Madrid: juego de truhanes, extremismo e inestabilidad

  • "El proceso de investidura en la Comunidad de Madrid está siendo impresentable, con una ética y una moral política absolutamente reprobables"
  • "La sociedad está muy por delante de estas derechas irresponsables, cortoplacistas y gritonas"

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Jaime Cedrún, secretario general CCOO Madrid

Los acuerdos, desacuerdos y juegos de truhanes con que las tres derechas están regalando en un deplorable espectáculo a toda España y particularmente a Madrid es síntoma de la falta de respeto de estos partidos por quienes hemos ejercido nuestro derecho al voto. Es un peligroso juego con el horizonte de la inestabilidad y falta de moderación.

Nadie puede negar que en la región de Madrid la victoria en las elecciones autonómicas la obtuvo Ángel Gabilondo, del PSOE, con 170.000 votos más que el PP y superando a éste en siete escaños, tras el histórico descalabro popular. Gabilondo, en estas semanas y sin mayores estridencias, ha mantenido reuniones y logrado obtener el apoyo de Más Madrid y Podemos-IU, lo cual implica una suma de 64 escaños, a sólo tres síes o cinco abstenciones de la presidencia. Los escaños de PP y Ciudadanos sólo reúnen 56 escaños, pero desean llegar al poder como sea y están dispuestos a ponerse en manos de los 12 escaños ultras de Vox para conseguir una victoria por la mínima. Si no ahora, dentro de dos meses, aunque esto suponga paralizar aún más la región.

El proceso de investidura en la Comunidad de Madrid está siendo impresentable, con una ética y una moral política absolutamente reprobables, con una subversión flagrante del reglamento por el presidente de la Asamblea, Juan Trinidad.

Trinidad se ha negado a proponer ante la Asamblea de Madrid a Ángel Gabilondo como presidente de la región a pesar de ser el candidato más votado por la ciudadanía y con relevantes apoyos parlamentarios. Las únicas explicaciones racionales, aunque injustificadas, que podía aportar Juan Trinidad eran conseguir que las tres derechas se pusieran de acuerdo en el último segundo en su juego de truhanes y de paso evitar que algún diputado de Ciudadanos, contrario al rumbo ultra que ha tomado su partido, posibilitara la investidura de Gabilondo. Además se evitaba la presentación del programa progresista de éste, respetado por toda la ciudadanía y prácticamente todo el espectro político.

La manipulación del reglamento de Juan Trinidad ha sido muy vergonzante porque tal como recuerda el Tribunal Constitucional, la responsabilidad del presidente de un Parlamento regional es “meramente instrumental”. Además, el reglamento de la Cámara no especifica que el aspirante deba tener garantizados los apoyos. El recién elegido presidente de la Asamblea de Madrid no está trabajando para la política de Madrid, sino para su partido y el de sus socios. Ha actuado más como el presidente de Ciudadanos que como presidente de la Asamblea de Madrid, paralizando la región en beneficio propio y de un PP que marcha con la mochila de la corrupción a la espalda y el neofranquismo de Vox.

Nació Ciudadanos como un partido nuevo  en Cataluña. Aseguraba que venía para regenerar la vida política con un corazón liberal diferente al neoliberalismo corrupto del PP y con valores cívicos y capacidad de diálogo. Sin embargo, en poco tiempo se ha obsesionado con hacer el sorpasso al PP, iniciar la carrera de ser más españoles que nadie, alentar algo tan inconstitucional (según el Tribunal Constitucional) como aplicar en Cataluña de forma permanente el artículo 155 de la Constitución, echar leña al fuego en todos los fuegos existentes y prender chispas donde no había fuegos.

Ciudadanos vino a regenerar y se ha metido en una complicada estrategia mediática. Ciudadanos vive en el trasnochado y alentado enfrentamiento permanente de aquel PP histriónico de Aznar y Esperanza Aguirre. Dentro de esta búsqueda de provocación con interés mediático, aparece en la marcha del Orgullo con pancarta y cortejo después de pactar con Vox y no asumir los contenidos de las organizaciones convocantes.

Los gestos de desplazar la bandera arco iris en la fachada del ayuntamiento y censurar los carteles de propaganda del Orgullo, se han completado con la propuesta de revisar la legislación regional LGTBi en el reciente acuerdo PP y Cs, que según Ia candidata del primero satisface plenamente las exigencias lgtbifobicas de VOX.

En las Comisiones Obreras sabemos algo de manifestaciones y cuando las convocamos invitamos a quienes están de acuerdo con nuestras reivindicaciones. Y viceversa, acudimos como organización si se nos invita. Evidentemente, cualquiera puede acudir a nivel personal a cualquier manifestación. La presencia de Ciudadanos después de no asumir las reivindicaciones de los convocantes viene a ser como si el Primero de Mayo aparecen con su pancarta y con el expresidente ejecutivo de Coca- Cola, Marcos de Quinto a la cabeza, neto provocador en el largo conflicto con la planta fuenlabreña de este producto. Si se me apura, es incluso de mala educación.

Es cierto que en la Comunidad de Madrid se ha avanzado estos años en legislación que defiende al colectivo LGTBI, pero la extrema derecha quiere derogar esa legislación y retroceder a tiempos del nacionalcatolicismo. Así lo vienen declarando sinceramente y sin complejos. Con ello alientan la lgtbifobia y que en nuestra región sigan creciendo los ataques diarios a personas del colectivo LGTBI.

Hay batallas que deben ser de todos los demócratas: avance del movimiento LGTBI, cambio climático, lucha contra la violencia machista, defensa de la igualdad entre mujeres y hombres…

El hecho es que la “derecha democrática” está en manos de la ultraderecha que no tiene complejos y saca los colores permanentemente a PP y Ciudadanos. La sociedad está muy por delante de estas derechas irresponsables, cortoplacistas y gritonas pero que hacen que se “escuche el silencio” cuando los tribunales resuelven en favor de Madrid Central o en contra de aplicar permanentemente el artículo 155 de la Constitución en Cataluña.

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