Hubo un tiempo donde pasaban cosas insólitas en España. Eran esos tiempos en los que se movían grandes capitales de entidades bancarias y se producían llamadas coronadas a empresas estratégicas para forzar cambios de sedes; y mientras, un juez, a las puertas de la muerte, iniciaba un macroproceso contra el independentismo que le valdría el elogio, por parte del presidente del Supremo, de haber hecho “un gran servicio a España”. En esos tiempos extraños, había ministros del Interior que conspiraban para destruir carreras políticas, mientras sus propias cloacas grababan las conspiraciones. Y a la par que la máquina de embrutecer, mentir e inventar un relato criminalizador contra el proceso catalán se ponía en marcha, el otro martillo de herejes, el judicial, perpetraba instrucciones de rebelión y sedición contra líderes políticos que siempre habían luchado contra la violencia. En esos tiempos extraños, la prisión provisional valía todo a cien, y era igual que cayera sobre un líder social pacifista, o sobre un presidente de partido democrático, o sobre los representantes más significativos del pueblo, que el tal pueblo era Catalunya y estaba bajo sospecha. A la m. con la Injusticia española prevaricadora, títere de los fascistas y corruptos, vergüenza de Europa. Si me pegan, me divorcio. Som República !!*!!
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Hubo un tiempo donde pasaban cosas insólitas en España. Eran esos tiempos en los que se movían grandes capitales de entidades bancarias y se producían llamadas coronadas a empresas estratégicas para forzar cambios de sedes; y mientras, un juez, a las puertas de la muerte, iniciaba un macroproceso contra el independentismo que le valdría el elogio, por parte del presidente del Supremo, de haber hecho “un gran servicio a España”. En esos tiempos extraños, había ministros del Interior que conspiraban para destruir carreras políticas, mientras sus propias cloacas grababan las conspiraciones. Y a la par que la máquina de embrutecer, mentir e inventar un relato criminalizador contra el proceso catalán se ponía en marcha, el otro martillo de herejes, el judicial, perpetraba instrucciones de rebelión y sedición contra líderes políticos que siempre habían luchado contra la violencia. En esos tiempos extraños, la prisión provisional valía todo a cien, y era igual que cayera sobre un líder social pacifista, o sobre un presidente de partido democrático, o sobre los representantes más significativos del pueblo, que el tal pueblo era Catalunya y estaba bajo sospecha. A la m. con la Injusticia española prevaricadora, títere de los fascistas y corruptos, vergüenza de Europa. Si me pegan, me divorcio. Som República !!*!!