La división ha sido la regla; la unidad, la excepción. Así en casi todas partes y en el futuro no se esperan grandes cambios. Comenzar de esta forma es intentar encontrar un territorio de unidad partiendo de que las divisiones entre las fuerzas democráticas y de izquierdas tienen una base objetiva y subjetiva, estratégica, que no puede ser ignorada. Para decirlo con más claridad, si no se parte de las causas reales que dividen a las fuerzas progresistas, la unidad, en cualquiera de sus acepciones, no será posible, máxime cuando vivimos una crisis de régimen cuya manifestación más visible es la crisis del sistema de partidos dominante desde la Transición.
Para entrar al fondo del asunto quisiera referirme a las conocidas declaraciones de Miguel Ángel Heredia, secretario general del grupo parlamentario socialista, claramente alineado con Susana Díaz, contra Pedro Sánchez y sus supuestos acuerdos con Unidos Podemos y los independentistas para echar al gobierno de Rajoy. Heredia se disculpó posteriormente y habló de “calentón”. Sin embargo, dichas declaraciones no solo expresan sectarismo –que lo hay– sino opiniones de fondo representativas, al menos, de una parte significativa del PSOE. ¿Qué dijo Heredia sobre Podemos? que los votos de la formación morada son de ellos; que no se debe atacar a Podemos en su conjunto sino solamente a su secretario general; concluyendo con una afirmación de cierta importancia: el PP es el adversario, Podemos es el enemigo.
El debate sobre la unidad necesariamente tiene que partir de la existencia de una crisis de representación política que devino en crisis de régimen. La clave de la fase –lo he indicado muchas veces- es saber si la restauración va a imponerse a la ruptura democrática. Lo que hará posible la restauración es que el bipartidismo retorne como forma de organización del poder en la débil democracia española. Si queremos ir más allá de la anécdota, lo que afirma realmente Heredia es que ellos son parte de este régimen, del turnismo dominante, que se siente a gusto en él y que su suerte, la de su partido y la suya, está unida a la recomposición del mismo. Este es el “secreto” del acuerdo de fondo que ha habido en estos meses entre la gestora del PSOE y el PP.
¿Pedro Sánchez lo cambia todo? Sería bueno que así fuese y habría que estar abiertos a esta posibilidad. Lo que ha adelantado el nuevo secretario general del PSOE no invita precisamente al optimismo. Señala su proximidad a las bases de Podemos pero, a renglón seguido, vuelve al viejo mantra “herediano”: el problema es Pablo Iglesias, sus formas, su estilo de hacer política. Critica la moción de censura reconociendo que el gobierno de Rajoy merece ser censurado pero se fija en que los números no dan y parecería que adelanta una posición negativa de su grupo parlamentario. El dilema de Pedro Sánchez parece evidente: construir una alternativa unitaria frente a la derecha y su gobierno o polarizarse con el PP para reducir el tamaño y la fuerza electoral de Unidos Podemos. Es algo viejo, muy conocido en la estrategia y en la práctica de los partidos socialistas del sur de Europa: ocupar la izquierda para poder irse al centro, haciendo de la hegemonía del PSOE la condición necesaria de cualquier alternativa a la derecha, es decir, el retorno al bipartidismo. Como se puede observar, formalmente las dos posiciones se pueden mantener en un mismo discurso; la clave –como siempre– será la propuesta, el programa y la estrategia como fuerza de oposición.
Para Unidos Podemos el triunfo de Pedro Sánchez abre un nuevo escenario político y le obliga a redefinir, de una u otra forma, su estrategia. El hecho fundamental es que este PSOE va a intervenir activamente en el espacio electoral de la formación morada con un discurso fuertemente social y con un lenguaje clásico de la socialdemocracia. El “nuevo” Sánchez llevará hasta el fondo lo que hizo el “viejo” Sánchez: polarizarse con la derecha a fondo para disputarle la hegemonía a Unidos Podemos. Hay un dato que no se puede olvidar y que tiene mucho que ver con lo que acabo de escribir: la disputa del relato unitario será decisiva para la hegemonía en la izquierda. Para las personas honestas de este país que quieren cambios, la demanda de unidad es un bien en sí, una necesidad apremiante, hasta el punto, que las fuerzas políticas democráticas van a ser medidas, en muchos sentidos, por su capacidad unitaria, por su estilo y formas que, de una u otra manera, inviten a la convergencia.
Aquí, en este territorio unitario, Unidos Podemos tiene mucho que decir. El dato más relevante es que UP expresa la convergencia más importante de las distintas izquierdas del Estado español desde la Guerra Civil. Una unidad que tiene una base programática apreciable, que combina la autonomía de las distintas fuerzas políticas con la unidad de acción y que tiene detrás más de 5 millones de votantes. Diría algo que para algunos pueda parecer excesivo pero que para mí es evidente: el triunfo de Pedro Sánchez está relacionado, directa o indirectamente con la fuerza y la capacidad de impugnación que UP ha aportado a la política española. Olvidarse de esto es no entender los cambios sociales que ha habido en el país e impedir, de hecho, la construcción de una alternativa unitaria a la derecha.
De la hegemonía que hablo es la entendida como autonomía del proyecto y como línea de demarcación político-cultural y no solo la que hace referencia al predominio electoral y al número de escaños. La batalla por la hegemonía entre Unidos Podemos y el PSOE tiene que ver con el discurso, con el programa, con la estrategia de oposición política y social. En su centro: el neoliberalismo y, más allá, la recomposición de un régimen en un país del sur de una Europa alemana. La unidad posible estará determinada, al final, por algo que Sanders, Mèlenchon, y Corbyn han repetido infinidad de veces y que obliga a optar, a elegir: humanizar el neoliberalismo o construir una alternativa a él; “neoliberalismo progresista” o democracia económica y social; democracia oligárquica y limitada o nuevo proyecto de país; alternancia o alternativa democrática.
La unidad es lucha, conflicto, correlación de fuerzas, propuesta, organización. Se podría decir que la unidad es la continuidad del conflicto por la hegemonía en nuevas condiciones, concretadas en programa, en formas de gestión y de gobierno, en solvencia política y programática, en capacidad para convertir el conflicto en impulso transformador. En definitiva, hacer de la unidad un debate de masas para construir la alternativa a las políticas neoliberales dominantes, a las formas de practicarlas y gestionarlas, al predominio de los grandes poderes y a la promoción de una democracia participativa de hombres y mujeres libres e iguales comprometidos con la justicia.
El dilema que Monereo plantea de diversas formas, en general me parece correcto. El problema es cómo redefine su estrategia Podemos, tal como él mismo plantea. El PSOE siempre nos va a mirar con más o menos recelo, mas bien con más. Los españoles somos lo que somos,seguimos votando mayoritariamente a un partido corrupto ¡¡¡¡INAUDITO!!! Hay que seguir explorando y teorizando la «transversalidad», como nos encerremos o nos encierren en ese reducto llamado izquierda, adiós muy buenas. Volveremos a ser esa minoría pura que no se deja doblegar en lo teórico pero que en lo práctico habrá sido de nuevo marginada.
El planteamiento de Monereo no es malo, pero es lógicamente sesgado. Lo plantea desde Unidos Podemos. Si la unidad es imprescindible, su demanda un bien en sí, como bien dice, habrá que intentar lanzar la reflexión desde la parte en la que más cerca están las dos formaciones políticas la una de la otra. Sánchez ha dado un pequeño paso con error viejo incluido. Monereo hace referencia a él. El portavoz parlamentario del Psoe ha dado un paso más limpio: hay que dejar de demonizar a Podemos. Les quedan pasos más decisivos y firmes, en los que suenen sin miedo los zapatos en el suelo. Faltan los pasos de UP. No vale con: el Psoe tiene que seguirnos, tenemos el mejor análisis político que se ha hecho nunca; hay que sacar a Rajoy… tendrán que demostrar, más allá de las posturas para las fotos, una verdadera voluntad de diálogo por las dos partes; y eso requiere un coraje político que está por demostrar que tengan ambos. El propio Monereo, de lo más razonable del mercado, no puede dejar de plantearse la lucha por el electorado como un fin insoslayable de las formaciones políticas. Hay está uno de los dos quid fundamentales que obstaculizan la unión de la izquierda.
Lo que empieza a verse es que está fallando la estrategia de ser lapa de la roca del PSOE en su sentido más abrupto. Esto es muy fácil de detectar: mientras nuestra estrategia se articula sobre abstracciones tipo Gramsci, la realidad de la batalla política respecto al electorado es muy concreta y disuasoria. Y de este discurso no nos llega nada al electorado. En este mismo artículo de Monereo se deja al libre albedrío algo tan concreto como si podemos sumar o no numéricamente para enfrentarnos a la Trama; si el PSOE de Sánchez está o no enfrentado a la Trama; si Sánchez se ha hecho acreedor a los derechos que le concede Podemos, y así hasta un sinfín de cuestiones más.
Somos tan lapa del PSOE que nos enfrentamos con una dureza extraordinaria entre nosotros, de manera inoportuna en ocasiones, como en la reciente respuesta a Compromís, amplificada de manera exponencial por algunos medios de comunicación valencianos.
Que la posición de Compromís respecto al PSOE en la C. Valenciana ha sido un palo, lo ha sido desde el primer momento, pero no había otra (nada que ver, por tanto, con que fuera buena o no la coalición). Pero hay muchos espacios en los que ha habido tiempo para desplazar, sustituir, etc, al PSOE (me da lo mismo el de Díaz que el de Sánchez) y no se ha hecho. Esto no es pensar con las tripas, esto es volver a pensar como al principio, con sensatez, sentido común y, sobre todo, machacando a todo el que se interponga en nuestro camino, venga de donde venga.
Lo «inaudito» es que algunos comentaristas todavía no entendéis que la IGNORANCIA junto a las MEDIAS VERDADES y DESCARADAS MENTIRAS del carísimo Aparato de Propaganda Mediático de la Clase Dominante SON los verdaderos ingredientes que se cuecen en las Elecciones de un Sistema cargado de trampas ( circunscripciones, D’Ont, recuento central en manos de corruptos… ), que CAMBIO NO es dulcificar el Capitalismo Neoliberal (imposible en la Globalidad actual) y que portanto el objetivo para el Cambio NO es la «lucha por el electorado» sino, en todo caso, la LUCHA IDEOLÓGICA, tanto para el objetivo central que debiera ser el proceso DESCONSTITUYENTE-CONSTITUYENTE como para el objetivo MENOR de un Gobierno «progresista» que revirtiera algunas Medidas de Rajoy ( aunque a la hora de votar en el Congreso nunca podría confiarse en todos los diputados del falaz PsoE ).
Pero claro para dar esa lucha ideológica hace falta CLARIDAD en esos OBJETIVOS y su rango de prioridad, cosa que NO le veo, Sr. Monereo, ex-carrillista felizmente arrepentido.
SÍ veo más a JC Monedero, que pierde menos el tiempo en sesudos devaneos y no para de bajar a las calles a persuadir a la gente.
Para mi todos los tertulianos teneís parte razonable de razón y motivos suficientes de calculo. Por sus actuaciones vemos que no han hecho nada. Solo, intentar adormecer la inteligencia de ese 50%; que del no es no, pasan a decir. Abstención, calculada para que al final siga el Pp actuando como si tuviese mayoría absoluta. No dan ninguna señal. Sus medios, llenan espacios con encuestas para correr el voto hacia un PsoE dividido, sin cabeza y con unos números rojos ( lo único rojo en este partido ); que el IBEX35% dirige hace mucho tiempo. U P, Podemos debe hacer su trabajo. Las personas esperan que lideren el País, porque este PsoE es el mismo vestido de lagarterana, ( para la ocasión ). La moción de censura dejara ver el armazón de la trama, la triple alianza se repartirán los papeles.. Las excusas, ya las sabeis : No dan los números, hay que aguardar después del Congreso sociolisto.. Iglesias, no me gusta!.. Bla, bla, bla. Sánchez a quien gusta?. A Díaz? No debes esperar nada. No hay puentes, porque los volaron sus mecenas!.
Pocas veces estoy en desacuerdo con Monereo. Esta es una de ellas. Preferiría la estrategia de esperar, ¡y no será mucho! a que el PSOE se desgarre vivo. Entre la foto de la moción, su congreso y la salida en octubre de los juicios por la corrupción en Andalucía, la polarización de militancia y votantes será irreversible. Hay que aclarar el bosque, el susanismo-felipismo que mantiene al PP es tan neoliberal, tóxico y corrupto como el propio PP y además es el que prefieren las élites europeas, eso es suficiente para desconfiar. Cuando veamos el ‘material’ con que se puede contar, ya se hablará de una gran coalición de izquierda moderada con la que ceder. Es mi visión a grandes rasgos.
Al final harán lo que han hecho siempre, engañar a su electorado haciéndoles creer que son de izquierda, de manera más o menos sutil se alinearán con la derecha para impedir que Podemos suba, atacando a Pablo de mil y una maneras como hasta ahora, para recuperar el bipartidismo gente que son los hijos y herederos del franquismo.
Nos la metieron Con el Congreso de Suresnes al ponernos unos fascistas como González y compañía y ahora con Sánchez, la gente olvida rápido que este fue llamado por el Club Bilderberg, que viene del Ibex, que votó a favor de las preferentes y volverá a ello. Cambiar este país con la gente analfabeta política, pasota, irresponsable, estómagos agradecidos y un largo etcétera, será una tarea ardua y lo más probable, infructuosa