El problema del altruismo en la gestación subrogada

  • "El hecho de que un intercambio se produzca a través de un acuerdo o un contrato no supone necesariamente un ejercicio de libertad"
  • "Si admitimos que los derechos de filiación pueden desaparecer por contrato, estaremos transitando hacia un modelo de sociedad muy distinto al democrático"
  • "Si existe un problema de acceso a la paternidad y la maternidad, abórdese. Pero no a costa de la explotación de las mujeres y el desmantelamiento del sistema de derechos"

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Raúl Cordero, Secretario General Unión Comarcal Sur CCOO Madrid

Los partidarios de la gestación subrogada “altruista” juegan con una importante ventaja. Su argumento contractualista está en la base de la construcción de los estados modernos desde su origen en la filosofía barroca. De este modo, sus apelaciones al consentimiento y a la libertad de las partes que acuerdan el proceso de gestación, en principio es fácilmente asimilable. Somos hijos e hijas de nuestro tiempo, y en mayor o menor medida tendemos a considerar “el contrato” como una expresión de libertad.

Sin embargo, desde Marx a Carol Pateman se plantea una duda interesante. ¿El contrato en las sociedades modernas expresa la libertad de individuos iguales o regula una relación de subordinación? En el ámbito laboral, por ejemplo, tenemos claro que sin mecanismos colectivos de defensa, el contrato es un abuso y subordina al trabajador, porque la situación de partida de las partes es desigual. Si hay desequilibrio de poder no hay libertad, de ahí la mayor presencia en el discurso sindical de la Negociación Colectiva (espacio de empoderamiento del trabajo), que del contrato (acuerdo individual entre las partes). Por eso, el hecho de que un intercambio se produzca a través de un acuerdo o un contrato, no supone necesariamente un ejercicio de libertad. Es necesario un equilibrio de poder y una igualdad real de estatus para que esto sea así.

Pero en las sociedades patriarcales existe una desigualdad estructural entre mujeres y hombres. Una desigualdad construida durante milenios y que ha tenido como origen, muy probablemente, la capacidad reproductiva de las mujeres. Por eso, todo contrato en relación a la capacidad reproductiva de las mujeres en una sociedad patriarcal debe problematizarse. ¿Se trata de mujeres haciendo lo que quieren con su cuerpo o se regula una relación de subordinación de género y clase? En cualquier caso, los partidarios de la gestación subrogada deben admitir que su argumento contractualista aporta más contradicciones que certezas.

Existe, además, otra dificultad para legislar a favor de los vientres de alquiler en las sociedades democráticas. La democracia es un sistema de derechos inalienables. Esto quiere decir que ni la voluntad de las partes puede justificar la renuncia a ningún derecho fundamental. No es posible negociar, por ejemplo, la renuncia de tu derecho al voto a cambio de un incremento salarial. Independientemente del consentimiento, los derechos en democracia son inalienables y no pueden anularse en ningún caso. Si admitimos que los derechos de filiación (de la gestante y del bebé) pueden desaparecer por contrato, estaremos transitando hacia un modelo de sociedad muy distinto al modelo democrático. Se trataría de un anarquismo de mercado que poco o nada tiene que ver con las sociedades libres e igualitarias que defiende el movimiento feminista.

Por otro lado, estos debates no pueden obviar la realidad concreta, más si cabe cuando existen experiencias de regulación que, como en el caso de la prostitución, nos permiten salir del debate teórico. ¿Qué está ocurriendo en Canadá o Reino Unido, dos países con regulación de la gestación subrogada altruista? En Reino Unido, con más de 32 millones de mujeres, apenas constan diez casos de gestación altruista cada año. Parece poca cosa para tanto lío. No obstante, son centenares los niños y niñas registradas por parejas británicas a través de la gestación mercantil con origen en otros países. La legislación “altruista” tiene un efecto colateral que es la posibilidad de “legalizar” los niños y niñas adquiridos en el mercado de los vientres de alquiler en países distintos, independientemente de la situación de las mujeres gestantes, que pueden ser, incluso, víctimas de trata. No puede explotarse un vientre británico, pero sí colonizarse uno asiático o europeo del este.

Por eso la derecha liberal sorprende con su propuesta altruista y, aparentemente, no mercantil. En el mercado global de los vientres de alquiler no está previsto que Europa Occidental sea productora. La producción de bebés está localizada en Europa del Este, fundamentalmente Ucrania, y el sudeste asiático, donde la legislación no protege a las mujeres y es legal la gestación subrogada mercantil, y donde sus presidentes han declarado públicamente que para aumentar su PIB están dispuestos a sacrificar a dos generaciones de mujeres (Tailandia). Allí, sin embargo, la tolerancia sobre modelos alternativos a la familia tradicional es muy escasa. Aquí la sociedad ya se ha abierto a la creación de familias diversas, por un lado, y el poder adquisitivo es suficiente para que muchas de estas familias puedan acceder a los vientres de alquiler. Por eso en Europa Occidental no se plantean excepciones al carácter altruista de la gestación subrogada. Basta regular el altruismo para poder registrar los niños gestados en Ucrania o Tailandia. Occidente no es “la fábrica”, es el mercado.

Lo que garantizan, pues, las leyes que regulan la gestación subrogada altruista, no es la posibilidad de que las mujeres europeas pueden ejercer su supuesto deseo de parir para otras, como demuestran los casos de Canadá o Reino Unido, sino un mercado con seguridad jurídica para la compra de bebés producidos en otras latitudes con estándares democráticos más bajos, y con una cobertura mucho menor para las mujeres. Se regula la explotación reproductiva de mujeres pobres de manera global, con la producción localizada en oriente y el mercado en occidente, como los teléfonos móviles o las zapatillas de marca.

Si existe un problema de acceso a la paternidad y la maternidad de miles de parejas, abórdese. Pero no puede ser a costa de la explotación de las mujeres y el desmantelamiento del sistema de derechos inalienables que llamamos democracia. El anarquismo de mercado no va a ofrecernos un mundo mejor.

1 Comment
  1. Alejandro says

    Desde luego que quien ha escrito semejante artículo se ha leído bien el programa ideario de PSOE o de UP… pero de sentido común, estudio de jurisprudencia internacional o un mínimo de sensibilidad CERO PATATERO.

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