En torno a la necesidad de disputar la hegemonía ideológica al capitalismo

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Se está desarrollando un debate en el seno de la izquierda en torno a las diversas formas de enfrentar la ofensiva extraordinaria que las fuerzas del capital desarrollan en todo el planeta. Desarrollar este debate con descalificaciones, colocando etiquetas, no es sino la muestra de la impotencia que ha demostrado historicamente la izquierda para construir espacios de encuentro, que puedan evitar que cualquier debate termine en la confrontación o la ruptura.

Dicho esto, considero que para hacer cualquier análisis, no podemos perder de vista las consecuencias que trajo la disolución de la URSS, la vuelta al capitalismo de los Estados del Este Europeo, el desmantelamiento del COMECON y del Pacto de Varsovia.

Configurada la Rusia de Yeltsin como un Estado subalterno en crisis permanente, se proclama el final de la historia, con la victoria del capitalismo y la implantación de un pensamiento único: el Gran Capital convencido de su dominio, se lanza a imponer un modelo de economía globalizada desde el control del gran mercado global en el que se pretende convertir al planeta.

Es el momento en el que la euforia ultraliberal marca el proceso de integración regional que se producía, en la parte occidental de Europa configura la Unión Europea, como la avanzadilla de lo que después sería la aplicación del Consenso de Washington en Europa configurando un territorio donde se impone la desregulación económica, la privatización de servicios, la liberalización del comercio internacional y la supeditación de la democracia al libre mercado, garantizando a las multinacionales, grandes empresas financieras, dominar la economía y la política.

Esta euforia que trataron de contagiar a la mayoría social, y en gran medida consiguieron, les permitía acometer el gran engaño, la gran estafa de plantear que se sustraía soberanía a los Estados Nacionales para crear un gran soberanía europea. La realidad es que se traspasaban esas soberanías nacionales, que ya estaban limitadas, a entidades sin el más mínimo control, de manera que se entrega al Banco Central Europeo el control de la economía para someterla a los intereses de las multinacionales y se entrega a la OTAN la política exterior.

Se trataba de construir un gran entramado para institucionalizar la dictadura del mercado sin intermediarios: el gran sueño de un ultraliberalismo sustentado en una serie Tratados de Libre Comercio que configurarían en un único mercado mundial a disposición de las grandes transnacionales, las únicas con capacidad para controlar este mercado de ámbito mundial, situando la produccion en los territorios que le permitan obtener la mayor tasa de beneficios.

Para consolidar este modelo, la UE se plantea como objetivo estratégico extenderse a los antiguos países del COMECON, rodeando Rusia para evitar la configuración de cualquier proyecto eurasiático que pueda disputar la hegemonía mundial al eje del Atlantico Norte.

Este diseño empieza a tener problemas cuando no cuadran algunas cuestiones. A Yeltsin le sucede en Rusia Putin, que se niega a jugar ese papel subalterno que se le había asignado a Rusia y se plantea intervenir en las relaciones internacionales de manera independiente desde la defensa de sus propios intereses. China no se deja colonizar por las multinacionales y se convierte en competidor. Sudáfrica, Brasil e India emergen como economías con intención de coordinarse para defenderse de las agresiones de la globalización, y en América Latina se derrota en gran medida el ALCA y se empiezan a desarrollar proyectos autóctonos que tratan de recuperar las riquezas naturales, expoliadas durante siglos para revertirlas en mejorar la vida de las comunidades.

Es el momento en el que estalla una nueva crisis del capitalismo, la globalización ultraliberal ya no contenta a todos los capitales, porque no les puede asegurar el mantenimiento de una alta tasa de beneficios, y empieza a producirse una reacción de los sectores del capital que se consideran excluidos o perjudicados por la globalización, fundamentalmente en EE.UU. y Europa.

Esta confrontación se empieza a escenificar en EE.UU. con la confrontación entre Trump y Hillary, y en Europa, con el Brexit. El avance de unas fuerzas nacionalistas que confrontan con ese modelo de UE que se ha puesto al servicio del proyecto ultraliberal, planteando la recuperación de las soberanías nacionales, defendiendo el cierre de fronteras de los Estados, tanto en lo económico como en lo territorial. Estas fuerzas sitúan en el centro de las causas de los problemas que sufren millones de europeas/os afectados por la crisis, la llamada “cuestión de la emigración” y de la burocracia europea, tapando que la máxima responsabilidad de la crisis la tiene el propio sistema capitalista.

En este momento podemos señalar cuatro grandes bloques que confrontan en el escenario mundial: por una parte nos encontramos con un sector del capital que tiene un carácter multinacional, sigue pretendiendo globalizar el planeta, se sustenta en los TLC y que no necesita estar asentado en un territorio concreto, sino que le basta el dominio de la economía y de los recursos del planeta que se referencia en la Union Europea, en Macron, Merkel, etc.

También nos encontramos con otro sector del capital que se ha dotado de un carácter nacional, defiende el cierre de fronteras tanto económicas (protección de las empresas nacionales y aranceles) como territoriales bien sea a través de muros o de medidas xenófobas. Este capitalismo nacional necesita territorio donde asentarse, lo que le lleva tanto en Estados Unidos como en Europa a plantear una especie de pacto con quienes han sufrido las consecuencias de la crisis, para unir esfuerzos confrontar unidos con el capitalismo ultraliberal.

De esta manera el capital estaría encantado de que en Europa la confrontación electoral se produzca entre LePen y Macron, entre Merkel y la extrema derecha alemana, o entre Salvini y Berlusconi, porque en ningún caso se cuestiona el propio sistema capitalista y por lo tanto no se plantea acabar con él.

Al mismo tiempo no podemos obviar que también nos encontramos con un tercer bloque de Estados que tratan de desarrollar modelos de sociedad no capitalistas, como pueden ser los procesos de revoluciones sociales que se están dando en Amñerica Latina o la propia China que sin entrar en profundidades es evidente que trata de desarrollar un modelo económico propio, no capitalista. Y por último un cuarto grupo de países con economías emergentes que, siendo de carácter capitalista como Rusia o India, pretenden un mundo multipolar que les permita no depender del eje Atlántico Norte.

El problema con el que se encuentran estos Estados que tratan de acabar con el mundo unipolar para construir un sistema de relaciones internacionales multipolares, es la existencia de un único mercado planetario dominado por el capital que se usa en defensa propia por el gran capital, que los mismo impone precios políticos al petróleo para torpedear al Gobierno de Venezuela que impone unas relaciones comerciales que favorecen a las multinacionales, por eso ambos sectores del capitalismo, el especulativo y el nacional se enfrentan unidos al proyecto de la ruta y la franja que trata de desarrollar China, porque supone abrir la posibilidad al desarrollo de un mercado alternativo.

Por eso, ante esta situación excepcional, las fuerzas de la izquierda rupturista y la reformista, deben encontrar puntos en común para evitar el triunfo del capitalismo, los Frentes Populares fueron la respuesta al fascismo de los años 30, hoy necesitamos otra fórmula que nos permita encontrarnos todas las organizaciones políticas y sociales enfrentadas objetivamente a las políticas neoliberales, racistas y xenófobas, porque ante la falta de una alternativa propia es fácil caer en el error de implicarse de forma activa en la Guerra Civil interna del capitalismo, tomando parte por uno u otro modelo, cuando la realidad es que ni todos los gatos son pardos, ni se puede llegar a pensar que el gallo rojo tiene que asumir los valores del gallo negro para gana apoyo popular.

El reto que tenemos las fuerzas sociales y políticas de izquierdas es ser capaces de elaborar una alternativa propia fácilmente entendible, que impugne el propio sistema capitalista, tanto en su versión ultraliberal, plasmada en la UE, como en su versión nacional que hoy se representa en las fuerzas de extrema derecha, planteando una propuesta de sociedad entendible por el pueblo.

Sobre este objetivo deberíamos enfocar las propuesta quienes consideramos que la mejor forma de plantar cara al capital, sea cual sea su expresión, se lleva a cabo desde la construcción de proyectos regionales en América Latina, África, Asia y también en Europa, planteando un proyecto de una integración europea diferente a la desarrollada en la UE, y que pasa irremediablemente por la implosión de esta, bien propiciando salidas unilaterales o buscando alianzas en su interior que la desborden y hagan implosionar.

Una integración territorial que tiene que estar basada en la defensa de la soberanía popular, tanto la que la UE nos ha quitado, como la que la dictadura de los mercados internos nunca nos dio, planteando unas relaciones entre Estados de carácter horizontal. Una integración que no se plantee uniformar economías, culturas, o relaciones sociales, sino desarrollar unas relaciones comerciales en el interior de Europa y con todos los Estados del planeta, sobre unas bases justas, basadas en el beneficio mutuo y que defienda la construcción de un mundo multipolar con unas relaciones internacionales que haga posible la resolución de los conflictos sin el uso de la guerra.

Construir este proyecto, totalmente diferente a la UE, tanto en lo territorial, como en lo económico y en sus alianzas internacionales, necesita empezar compartir ideas y buscar puntos de encuentro, sin etiquetas ni sectarismo, alejados del tacticismo. Este es el objetivo del II Foro de Fuerzas Ecologistas, Progresistas y de la Izquierda Europea, espacio plural, abierto, sin pretensiones electorales que se reunirá en noviembre en la ciudad de Bilbao, con la participación de grupos políticos, sindicales y sociales plurales, que trataran de avanzar puntos de encuentro sobre como afrontar los problemas que sufren millones de europeas y europeos para plantear soluciones de progreso y contribuir a construir un mundo multipolar que permita el cumplimiento de todos los derechos humanos para todas y todos, hayan nacido, donde hayan nacido.

3 Comments
  1. silencio semata says

    me recuerda el fracaso de CASTOR y al ministra de indusreia. ahora todos los españoles a pagarlo

  2. Farrack says

    Menos mal que la alternativa es la izquierda.
    Su balance en todo el Mundo es hambre, ruina y miseria.
    Da risa como los últimos de la clase se postulan como solución.
    Al ser tontos, ocupan los estratos socialmente bajos, como no podía ser de otra forma.

  3. Julio Loras Zaera says

    ¡Qué sesudo! Lenin decía que el análisis debía ser global, pero también que debía captar el eslabón débil de la cadena. ¿Hace usted eso? No lo creo.

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