Político y personal, la carta de renuncia de Tasio Oliver

  • Cierto desdén e ignorancias políticas y el aplastamiento en la posibilidad de sentirnos parte integrada y en igualdad de condiciones orgánicamente, han primado durante estos años
  • Ni la diversidad y libertad de opinión que deben prevalecer en sociedades y estamentos democráticos, ni las brujas, ni los demonios, ni el capitalismo imperial o la justicia burguesa, ni siquiera Trotsky, tienen la culpa de ese fracaso

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Tasio Oliver

AA: Alberto Garzón
Coordinador Federal de Izquierda Unida
Ismael González
Secretario de Organización de Izquierda Unida

Estimados Ismael y Alberto

Un 24 de febrero, hace justo 6 años, fui elegido por primera vez como parte de la dirección ejecutiva federal de Izquierda Unida. Más o menos hace 12 años, también por estas fechas, me vinculé a IU orgánica, política y personalmente; creamos junto a otras compañeras la Asamblea Local de Castilleja de Guzmán, único colectivo de izquierdas en toda la historia democrática de ese municipio, hasta entonces; 8 años después conseguimos la alcaldía y que la izquierda, de la mano de nuestro principal apoyo, PDMs, fuera hegemónica electoralmente en nuestro ámbito.

Siempre hemos tenido, a nivel local, ratios de apoyo superiores a los de las candidaturas autonómicas o federales, y hemos competido de tú a tú con el PSOE, en uno de los centros neurálgicos del poder socialista andaluz (dos ex consejeros/as y otros cuadros de nivel viven en Guzmán). Ahora soy miembro de la Colegiada Federal de IU. Pertenezco a una IU en la que la pluralidad tenía el valor cualitativo que en la sociedad guardan las mayorías sociales, aunque no estén organizadas políticamente, y por lo tanto, tampoco obtengan presencia orgánica; una IU en la que la ideología, siempre presente en nuestro horizonte, no ensombrece en cambio, ni impide nunca, la utilidad del acuerdo con otros/as, del valor de transar con el distinto, en pro del bien de la mayoría social; una IU en la que el consenso primaba sobre el tamaño, muchas veces con la generosidad de aquellos que, orgánicamente más poderosos, sabían que ampliar su espectro más allá de la organización, sin supeditar o sobrepasar o sepultar ese consenso bajo procesos plebiscitarios convertidos en meros trámites, de escaso debate y nula repercusión democráticos, era necesario para los objetivos políticos.

Curiosamente, la IU de hoy pide y se relaciona con Podemos en base a exigencias similares de generosidad, altura de miras y apertura de procesos, además de apelando al consenso, por ejemplo, en la elaboración de las listas, y lo hace tanto como internamente ha sido incapaz de tener en consideración los mismos preceptos con respecto a aquellos que enarbolábamos su vigencia como perfectas vías de entendimiento, de convivencia, de engrose y, al cabo, de refuerzo de IU, dentro de ella.

Por pequeños que fuésemos orgánicamente, con un 25% o con un 5%, cierto desdén e ignorancias políticas y el aplastamiento en la posibilidad de sentirnos parte integrada y en igualdad de condiciones orgánicamente han primado durante estos años. Aunque la realidad de los hechos ratificara nuestros análisis o nuestra proyección fuera mayor que la meramente orgánica no obteníamos la atención ni éramos tenidos en cuenta como merecíamos: políticamente (no escribo de listas).

De hecho, nuestra petición para tener un vocal que ayudase en nuestro trabajo y presencia en la Colegiada, fue negada o ignorada reiteradamente, cuando en cambio se ha engrosado y cambiado la composición de ese órgano y sus responsabilidades cuándo, cómo y con quiénes ha sido necesario si era la mayoría la que así lo quería. A los que apostamos por IU en 2016 nos hubiera ayudado.

¿Acaso la propuesta política de IU era menos necesaria tras el 3%-4% que cosechó Alberto Garzón en 2015? En absoluto. Creo sinceramente que nuestro contrapunto era más que importante y necesario para proyectarnos como representativos y que bien gestionado e integrado ese aporte habría sido un enorme caudal de fuerza para IU, más allá del 5% que representábamos. No fue así.

Siendo esas actitudes una constante a lo largo del tiempo, en cambio nunca como en estos meses, concretamente desde que nos suprimisteis nuestros derechos orgánicos, políticos y económicos como militantes, nunca, escribía, han sido más patentes ese desdén o ignorancia como en los últimos tiempos (nuestros compromisos en cambio se han estado cumpliendo hasta el final con deber religioso, nunca mejor dicho en esta IU iluminada).

Esa decisión, cuya denuncia, por cierto, ha sido admitida a trámite por la justicia ordinaria, como sabéis, para mí significó la comprobación del cambio de actitud final con respecto a la posibilidad de estar integrados, más o menos cómodamente, dentro de la IU resultante de la XI Asamblea: porque sin amor alguno a las mínimas garantías jurídicas ni al respeto de nuestros derechos, sufrimos todos las consecuencias de esa decisión, pero mucho más, a los que apostamos por IU en 2016.

Aquella Asamblea hablaba de la superación de la organización en otro sujeto político, junto a Podemos, “más audaz y más ágil” (a la postre más magro, manejable y menos plural) para ganar España, y creímos que la configuración de ese espacio bien pudiera haber contado con alianzas, espacios y engroses, que tradicionalmente habían estado cercanos a IzAb y que hoy se demuestran más necesarios que nunca. Pero la realidad de esas medidas demostraba que primaba la competencia sobre la cooperación, lo electoral sobre lo político, y lo grupal y personal sobre lo colectivo. La homogeneidad orgánica y evitar lo engorroso de lidiar con opiniones dispares primaron.

El fracaso político de IU en ese empeño, y de las estrategias que han servido para intentar llevarlo a cabo, ha sido evidente; la expresión y el análisis público de ese fracaso ha supuesto el señalamiento público de algunos de nosotros/as, pero es notorio que ni las minorías, ni los antiguos coordinadores, ni los actuales disidentes, ni la creación de nuevos espacios, ni la diversidad y libertad de opinión que deben prevalecer en sociedades y estamentos democráticos, ni las brujas, ni los demonios, ni el capitalismo imperial o la justicia burguesa, ni siquiera Trotsky, tienen la culpa de ese fracaso. No han sido los culpables, no.

Ese fracaso es consecuencia directa de las decisiones políticas tomadas por la dirección y de las formas de ponerlas en práctica que también han sido propuestas y capitalizadas por la dirección. La ausencia de contacto con la realidad, hoy, es preocupante. Si es que se percibe pero no se emprende ninguna alternativa, la inacción en la que está IU, es mortal.

Tanto en la integración del espacio que yo representaba en la actual dirección como en la consecución de los objetivos de la XI Asamblea desde mi particular aportación (colectiva muchas veces, otras personal), siento que he fracasado. Hoy, además, creo equivocada la estrategia ciega y cerrada de culminar a toda costa procesos de unidad que en realidad van poco más allá de ser coaliciones al uso, verticales y sin siquiera primarias ínter pares (comprensible unas veces, pero incomprensible otras), que guardan una finalidad política completamente desdibujada, con el programa siempre relegado y eludiendo continuos debates que nos separan, y que además cosechan resultados electorales fracasados cita tras cita.

Por otro lado, el papel ambiguo unas veces, seguidista otras, y torpe casi siempre, que hemos jugado con respecto al procés, también hicieron mella política en las convicciones y consonancia que una buena parte de nuestra gente tenía con IU.

A este respecto recuerdo cómo tuve que renegar de mi pertenencia a la dirección de IU al asistir a un debate promovido por ERC, buena muestra de los déficits de integración y democracia que hemos sufrido los no cobijados bajo la sombra del verdadero poder dentro de IU, que es la nueva dirección de su partido mayoritario.

La ruptura de las confluencias, aquí y allá, y la supeditación de nuestros calendarios, métodos y hasta objetivos políticos, a los calendarios, métodos (o ausencia de ellos) y objetivos políticos de PODEMOS, también son sintomáticos y han ahondado en la desafección de nuestra gente.

La pérdida de espacio público, referencias políticas sociales que enlacen con nosotros/as, el paulatino debilitamiento de nuestras estructuras territoriales y la

pérdida constante de militancia y simpatía, son otras evidencias del mal camino colectivo de la dirección, que siembran los malos resultados de IU, y abundan en los de la unidad popular en su conjunto.

Pero además de esos fracasos y distancia políticos, cuya responsabilidad deberíamos asumir todos/as aunque de cuya responsabilidad unos deben responder en mayor medida que otros/as, tal y como las estoy asumiendo yo con esta carta de renuncia, son las maneras en las que se ha producido el desarrollo de los últimos conflictos, por llamarlos de alguna manera, las que, afectándome en lo personal y haciéndome daño emocionalmente, me hacen desistir de seguir formando parte de todos los órganos de Izquierda Unida; desde la conculcación de nuestros derechos hemos intentado hacer acto de protesta con nuestras ausencias, sirviendo de nada, pero me refiero a abandonar nominalmetne mi pertenencia a los mismos.

Ciertamente, creí que estaba curtido, porque desde el pucherazo que sufrí en la elección de las listas europeas de 2014, cuando la actual dirección, y la anterior, apostaron por blindar al hoy defenestrado Javier Couso, saltándose consensos y resultados que cerramos y obtuvimos respectivamente, y hasta los abucheos recibidos en cónclaves amplios del último proceso asambleario federal, jaleados por algún/a destacado/a miembro de la nomenclatura neocomunista que gobierna IU, han sido riadas las demostraciones de “cariño” que he recibido.

Las hemos recibido por defender nuestro modelo político y organizativo dentro de la IU de la que queríamos sentirnos parte o las hemos recibido a veces simplemente expresar nuestras opiniones; esas muestras de amor se han sucedido desde las redes sociales y hasta en los máximos órganos, porque alguna agresiva y fuera de lugar respuesta a mis intervenciones en la Colegiada han provocado verdadera grima; fuera siempre han venido de la mano de voceros/as u obcecados cachorros que, sinceramente, creo que contravienen cualquier posibilidad democrática dentro de las organizaciones. ¿Pero dentro de los órganos y de mano de los líderes de todos/as qué justificación puede tener?

No. No son normales ni tienen porqué permitirse. La ausencia de parlamentarios andaluces en el homenaje institucional a Concha Caballero; el señalamiento público de mi persona como parte de una especie de izquierda indeseable tras suscribir un simple manifiesto que animaba al debate, de manos de personas que además se supone que me deben representar o al menos escuchar como militante y dirigente; y el trato y consideraciones de carácter personal recibidos por el portavoz federal de IzAb en respuesta a diferencias de carácter meramente político; ese tipo de cosas, ese comportamiento, acerca a las direcciones más al comportamiento de aquellos voceros que a ser líderes sociales y políticos; y aboca a las organizaciones a irse despoblando de aquellos que suelen tener en estima las condiciones democráticas.

Un extraño sentido de la pertenencia y la lealtad, intuyo que similar al de los dependientes sentimentales, nos hacía matizar esas actitudes, autoconvencernos de su normalidad.

Pero esas gotas, añadidas a que para mí el ejercicio de la política nunca ha dejado de estar unido al vuelco personal, sentimental y emocional de uno mismo, y a una forma determinada de entender el estar y el ser en la vida, dignamente, no me permiten seguir adelante. No quiero estar rodeado de, ni sufrir más, determinadas actitudes. Reitero pues, que renuncio pues a todos los órganos de Izquierda Unida.

Enumero estas circunstancias sin ánimo de ofensa ni atado a un revanchismo mal entendido, de hecho deposito poca esperanza en que sea leído íntegramente este texto; pero después de casi 3 lustros de militancia, estando actualmente en una posición cómoda y hasta hegemónica en mis ámbitos más directos, local y provincialmente; y siendo reconocido y querido, como reconozco y quiero, a cientos, a miles, de compañeros/as y excompañeros/as de IU o procedentes de su espacio, y en todo el Estado; este paso para mí, y en estos momentos, es traumático, política y personalmente. Lo siento inevitable y, sobre todo, sano, pero es traumático.

Describo estas circunstancias como terapia, como modo de autoconvencimiento sobre su necesidad, y como detalle del contexto de mi decisión, para que, aunque incompleto en matices y hechos, sí pueda ayudar a explicar mis motivos y sus causas ante aquellos que se han sentido referenciados en mi labor (muchas, pocos, altas, bajos, socialdemócratas, comunistas, altermundistas, trotskistas, quiénes quiera que sean) o que simplemente me hayan respetado o respeten política y personalmente.

Así, con ese respeto (y si me lo salté en alguna ocasión pido disculpas) os deseo lo mejor, también tanto personal como políticamente, en el convencimiento de que nos volveremos a encontrar en espacios de compromiso hondo y militancia sincera, aunque sea desde distintas orillas.

Escribió Benedetti que obedecer a ciegas deja ciego y que crecemos solamente en la osadía; constato en cambio que esa osadía, o al menos la expresión valiente de la discrepancia, aunque sea lo que éticamente he debido hacer, casi nunca sirvió de mucho; así que sin más, reiterar mi atento saludo y despedirme cordialmente.

PD 1: Aunque firmada después, esta carta está escrita y fechada, e intacta excepto en estas dos PDs, desde el 3 de febrero. Asistí a la última Colegiada Federal con la intención de expresar mi decisión en persona pero al presenciar el complicado y pasional debate sobre confluencias que se dio entonces preferí abstenerme. Tras un mes recapacitando tengo clara esta decisión y en qué proyecto volcar mis esfuerzos a futuro. De hecho me quedé esperando una providencial llamada que ni se ha dado.
PD 2: Sobre el espacio que está organizado en torno a la magra pluralidad que subsiste en IU deciros que he trabajado para que una parte del mismo siga ligado a la organización, tal y como me comprometí a facilitar, pidiendo, si no se considerase impropio o extemporáneo una vez he renunciado, que sus derechos como militantes, cargos o representantes de IU, sean respetados íntegramente y con todas sus garantías, independientemente del camino que hayamos tomado sus representantes o dirigencia, y a pesar de que los míos llevan siendo vulnerados desde hace meses.
1 Comment
  1. florentino del Amo Antolin says

    La firma invitada se está destacando por hacer públicas las renuncias personales. Una excesiva carta dando vueltas al mantra de purismos, orillas, intenciones y tantos % en elecciones de aquí, o de allá.
    Los reinos de taifas en épocas electorales, denota una falta de compromiso con lo pensado y la huída dando publicidad en una extensa carta, que parece más un cambio de partido. Casi todos son iguales y los personalismos también. En el año 78, me fuí del PsoE y tengo la seguridad que acerté… Viendo el Yenkismo instaurado en los partidos tradicionales. Nada ha cambiado, quieren seguir sujetando un régimen bipartidista, dejando maltrecho el tejido social y quienes lo componemos… Se recupera la libertad política, pero apoyando siempre y colaborando en lo más próximo al ideario. Nadie es apolítico, ni imparcial; yo tampoco.
    Que no sirva tu carta pública, para hacer daño a la idea que estabas defendiendo; las convicciones personales y la quiebra de las mismas, forman parte del banderín de enganche, de por qué entraste en IU. Ahora dices adios públicamente en carta personal al SG Alberto Garzón, haciendonos participes de tu caso… Que sin conocerte, puedes estar socavando al mismísimo Garzón y la sigla de IU.

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