Menos bajas y menos sensación de aislamiento: así han pasado la covid-19 dos cohousing de mayores

  • La pandemia de covid-19 se ha cebado con la tercera edad y las residencias se han convertido en un punto negro
  • Charlamos con dos cohousing sobre cómo ha afectado a los mayores que viven de forma comunitaria

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El coronavirus ha mostrado su cara más cruel con las personas mayores. Las residencias son ya uno de los puntos negros de la pandemia en España y pocos dudan de que su gestión merece una reflexión profunda. Sin embargo, en los últimos años han surgido otras formas de vivir y organizarse: los 'senior cohousing', viviendas compartidas gestionadas por mayores de 65 donde las decisiones se toman de forma democrática y la vida está enfocada a lo común. Charlamos con la cooperativa Trabensol, de Torremocha del Jarama, y con Convivir, en Horcajo de Santiago.

Trabensol y Convivir son dos ejemplos consolidados de coviviendas para mayores en España, una tendencia que crece, aunque de forma lenta, como una alternativa al aislamiento y a la soledad que los más veteranos sufren en las ciudades. Hace más de una década, decenas de vecinos se juntaron en sus barrios para crear una cooperativa y levantar un edificio común que tuviera apartamentos individualizados, pero también espacios amplios donde envejecer en comunidad. Esa forma de organizarse también se ha notado en el estado de alarma.

De unos 80 habitantes en Trabensol han enfermado ocho y han fallecido tres. En Convivir quedaron confinados 57 personas, de las que hubo siete contagiados y solo uno ha requerido hospitalización. En su caso, no ha habido pérdidas.

Aún así, son dos experiencias concretas de las que no pueden extrapolarse resultados generales ni hacer una comparación concluyente con las residencias, donde operan otros factores, como el número de residentes dependientes o el lugar donde se ubiquen.

Trabensol: coordinación para ir a la farmacia

El 14 de marzo, el Gobierno decretó el estado de alarma, pero en Trabensol decidieron tomar medidas unos días antes, viendo que los casos comenzaban a crecer y que las escuelas cerraban. Ellos mismos gestionan el edificio de manera democrática, así que decidieron clausurar los espacios comunes, lo que implicaba suspender actividades, cinefórum, tertulias y visitas del exterior. Por prevención, cerraron el comedor y se confinaron en sus apartamentos, que miden unos 50 metros, pero tienen las comodidades suficientes, como una habitación, baño adaptado, una cocina con vitrocerámica para los desayunos y las cenas.

"La situación de control es estricta", explica Jaime Moreno, uno de los residentes. Durante el estado de alarma, y también ahora, permanecieron en continuo contacto con el centro de salud de Torremocha. Cada día una enfermera y un médico de la Seguridad Social visitaban el centro y se les toma la temperatura y la saturación de oxígeno por la mañana y por la tarde. Además, se hicieron dos desinfecciones, una de ellas a cargo de la Unidad Militar de Emergencias (UME).

Los habitantes también ingeniaron un sistema para que nadie saliera si no era estrictamente necesario: "El que sale a la farmacia a comprar, tiene que avisar y los demás dejan una referencia si necesitan algo. En los pasillos se habilitaron unas ventanas que tenemos donde antes se ponían plantas para poner el pedido encargado", explica Moreno. Cambiaron todas las rutinas, también la comunicación. Las reuniones del Consejo rector se convirtieron en encuentros por Zoom o Hangouts. Ante el cierre del cinefórum, Moreno presume de una "intranet potente" donde todos los usuarios tienen a su disposición películas, música y literatura.

Convivir: la distancia social

En Horcajo cerraron el día del estado de alarma. Hay unas 80 personas registradas, pero decidieron confinarse en el edificio unos 57. En su caso, siguieron las instrucciones oficiales del Ministerio de Sanidad y la Comunidad Autónoma. La enfermera que tienen contratada para el edificio se encargó de coordinar los aspectos sanitarios. "Desde el minuto 0 hubo una buena coordinación y las decisiones se tomaron con el centro de salud", explica Ernesto Caballero, presidente de la cooperativa, que presume de que ningún trabajador del centro se ha visto afectado: "Nadie ha dado positivo". 

Como en Trabensol, en Convivir las decisiones se toman con la participación de los usuarios: "Una vez que se toma, las personas se suelen responsabilizar más". En su caso, también tienen un Consejo Rector y una asamblea general donde tienen voz esos 80 socios.

Además de divulgar medidas de higiene básicas, como la necesidad de lavarse las manos varias veces al día, suspendieron los juegos de mesa, el coro, la proyección de películas y todas las actividades sociales, que se convirtieron en un riesgo. Pero sin duda, la gestión del comedor fue lo que consideran el éxito principal. Se pidió a los socios que solo bajaran a comer aquellos que tenían más dificultades para hacerlo en casa. Por tanto, las mesas de cuatro comensales solo eran ocupadas por uno, garantizando la distancia de seguridad y a la vez, las necesidades de todos.

Aunque el miedo a la enfermedad fue inevitable, en estos espacios sí se ha disipado el pánico que ha supuesto para muchos mayores el confinamiento, sabiendo que siempre hay un vecino al lado y que la relación cambia pero no se corta. En el caso de Convivir, los paseos en su jardín fueron un gran alivio al poder al menos ver de lejos a los compañeros.

La vuelta a la normalidad y la despedida

Poco a poco se va recuperando la normalidad en ambos centros, aunque con precauciones. En Convivir también retoman poco a poco las visitas a Madrid, donde algunos tienen familiares. En Trabensol también, aunque Moreno reconoce que ha quedado un poso de miedo entre los residentes: "Ahora tenemos que hacer el esfuerzo para irnos integrando en las actividades diarias con precauciones, pero manteniendo el miedo controlado". Por ahora, comienzan las visitas. Sin duda, lo que más han echado de menos estos habitantes han sido a sus nietos. Ahora se permite la entrada a dos familiares, con todas las precauciones y sin abrazos.

Cuando las cosas vuelvan a la normalidad, organizarán un homenaje para los tres compañeros que han fallecido durante la pandemia.

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