El Parlamento de Cataluña aprueba la Ley del Referéndum en un ambiente muy tenso

Cataluña y las dos democracias

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Vista del Parlament de Catalunya ayer, durante la votación de la Ley de Referéndum. / Efe

Max Estrella, a punto de morir, en esa larga noche reflejada por Valle-Inclán en ‘Luces de Bohemia’, definía así el esperpento: “El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato”. La solemnidad de la tragedia griega y sus héroes se deformaban al reflejarse en los espejos cóncavos y convexos del callejón del Gato de Madrid. Esa mirada deformada, genuinamente española, hacía de la tragedia, esperpento. “España es una deformación grotesca de la civilización europea”.

Y parece que, como por arte de magia, casi un siglo después, los espejos desaparecidos de la céntrica callejuela madrileña aledaña a la Plaza de Santa Ana han vuelto a aparecer. Debieron hacerse añicos y sus pedazos se han repartido por toda la geografía española. No están localizados todos los trozos, pero ayer se encontraron unos cuantos, algunos en el Parlament, otros en la Moncloa. Muchos diseminados por redacciones de periódicos que, sin medir las consecuencias ni el contexto, a modo de declaración de guerra, anuncian golpes de estado. Lenguaje belicista.

El Pleno del Parlament se preveía ayer como el marco de uno de los episodios más épicos del proceso independentista. Y el proceso independentista nos ha acostumbrado a momentos de gran altura performativa y simbólica, en los que la épica ha dominado el relato. Ayer se aprobó la Ley del Referéndum: ya es una realidad. Y el Govern en pleno firmó la convocatoria para el 1-O obedeciendo a una nueva legalidad catalana que desobedece a la legalidad española.

Un capítulo así, que se preveía hermoso, en el que las metáforas debían haber sido sublimes y el contenido de las mismas, sustanciosas, quedó deformado por los añicos de los espejos. La legitimidad de la que los independentistas y soberanistas catalanes hacen gala, deformada por saltos, hacia adelante y hacia atrás, en la propia legalidad interna del Parlament. La presidenta de la institución, Carme Forcadell, al borde de un ataque de nervios, no dudó en hacer caso omiso a los informes de los letrados del Parlament y del Consell de Garanties Estatutàries. Siguió adelante, vía legitimidad, dudosa legalidad.

Una oposición –C´s, PSC y PP- que, lejos de argumentar y de confrontar en el terreno de juego parlamentario las ideas para detener la aprobación de la trascendental ley, jugaron a ser trileros, a disminuir la velocidad del transcurso de la historia. Esos argumentos legítimos que, por separado, la oposición catalana ha repetido hasta la saciedad en ruedas de prensa y entrevistas, brillaron por su ausencia ayer, en el debate dialéctico con la otra parte, la mayoría parlamentaria. Se anuncia una moción de censura a Puigdemont, aunque no salen las cuentas.

Y una vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, fuera de sus casillas, salió a tranquilizar a España. Una España deformada. “No he pasado tanta vergüenza nunca en mi vida democrática”, dijo. Las apelaciones a la democracia son una constante en este conflicto Cataluña-Estado. La historia nos ha enseñado que el concepto ‘democracia’ es tan variable como personas le hagan referencia. Franco apelaba a la democracia, algo alejado de la democracia parlamentaria que imaginaban los liberales e ilustrados en el S.XVIII, alejado también de las democracias populares que más adelante se forjaran al otro lado del telón de acero…

Quien cambió la Constitución Española de la noche a la mañana, junto al PSOE gobernante, para ajustarla a lo que dictaban los mercados ayer sentía vergüenza democrática. Y fue más allá en su comparecencia: “La Generalitat se acerca más a una dictadura que a una democracia”. Sentó las líneas maestras discursivas que seguirá el Gobierno estatal en las próximas semanas. Señaló el marco del conflicto, democracia española contra dictadura catalana, según su punto de vista. Grandes descalificativos, como el de ayer, pueden llevar a respuestas desproporcionadas. Habrá que seguir muy de cerca los pasos de un Gobierno que ya no disputa contra un gobierno autonómico rebelde sino contra una “dictadura”, en sus propias palabras, “propia de otras latitudes”.

Democracia es también el centro del discurso independentista. Democracia, poner las urnas el 1-O, que la población catalana decida su futuro político en un referéndum y la relación que Cataluña debe mantener con el Estado español. Frente a su proyecto, un Estado “demofóbico”, así se refieren llaman al Estado español por su negativa a poner las urnas. “Negar este derecho y tratar a los catalanes como súbditos, al servicio de un Estado que fabrica amenazas al mismo ritmo que fabrica incumplimientos, no es democracia”, declaró ayer Puigdemont tras firmar la convocatoria del referéndum. Democracia contra democracia.

Llegó el momento de la verdad, el de la desobediencia. Hasta el 1-O el calendario es frenético. El próximo lunes, 11 de septiembre, las calles de Barcelona se llenarán en una manifestación de la Diada que será el inicio de la campaña por el ‘sí’ en el referéndum. La pelea se traslada de las instituciones y tribunales también a las calles. A partir del 15 de septiembre tendrá lugar la campaña oficial por el referéndum, una campaña en la que nadie se ha postulado para defender el ‘no’. El 1-O, miles de personas irán a depositar sus votos a las urnas. Si no hubiera urnas, miles de personas manifestarán sus ansias de votar de otra manera, impredecible.

Desobediencia a una legalidad española, obediencia a unas leyes catalanas, este es el eje en el que se mueve el Govern. Las leyes catalanas: la aprobada ayer, la Ley del Referéndum, y la que previsiblemente se apruebe hoy, la de Transitoriedad Jurídica. Desobediencia obediente que, sin duda, va a recibir gran apoyo social durante los próximos días en los que no sólo los políticos, también la ciudadanía catalana, intentará ser protagonista. Y es que hoy ya hay dos legalidades emanadas de dos sedes parlamentarias, dos hegemonías que se disputan dos usos diferenciados del concepto de ‘democracia’, dos promesas irreconciliables: referéndum y no referéndum, esa es la cuestión.

En los próximos días habrá que prestar atención a la postura de los comunes, pues puede desequilibrar la balanza de los apoyos sociales que tendrá uno u otro bando. El sábado 9 Catalunya En Comú decidirá su posición con respecto al referéndum, una decisión que será ratificada por una posterior votación interna de sus bases. El día 11, el lunes de la Diada, Pablo Iglesias participará en un acto junto a Ada Colau y Xavier Domènech. ¿Qué defenderá Iglesias en Santa Coloma de Gramenet el Día Nacional de Catalunya, cuando se conmemora la resistencia del pueblo de Barcelona a la matanza que las tropas borbónicas perpetuaron en 1711 en esta ciudad? ¿Llamará al voto? ¿Concretará en qué consiste ese proyecto plurinacional que durante tanto tiempo ha defendido Podemos?

¿Cómo cumplirá Rajoy su promesa de que no haya urnas el 1-O? Durante los últimos años, en Cataluña hay una frase que los independentistas repiten, como un mantra, con una sonrisa en la  boca: “Cada vez que habla Rajoy, sube el independentismo”. ¿Cómo ejercerá su promesa de que no habrá referéndum, una vez convocado por el Govern oficialmente, al mismo tiempo que garantiza la “proporcionalidad” que también ha prometido en su respuesta al proyecto independentista? ¿Cómo hará para que su reacción no cause una reacción mayor en Cataluña?

En ‘Luces de Bohemia’, cuando Max Estrella se acerca al final de la noche, al final de sus días, su compañero Don Latino le apela: “No tuerzas la boca, Max”. Max le responde: “Es nervioso, ni me entero”. ¿Se le torcerá la boca a Rajoy más todavía? “Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”.

3 Comments
  1. florentino del Amo Antolin says

    Siempre me he preguntado… ¿ Por que negar una votación ?. Sato, los trileros fueron los aprobatorios. Pp, C´S, PsoE son los filibusteros. Consiguieron deslucir el acto, acudiendo al pegamento Español tardo franquista. Creo que la palabra democrácia, mencionada por esos mismos que cambiaron la Santa Constitución, con noctunidad y alevosia… ¡ Eso, si es cambiar las reglas del juego !. Una democrácia es otra cosa: De hacer, y participar. Roto el comun basico comunicativo, pues cada uno con su legalidad. Carme Forcadell, está ahí porque se presentó a unas elecciones… El Tribunal Constitucional, lo puso quien luego lo usa para recurrir, las normas dadas por otro Parlamento legal. Xavier Doménech; el voto lo decidiran en asamblea, pero la libertad de voto equivale al respeto por ética politica… ¡ El filibusterismo, no tiene ética !. ¡ Sato !.

  2. Benicadell says

    «¿Qué defenderá Iglesias en Santa Coloma de Gramenet el Día Nacional de Catalunya, cuando se conmemora la resistencia del pueblo de Barcelona a la matanza que las tropas borbónicas perpetuaron en 1711 en esta ciudad? ¿Llamará al voto? ¿Concretará en qué consiste ese proyecto plurinacional que durante tanto tiempo ha defendido Podemos? A mi siempre me han dicho que era la celebración de una derrota, y que no todo el pueblo catalán sobre todo la clase alta que podría perfectamente equivaler a la actual derecha catalana no se sublevo contra los borbones pero bueno parece ser que ya que somos trileros trileremos

  3. pILAR says

    No he podido pasar dela cuarta línea. Es infumable

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