que pueden acabar robándoles aún más votos de los que ya les han robado en pasadas elecciones. En este caso, en cambio, los de Rivera son tan contundentes en su rechazo al nacionalismo catalán como los correligionarios de Rajoy. Sin embargo, en Ciutadans no quieren acercarse demasiado ni a PP ni a PSOE, por no ser identificados con los partidos tradicionales, que atraviesan sus horas más bajas.

Desde el eje nacionalista, UDC se cuida de no coincidir con el PP de forma ostensible, puesto que, si bien su nacionalismo resulta demasiado light para los que se consideran verdaderos nacionalistas y soberanistas en Cataluña, su tendencia política se identifica claramente con la derecha catalana. A riesgo de parecer una franquicia del PP con más acento catalán, los compañeros de partido de Josep Antoni Duran i Lleida rechazan también tratos y acuerdos explícitos con el PP.

Con todo y ante el resto de ciudadanos españoles, los populares tratan de demostrar que son los más contundentes en la defensa de la unidad de España. Ellos y el partido de Rosa Díez, que poco tiene que hacer, electoralmente hablando, en Cataluña y sí aspira a disputarle al partido de Rajoy el título de ser el más beligerante contra los secesionistas catalanes. Se trata pues de una estrategia política que más que unir y crear un frente común trata de poner en evidencia quién es quién entre los no secesionistas y evidenciar que sólo el PP es garante de la unidad de España. Eso fue lo que hizo el pasado sábado Maria Dolores de Cospedal: estrategia de partido. Una estrategia que, desde el Gobierno, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, se cuidó de no emplear. Como representante del Gobierno y como viene siendo habitual en ella, la vicepresidenta ni mencionó la oferta de coalición, porque desde el inicio de la presente legislatura ha evitado entrar en los conflictos de partido ni en las interioridades del PP. Esas son cosas de Cospedal.

9 Comments
  1. Ignacio says

    Si la opción contra el independentismo catalán es seguir a la lideresea de la Indemnización Simulada en Diferido vamos listos.

  2. juanjo says

    Lo hecho por UPyD me parece bastante deleznable. Y no porque no haya razones para oponerse al independentismo catalán, sino porque con un partido corrupto, con un partido cuyo líder máximo y presidente del Gobierno se encuentra inmerso en un claro proceso de corrupción no se pacta.

    Simplemente se pide su dimisión.

  3. Catalunya says

    Entiendo que cualquier demócrata estará a favor de que los catalanes deciamos nuestro futuro, ¿no? Lo contrario, entiendo, es una actitud pseudo-imperialista, dictatorial y con un sentido de la ‘pertenencia’ (Catalunya es de España, en lugar de ‘Catalunya se siente de…) sonrojante. No entiendo que un señor de Burgos o Guadalajara (por ejemplo) se ‘oponga’ a la independencia de ningún sitio, a menos que crea que aquello le ‘pertenece’. Salut i democràcia.

  4. retogenes says

    Hay más razones para oponerse que la creencia de ‘pertenencia’. En el fondo se está decidiendo si el señor de Burgos o de Guadalajara van a pasar a ser extranjeros cuando vayan a Cataluña. Esa decisión les afecta de una forma claramente negativa y es normal que se opongan porque a nadie le gusta ser rechazado y que te llamen extranjero. Creo que es muy fácil de entender y es un sentimiento también muy democrático. No va a ser sólo democrático lo que en Cataluña digan que lo es.

  5. Catalunya says

    Retogenes, con tu comentario no haces más que confirmar mi comentario: la típica mentalidad castellano-mesetaria que cree que le llamarán extrajero si viene a Catalunya i que, además, será negativo para él. !Ah¡, y lo que decidamos los catalanes para Catalunya ha de pasar indefectiblemente a un segundo plano. Muy democrático, no sé yo… Visca Catalunya lliure. Visca Espanya lliure.

  6. retogenes says

    Hombre, gracias por psicoanalizarme y calificar mi mentalidad en vez de opinar sobre mis argumentos. No es que me lo llamen o no: es que las naciones sirven para distinguir a los de dentro de los de fuera. Si de verdad no se distingue, ¿por qué no se me deja votar a mi? ¿Por qué no he de considerar negativo que a mi no me dejen votar? ¿Dónde está la diferencia entre catalanes y castellanos? ¿En la mentalidad? ¿Los pasaportes se rigen por mentalidades? ¿A los que no tengan tu mentalidad no les vas a considerar catalanes?

    Nada, nada, a seguir jugando a las patrias, a las banderas y a los himnos y a dar clases de democracia y de psicoanálisis.

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